Educaci¨®n f¨ªsica y titulaciones en la ley
Jefe de Estudios del INEF (Madrid)
A la ?alarmante oscuridad? con la que se est¨¢ llevando a cabo el debate del proyecto de la ley de Cultura F¨ªsica y Deportes, como precisaba en esta misma tribuna el senador Delgado Ruiz, hay que unir el curioso silencio de los medios de informaci¨®n y la ausencia cr¨ªtica que sobre el tema existe. Supongo que ello debe ser propio e inherente del devenir del juego pol¨ªtico de silencios, pactos y otros devaneos: comparar las p¨¢ginas dedicadas a esta ley con las columnas vertidas en los anteproyectos de otras del actual calendario parlamentario manifiesta o la m¨¢s dura indiferencia hacia el tema o, por el contrario, el deseo de ?oscurecer y empobrecer? su contenido y la esencia misma del proyecto (la secci¨®n deportiva de EL PA?S supone la excepci¨®n por su atenci¨®n y dedicaci¨®n al tema).
?Educaci¨®n f¨ªsica o cultura f¨ªsica? ?Problemas de palabras, de conceptos o simple y llanamente ?situaci¨®n en la Administraci¨®n? de un texto? Hay que bucear en el fondo, no en la superficie. Si es por el articulado que la ley dedica a la educaci¨®n f¨ªsica, es evidente que al Ministerio de Educaci¨®n el tema no le enloquece y aqu¨ª est¨¢, precisamente, la l¨ªnea de salida del problema. Creo que esta ley nace en un ministerio por obligaciones administrativas y con ramificaciones (el articulado referente a educaci¨®n f¨ªsica) que har¨¢n dudoso no s¨®lo su crecimiento, sino el propio per¨ªodo de lactancia. La educaci¨®n f¨ªsica y el deporte est¨¢n unidos en el proceso educativo de forma tal que el Ministerio de Cultura carga con un peso y una responsabilidad que en s¨ª no le corresponde. Si hay que pensar que de ah¨ª procede el t¨ªtulo de la ley (cultura f¨ªsica), hay que asombrarse ante tal ingenuidad.
Parece ser que en la ley se va a aprobar que la educaci¨®n f¨ªsica ?se imparta con car¨¢cter obligatorio en los distintos niveles educativos?, y esto, que en principio no es nuevo, resulta que se lo dicen al Ministerio de Educaci¨®n desde el de Cultura, acept¨¢ndolo aqu¨¦l sin m¨¢s, vaya. Y hay que preguntarse: ?qui¨¦n pone en marcha los planes, los controla, con qu¨¦ presupuestos, insert¨¢ndolos en la ley de Educaci¨®n por las buenas? Algunas dudas en este aspecto han debido surgir en la Comisi¨®n de Cultura del Congreso cuando se intenta ahora comprometer al Ministerio de Educaci¨®n para que en un plazo determinado adecue el contenido de la ley en esta parcela. Qu¨¦ gran ocasi¨®n se desaprovecha para finalizar con esta imprecisi¨®n. Si esta ley va a marcar la pol¨ªtica que en educaci¨®n f¨ªsica debe mantenerse en la ense?anza, tiene que reflejarse n¨ªtidamente en el contenido, no en las transitorias, o bien en una ?ley al alim¨®n? que comprometa y responsabilice, presentada por ambos ministerios.
Y todo ello, y la opini¨®n p¨²blica debe saberlo, porque los p¨¢rrafos m¨¢s breves de la ley, los referidos a la educaci¨®n f¨ªsica en sus niveles escolares, afectan a toda la inmensa poblaci¨®n educativa y, como consecuencia, a todos los ciudadanos. Parece ser que lo fundamental en el contenido se refiere al innumerable articulado sobre estructuraci¨®n y composici¨®n de infinitos ¨®rganos de administraci¨®n y gesti¨®n de lo deportivo (esto s¨ª que es m¨¢s propio del Ministerio de Cultura). La parcelaci¨®n de educaci¨®n f¨ªsica, por un lado, y deporte, con sus ramificaciones, no pueden despegarse en la acci¨®n educacional por mucha imperiosidad administrativa que exista; en este sentido, esta ley es una ley del Ministerio de Cultura en tanto en cuanto el deporte depende org¨¢nicamente de ese Ministerio y por del de Educaci¨®n, como debiera serlo en esta parcela educativa.
En el INEF, centro desde donde escribo y en el que, como profesor y jefe de Estudios actual, vivo la problem¨¢tica y escarceos de la ley, las interrogantes nos devoran y asedian; desde la titulaci¨®n, nunca abordada, de los profesionales hasta el asentamiento definitivo de nuestro centro, nos llenan de intranquilidad. Son muchos los a?os esperando que nuestros estudios se identifiquen con la universidad, como ya se preve¨ªa en esp¨ªritu en la ley de 1961 (s¨ª, s¨ª, hace dieciocho a?os), que nos asombra la redacci¨®n del articulado que nos contempla en tanto en cuanto sigue produci¨¦ndose la separaci¨®n de dependencia org¨¢nica, a trav¨¦s del Consejo Superior y, por tanto, del Ministerio de Cultura, por un lado, y la concesi¨®n de t¨ªtulos y equiparaci¨®n acad¨¦mica, por otro (Ministerio de Educaci¨®n). Una vez m¨¢s a caballo ante la Administraci¨®n sin definici¨®n absoluta respecto a los deseos tantas veces proclamados de la inserci¨®n del INEF, a nivel de facultad y en el ministerio correspondiente. ?C¨®mo puede entenderse tanta indiferencia? Quiz¨¢ simplemente la respuesta est¨¦ y haya que decirlo que en Educaci¨®n y Universidades no quieren ni o¨ªr hablar de educaci¨®n f¨ªsica.
Existe a¨²n m¨¢s intranquilidad en nuestro alumnado y profesorado. Si la ley prev¨¦ que los t¨ªtulos de profesor de educaci¨®n f¨ªsica del INEF los conceda el Ministerio de Educaci¨®n, sin embargo, olvida absolutamente algo que precisamente le afecta m¨¢s al CSD: la equiparaci¨®n de los estudios de maestr¨ªa de deportes o especialidades deportivas o como quiera llamarse. Problema grave, conocido, pero no afrontado con la claridad necesaria. Se precisa recordar que en la ley de 1961 (hasta que no se apruebe la presente todav¨ªa en vigor), en su cap¨ªtulo 6.?, art¨ªculo XV, y referente al INEF, se habla de la creaci¨®n del mismo ?para la formaci¨®n y perfeccionamiento del profesorado de educaci¨®n f¨ªsica y de los entrenadores deportivos?. En raz¨®n de ello, desde su fundaci¨®n, el INEF ha realizado y desarrollado en sus planes de estudios un complemento, inseparable, por otra parte, en las maestr¨ªas deportivas en diferentes especialidades y que han producido ya profesionales deportivos de reconocido valor. La paradoja surge cuando ?nos encontramos? sin valoraci¨®n ni titulaci¨®n profesional de estos alumnos a nivel oficial, sin que se recoja esta situaci¨®n en la ley.
?Otra posibilidad que se pierde? El CSD no desea presionar a las federaciones para equiparar y valorar estos estudios; sin embargo, precisa claramente en la ley que s¨®lo ellas, las federaciones, pueden conceder los t¨ªtulos de t¨¦cnicos deportivos en sus distintos niveles. Incongruencia grave, p¨¦rdida de dinero, de inquietudes, de profesionales, en suma. ?C¨®mo puede entenderse que un estudiante de INEF que ha finalizado una especialidad de cualquier deporte de los que se estudian en el centro, a trav¨¦s de unos programas desarrollados en 288 horas aproximadamente de materias t¨¦cnicas, 144 horas de inserci¨®n de dicho deporte dentro de la educaci¨®n f¨ªsica y durante cuatro cursos la formaci¨®n te¨®rica de asignaturas fundamenta les para el entrenador (fisiolog¨ªa, anatom¨ªa, psicolog¨ªa, biomec¨¢nica, fisiolog¨ªa del esfuerzo, teor¨ªa y pr¨¢ctica del entrenamiento, etc¨¦tera) y todo ello no se reconozca como equiparable a los aproximada mente treinta d¨ªas intensivos que suponen la suma de los cursos provinciales y nacionales en las distintas escuelas federativas? Las federaciones no han reconocido nunca la titulaci¨®n que el INEF pretendi¨® dar de maestro en deporte, de la especialidad deportiva estudiada, y los intentos de valoraci¨®n de t¨ªtulos con las federaciones han estado faltos de coordinaci¨®n y, lamentablemente, la situaci¨®n no se precisa en el contenido de la ley, por lo que a nivel de t¨ªtulo deportivo los alumnos del INEF se encuentran m¨¢s hu¨¦rfanos a¨²n que en la titulaci¨®n de profesor propiamente dicha. ?Qu¨¦ olvido a la formaci¨®n cient¨ªfica de los t¨¦cnicos deportivos que tan a mano tiene el deporte espa?ol!
Lejos de nuestro ¨¢nimo el caer en la pedanter¨ªa, en la autosuficiencia de nuestro Instituto, que naturalmente tiene sus defectos, pero hay que hablar con la humildad de la realidad. Una ley tan larga que se detiene en muchas cues tiones peque?as, deber¨ªa enriquecerse en precisiones y contenidos importantes para el deporte y, desde luego, no dejando al azar posibles acuerdos e interpretaciones posteriores. Esperamos; aqu¨ª seguiremos trabajando por lo que creemos y a mamos.
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