El preocupante retraso del calendario legislativo
LOS BUENOS augurios iniciales de que la nueva legislatura, superada ya la etapa de inexperiencia y falta de entrenamiento de la anterior, iba a tomarse en serio su trabajo y convertirse para sus conciudadanos en un ejemplo de cumplimiento del deber y sentido de la responsabilidad comienzan a ser desmentidos por los hechos. Al comienzo, del verano, el Gobierno trat¨® de cumplir el calendario legislativo al que se hab¨ªa comprometido, y las ponencias, comisiones y plenos del Congreso dictaminaron, discutieron y aprobaron hasta septiembre normas tan importantes como los estatutos de Guernica y de Sau, el estatuto de Televisi¨®n y la ley del Tribunal Constitucional. Sin embargo, durante las ¨²ltimas semanas, el brusco frenazo de la iniciativa legislativa gubernamental se ha visto correspondido por el ritmo lento de los trabajos parlamentarios para dar curso a los proyectos llegados al Congreso y por lamentables espect¨¢culos de absentismo laboral e indiferencia en las sesiones plenarias.No debe ser tomado como descortes¨ªa que se recuerde a los se?ores diputados que sus electores les han enviado al Congreso para que representen sus intereses, hagan las leyes y controlen y vigilen al poder ejecutivo; y que por esas labores, a cuyo cumplimiento les obliga su sentido de la responsabilidad ciudadana y pol¨ªtica, perciben, adem¨¢s, unos elevados honorarios que les vinculan como profesionales a unas tareas voluntariamente aceptadas. Las fotograf¨ªas del hemiciclo vac¨ªo len v¨ªsperas de un largo ?puente? o un modesto fin de semana da?an m¨¢s a las instituciones democr¨¢ticas que cualquier virulento ataque dirigido contra ellas en un mitin o en un art¨ªculo. Y ni qu¨¦ decir tiene que la culpa de esos lamentables testimonios gr¨¢ficos no corresponde a los que los obtienen o publican, sino a quienes los hacen posibles con sus ausencias.
Pero, aunque sea menos espectacular, igual importancia revisten los atascos y dilaciones del trabajo parlamentario en ponencias y comisiones. Ma?ana se inicia el debate del estatuto del trabajador, pero todav¨ªa no han entrado en las comisiones correspondientes los proyectos de ley sobre financiaci¨®n de las comunidades aut¨®nomas, polic¨ªas aut¨®nomas, Defensa, seguridad ciudadana, Consejo General del Poder Judicial, libertad religiosa, reforma del C¨®digo Civil y procedimiento monitorio. Posiblemente el retraso en la discusi¨®n de estos proyectos de ley, enviados por el Gobierno en los meses de junio y julio, tenga en algunos casos una explicaci¨®n t¨¦cnica y en otros una motivaci¨®n pol¨ªtica, entendiendo por tal las negociaciones de pasillos entre los principales grupos parlamentarios. Ser¨ªa necesario, sin embargo, que el presidente del Congreso hiciera de cuando en cuando un balance p¨²blico de los trabajos de su C¨¢mara e informara a la opini¨®n del estado en que se encuentra cada proyecto.
M¨¢s grave resulta todav¨ªa el par¨®n del Gobierno, que -con la excepci¨®n notable de la ley del Defensor del Pueblo- se ha apoderado de la iniciativa legislativa en r¨¦gimen de monopolio. Su par¨¢lisis en este terreno, as¨ª, corta el grifo de entrada en el Congreso de los proyectos de ley. Mientras, en el mes de septiembre, su buen trabajo en los meses de junio y julio, la tensi¨®n y los esfuerzos consagrados a los estatutos de autonom¨ªa y la pausa veraniega de agosto le hac¨ªan acreedor de un margen de confianza para cubrir su ligero retraso, a finales de octubre empieza a resultar preocupante el incumplimiento del calendario legislativo anunciado a bombo y platillo en su d¨ªa por el ministro de la Presidencia. Resulta as¨ª que de los trece proyectos de ley comprometidos para los tres ¨²ltimos meses s¨®lo ha llegado al Congreso la ley org¨¢nica del Consejo de Estado, mientras otros dos proyectos aprobados en principio por el Consejo de Ministros -la ley de Autonom¨ªa Universitaria y la reforma del C¨®digo Penal- parecen haberse extraviado en el camino hacia el palacio de la carrera de San Jer¨®nimo. Los diez textos restantes, algunos de vital importancia para el desarrollo constitucional, esperan todav¨ªa la ?luz verde? del palacio de la Moncloa o el arbitraje por el presidente del Gobierno de los conflictos y desacuerdos que enfrentan a sus desunidos ministros.
Para refrescar la memoria, recordaremos las materias de esos proyectos condenados temporalmente al limbo: regulaci¨®n de la huelga, Administraci¨®n central del Estado, protecci¨®n p¨²blica. a la vivienda, refer¨¦ndum, poder judicial, ministerio fiscal, r¨¦gimen local, Tribunal de Cuentas, divorcio y protecci¨®n a la familia.
En diversas ocasiones hemos se?alado que la defensa del r¨¦gimen parlamentario contra los ataques que le dirigen los enemigos de las libertades y de las instituciones representativas tiene su mejor arma en la transparencia, honestidad y eficacia de la vida p¨²blica democr¨¢tica. Si los mecanismos del trabajo legislativo, ya de por s¨ª complicados en un sistema parlamentario, quedan bloqueados o trabados por un Gobierno que no cumple con su propio calendario y unos diputados m¨¢s preocupados por conocer el resultado de las negociaciones de pasillos entre sus l¨ªderes que por hincar el diente a los proyectos llegados al Congreso, la clase pol¨ªtica incurre en la grave responsabilidad de estar ofreciendo un flanco desguarnecido y culpable a los dardos disparados desde la ultraderecha. El prestigio de las instituciones democr¨¢ticas debe ser guardado, ante todo, por quienes desempe?an los principales papeles en su funcionamiento y est¨¢n obligados a cumplir sus tareas con honestidad, eficacia y seguridad.
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