Plaza de Oriente
Hace poco, C¨¦sar Alonso de los R¨ªos dio como portada de La Calle un grupo de intelectuales as¨ª llamados (dice Baroja que ?da mucha verg¨¹enza llamarse uno intelectual a s¨ª mismo?, mayormente porque ni ¨¦l ni yo lo somos), bajo la r¨²brica ?D¨®nde est¨¢n los intelectuales? Yo, doncel como soy, cre¨ªa que est¨¢bamos all¨ª, en una tarde aterida, a la sombra de bronce del caballo de Felipe IV, cuyo equilibrio inestable vinieron a calcular grandes ingenios renacentistas, y por eso dura.Aranguren, D¨ªez-Alegr¨ªa, Rosa Chacel, Claud¨ªn, Lucio Mu?oz, Lled¨® y algunos otros, una dulce basca desastrada, entre la estatura de Aranguren, adusto de fr¨ªo como un rey godo, la dulzura/ distancia de Rosa Chacel, Virginia Woolf del 27, Misstres Doloway vallisoletana, el cuello de tirilla del jesu¨ªta (que tiene algo de m¨²sico republicano al que la contrarrevoluci¨®n le ha quemado el piano) y los pantalones rojos de los pl¨¢sticos. Qu¨¦ contentos con nuestra foto y portada. En cuanto nos fuimos, como quien dice (dada la aceleraci¨®n hist¨®rica de la Historia y el calendario de cocina), llegaron los ochocientos mil (a ojo) de Franco/ Franco /Franco, a ti te lo debemos.
Plaza de Oriente. ?D¨®nde est¨¢n los intelectuales? Otra vez y siempre, en pelot¨®n ralo y escaso frente al dulce piquete de fusilamiento de la vanidad que son los fot¨®grafos. La Historia va o viene por otro lado. Cuando nosotros sal¨ªamos por una calle de la plaza, con fr¨ªo y dolor de Espa?a, de costado y de re¨²ma, como siempre, por otra calle llegaban, con gr¨ªmpolas y gallardetes, banderas y carrasclases metaf¨ªsicos, los capaces de llenar la Plaza, que llamaron del Caudillo.
Gir¨®n, Carmen Franco, Pilar Primo, Pi?ar. Cuatro acu?aciones espa?olas que sal¨ªan a doscientos mil suscriptores a gritos por acu?aci¨®n. En la noche del 19/20N, Otero Besteiro y yo nos hemos dado unas pasadas, en su mercedes, por la carretera de La Coru?a o V¨ªa L¨¢ctea del Santo Sepulcro, que se engrandec¨ªa de banderas, luces, coches, patriotas a pie, juventudes y, como ha dicho Pi?ar, ?mujeres femeninas y bellas?. ?Acaso ser¨ªamos capaces nosotros -a?os de Aranguren, desenga?os de Rosa Chacel, carrocismo de este que lo es- de irnos a pie hasta el cementerio civil, en la noche crudiza e inverniza, por llevarle una corona de mirto laico a Pablo Iglesias?
En la medida en que la Historia es cosa pedestre, oficio de infanter¨ªa intelectual que se hace andando, los llamados intelectuales no tenemos nada que hacer en la Historia, como tanto explica Aranguren, o sea que no se nos arregla. Cualquier partido pol¨ªtico puede llenar la Plaza de Oriente, claro, si le dejan, de modo que incluso los medios adversos est¨¢n magnificando esa concentraci¨®n concentracionaria del domingo. Pero ?y ese manojo desflecado de escritores y artistas, ese lumpem escaso y aterido de la Historia de ahora mismo, ese ramo de par¨¢sitos de los pol¨ªticos que son/somos los intelectuales? Yo cre¨ªa que, siquiera con nuestra vanidad, llen¨¢bamos la Plaza. Pero a nosotros, la Plaza de Oriente nos viene grande. La brillante iniciativa period¨ªstica de C¨¦sar Alonso tiene respuesta numerosa (y no violenta, por suerte) en el bloque patriota del domingo. La portada del ABC del martes, populosa de una multitud ecuestre montada en el solo caballo de Pav¨ªa, abofetea la portada de La Calle, y el sepia del ABC pasa como un caqui marcial por sobre nuestra friolenta gloria de cuatricom¨ªa. ?Que est¨¢s haciendo derrotismo, t¨ªo?, salta mi pasota pasad¨ªsima. No. Ya digo que cualquier partido puede otro tanto y mucho m¨¢s, pero la corta basca intelectual, cuando se mete a llenar plazas, bajo el vientre militar de un caballo real, no da ni para rodear una farola rom¨¢ntica y alfonsina. Aquella tarde me fui contento, feliz de que ¨¦ramos pocos, cayendo una vez m¨¢s en minorismo de izquierdas, tan solista de arpa como el de derechas, y que tambi¨¦n se coge el arpa con papel de fumar. Al fin lo entiendo: la inteligencia no puede llenar plazas.
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