La pol¨ªtica, frente al chantaje
NO EXISTE un sistema moral de pesas y medidas aplicable al terrorismo. Este no es catalogable en ?halcones? o ?palomas? por m¨¢s que pudiera ser cierta la existencia de gradaciones en sus planteamientos ut¨®picos, su capacidad para mayores o menores crueldades, individuales o colectivas, y sus exigencias a corto plazo, a cada acci¨®n agresiva contra el Estado, en el eterno chantaje que utilizan los terroristas de las sociedades de Occidente que se autogobiernan democr¨¢ticamente. As¨ª, cuando se produjo la a¨²n oscura escisi¨®n de ETA entre el tronco original y estrictamente ?militar? y los llamados ?polis-milis?, vino a simplificarse la diferenciaci¨®n aludiendo a que los primeros disparaban a la cabeza y los segundos a las piernas. Luego se demostrar¨ªa que ?los que disparaban a las piernas? eran capaces de generar matanzas indiscriminadas en las estaciones ferroviarias de Madrid y en su aeropuerto.Tampoco es necesaria la casu¨ªstica para que cualquier intento de an¨¢lisis del fen¨®meno del terrorismo en las democracias parlamentarias conduzca indefectiblemente a su absoluto rechazo con los elementos de juicio que aportan la ¨¦tica, la moral, el respeto a la vida y la libertad de los hombres. Resulta del todo indefendible la extorsi¨®n, el asesinato y la toma de rehenes como elementos v¨¢lidos de an¨¢lisis y negociaci¨®n pol¨ªticas. As¨ª las cosas, tanto da, desde esta perspectiva, la locura de la toma de rehenes estadounidenses en Teher¨¢n, locura sintom¨¢tica de la desintegraci¨®n de un Estado, como el criminal ?arresto? que se arroga ETA (p-m) sobre la persona del se?or Rup¨¦rez.
Los Estados democr¨¢ticos bien se sabe que son imperfectos y, consecuentemente, mejorables, pero los avances de que son susceptibles en su organizaci¨®n social jam¨¢s se lograr¨¢n por los caminos ya t¨®picos del terrorismo. La aceptaci¨®n de las tesis terroristas no conduce a la mejora de la organizaci¨®n del Estado, sino a su sustituci¨®n por otro en el que, parad¨®jicamente (y aqu¨ª coinciden los terrorismos de extrema derecha y extrema izquierda), el fen¨®meno del terror organizado se diluir¨ªa irremisiblemente en un totalitarismo subrayado por la beligerancia de los aparatos de seguridad del Estado.
Ahora bien; ser¨ªa un error poner todos los acentos en las leg¨ªtimas condenas del terrorismo -que, sin duda, muchas veces degenera en mera psicopatolog¨ªa- y olvidar simplistamente que parte de ese terrorismo calza cierta estrategia, cierta siniestra l¨®gica,
A este respecto, ETA (p-m), con el brutal y doble asalto a la libertad personal y a la representaci¨®n parlamentaria del se?or Rup¨¦rez, acaba de plantear unas exigencias para su liberaci¨®n sospechosamente ?bajas? (liberaci¨®n de cinco etarras presos y supuestamente enfermos y la puesta en marcha de una comisi¨®n de encuesta sobre la poblaci¨®n penal vasca protagonizada por el Consejo General Vasco). En estas mismas p¨¢ginas se publica una entrevista reveladora con la direcci¨®n de ETA (p-m). Ayer mismo, este peri¨®dico alud¨ªa a los contactos -siempre oficialmente desmentidos- entre esta organizaci¨®n y funcionarios del Gobierno de cara a una tregua terrorista y al desenganchamiento de los ?polis-milis? de sus primos hermanos de ETA militar. Ante estos hechos, el Gobierno no debe ceder a un chantaje que puede tener efectos multiplicadores, pero tiene la obligaci¨®n de aportar respuestas pol¨ªticas en el m¨¢s imaginativo sentido de la palabra.
Sabemos que es f¨¢cil decir esto y m¨¢s dif¨ªcil hacerlo. El Gobierno va a ser comprendido, por eso, en sus errores, pero nunca en sus verg¨¹enzas. La situaci¨®n creada en el Pa¨ªs Vasco tras la aprobaci¨®n del Estatuto, la ofensiva terrorista y la respuesta de dudosa eficacia que el Ministerio del Interior est¨¢ instrumentando son suficientes para pedir una vez m¨¢s una comparecencia p¨²blica como es debido del presidente del Gobierno, para que al final los espa?oles sepamos que existe un proyecto pol¨ªtico, bueno o malo, el que sea, del Gobierno de UCD respecto al problema vasco.
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