La ley del divorcio
Queremos sumar nuestra voz a todas las voces que se han o¨ªdo hasta ahora, y se seguir¨¢n oyendo, en tomo al tema del divorcio.En primer lugar, como casi todo el mundo reconoce, opinamos que el divorcio en s¨ª no es deseable, puesto que supone el reconocimiento del fracaso de un proyecto de vida. Normalmente, los que se casan lo hacen pensando en una uni¨®n duradera, y si llegan al divorcio es porque algo muy importante ha fallado.
Por otra parte, no es necesario acudir a las estad¨ªsticas para coniprobar que el n¨²mero de parejas que no acepta vivir en el fracaso crece cada d¨ªa en Espa?a. La cifra de separaciones y anulaciones aum¨¦nta considerablemente. Esta es la realidad, resulta infantil pretender cerrar los ojos y suponer que impidiendo una ley que regule estas situaciones podr¨ªa evitarse la tendencia creciente de esta curva.
El perjuicio que esta situaci¨®n produce en terceros inocentes -tantas veces utilizado como argumento t¨®pico contra el divorcio-, desgraciadamente, ya no se puede evitar: los hijos de las parejas separadas est¨¢n viviendo, de hecho, en una situaci¨®n anormal, y no es desde?able la posibilidad de que encuentren un nuevo ambiente familiar m¨¢s positivo en el hogar rehecho del padre o de la madre.
Por supuesto, la existencia de una ley que regule el divorcio no
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significa que vayan a acogerse a ella las personas que, por razones de conciencia individual o por creencia religiosa, no puedan admitir la ruptura total del v¨ªnculo. No somos juristas y, por tanto, no pretendemos ofrecer una alternativa de proyecto de ley de divorcio; sin embargo, consideramos que la futura ley debe arbitrar un procedimiento razonablemente corto y econ¨®micamente viable para la mayor¨ªa. Asimismo, nos parece de todo punto necesario que, en materia tan compleja y hasta ahora ¨ªntima y encubierta, el juez competente se vea asistido por un tribunal de familia constituido por psic¨®logos, soci¨®logos, sex¨®logos, asistentes sociales, etc¨¦tera.
Como pertenecientes a un grupo feminista que, a lo largo de muchos a?os, ha venido desvelando las graves discriminaciones que sufre la mujer espa?ola y defendiendo sus derechos, creemos necesario que los legisladores tengan en cuenta la situaci¨®n de inferioridad de la que parte la mujer casada, por haber cumplido durante muchos a?os una funci¨®n que nuestra sociedad le asign¨® y que le ha impedido, muy a menudo, ejercer una profesi¨®n y, en consecuencia, lograr una independencia econ¨®mica, imprescindible para afrontar en igualdad de condiciones con el hombre el momento de la ruptura.
Si la ley de divorcio que se proyecta parte de la base de que ambos c¨®nyuges pueden tomar una decisi¨®n sobre su futuro con la misma libertad, nos tememos que s¨®lo podr¨¢n acogerse a ella las mujeres sin problema econ¨®mico, por su situaci¨®n personal o por la seguridad de que su ex marido podr¨¢ pasarle una pensi¨®n suficiente. Suponemos que los legisladores espa?oles tendr¨¢n recursos a fin de arbitrar medidas transitorias que sirvan para salvar estas situaciones verdaderamente angustiosas que, aun hoy mismo, afectan a muchas mujeres separadas. Lo deseable ser¨ªa que esas medidas transitorias lo fueran realmente y que, una vez conseguida la pertinente cualificaci¨®n profesional de la divorciada, fueran abolidas por innecesarias.
(Secretaria del Seminario de Estudios Sociol¨®gicos sobre la Mujer)
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