El Papa anuncia nuevas normas para las monjas de todo el mundo
Juan Pablo II ha anunciado que est¨¢ en preparaci¨®n una ?regla de vida estable? para el mill¨®n de monjas de todo el mundo. Lo ha anunciado en un importante discurso, con motivo de la reuni¨®n internacional de todas las superioras generales, en Roma.
Es un hecho muy significativo. Es la respuesta negativa de la Santa Sede a las muchas peticiones que durante estos a?os de posconcilio hab¨ªan llegado al Vaticano de los institutos femeninos m¨¢s avanzados, para poder experimentar nuevas formas de vida religiosa. Algunos ejemplos concretos: poder vivir fuera de la comunidad, solas o en grupo; participar m¨¢s directamente en la vida de la gente m¨¢s pobre, habitando en sus barrios, en vez de seguir en los conventos; poder desarrollar un trabajo como las dem¨¢s mujeres, incluso en las f¨¢bricas. Las m¨¢s avanzadas ped¨ªan incluso una forma de vida religiosa sin el voto de castidad, es decir, como casadas.En su discurso, el Papa les ha dicho textualmente: ?Despu¨¦s de los a?os de experiencia dedicados al aggiornamento de la vida religiosa, seg¨²n el esp¨ªritu del propio instituto, ha llegado el momento de valorizar, objetiva y humildemente, las tentativas realizadas, para reconocer los elementos positivos, las eventuales desviaciones y poder preparar una regla de vida estable, aprobada por la Iglesia, que deber¨¢ constituir para todas las religiosas un est¨ªmulo y un conocimiento m¨¢s profundo de sus deberes y una fidelidad gozosa en vivirlos.?
En qu¨¦ consistir¨¢ concretamente esta regla, igual para el mill¨®n de monjas de los cinco continentes, no lo ha dicho el Papa, pero sus l¨ªneas fundamentales ya se pueden entrever. Juan Pablo II ha hablado a la superioras generales de ?adhesi¨®n filial y de fidelidad a toda prueba a la Iglesia, esposa de Cristo?. A?adi¨® que deben ser ciertamente fieles al carisma de su propio instituto, pero, sobre todo, fieles a Cristo, a la Iglesia ?a aquel que Cristo ha colocado como su vicario en la Tierra?.
El peligro del secularismo
El papa Wojtyla ha anticipado algunos elementos de esta futura regla ¨²nica: la obligaci¨®n de la vida comunitaria, del h¨¢bito religioso y la ruptura con todo tipo de secularismo. Esto significa que toda una serie de experiencias que se estaban llevando a cabo, sin la aprobaci¨®n oficial de la Santa Sede, pero permitidas ad experimentum, tanto por algunas superioras religiosas como por algunos obispos, sobre todo en Am¨¦rica y en Europa central, se acabar¨¢n definitivamente. Todas las monjas tendr¨¢n que acatar esta nueva regla ?aprobada por la Iglesia?.El Papa se ha mantenido, pues, en la misma l¨ªnea de su ¨²ltimo viaje a Estados Unidos. Ayer, entre las superioras generales, estaba la madre Teresa Kane, presidenta de todos los institutos de religiosas de Estados Unidos, aqu¨¦lla que tuvo el valor de presentarse en Washington, el 7 de octubre pasado, a pronunciar su discurso al Papa, sin h¨¢bito religioso y reivindicando para todas las mujeres el derecho de llegar al sacerdocio, a pesar de que el Papa lo hab¨ªa rechazado ya, el d¨ªa anterior, en un discurso en Filadelfia.
Juan Pablo II, aun reconociendo ?la evoluci¨®n positiva de la vida religiosa m¨¢s eclesial y apost¨®lica?, afirm¨® ayer a todas las representantes de las religiosas que ?no se puede ignorar que ciertas opciones concretas, aunque sugeridas como buenas pero no siempre iluminadas en sus intenciones, no han ofrecido al mundo la verdadera imagen de Cristo, que la religiosa debe ofrecer a los hombres?. ?El posconcilio?, ha a?adido el Papa, ?ha sido rico en nuevas experiencias, pero tambi¨¦n expuesto a errores y desviaciones.?
?Har¨¢ lo mismo el papa Wojtyla con las congregaciones e institutos masculinos? Ayer, en el Vaticano, se afirmaba que es lo m¨¢s probable.
Tres versiones del discurso
Por lo que se refiere a algunos pasajes del discurso, por ejemplo el del h¨¢bito religioso, los observadores vaticanos han podido observar que ha habido tres versiones distintas del discurso del Papa: la de las palabras directas de Juan Pablo II, la del discurso entregado por la sala de prensa y publicado en el bolet¨ªn oficial de la Santa Sede y la de L' Osservatore Romano. La diferencia no es fundamental, pero s¨ª significativa. de las muchas manos que tienen inter¨¦s en manejar de un modo u otro las palabras del Papa. Hay quien afirma que, de todos modos, en tiempos pasados era peor. S¨®lo ahora un peri¨®dico ha publicado los discursos de Pablo VI, en algunos barrios de Roma, recogidos de la grabaci¨®n directa de un periodista. L'Osservatore Romano los hab¨ªa censurado. Lo mismo ocurr¨ªa con Juan XXIII, quien incluso dec¨ªa, cuando pronunciaba sus discursos: ?Tomad nota de esto porque no lo leer¨¦is en L'Osservatore Romano, que es m¨¢s prudente que el Papa.?
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