Una fe de ley y sumisi¨®n
Hay ocho palabras en ¨¢rabe que resumen la creencia central de los 750 millones de musulmanes del mundo: ?No hay m¨¢s Dios que Al¨¢, y Mahoma es su profeta.? Cinco veces al d¨ªa, desde Yakarta a Samarcanda, pasando por Lagos, los fieles recitan esta shahada (declaraci¨®n de fe) cuando los muezzines les llaman para adorar a Dios.En las oraciones diarias prescritas, un musulm¨¢n piadoso no pide favores a Dios, ni materiales ni espirituales, sino consejos y perd¨®n. La palabra Islam significa sumisi¨®n, y el aut¨¦ntico musulm¨¢n somete su vida a la divina voluntad de una deidad que es el Compasivo, el que Todo lo Sabe, el Fuerte, el Protector, el Todo Poderoso, por citar tan s¨®lo algunos de los tradicionales 99 ?m¨¢s hermos¨ªsimos nombres? de Dios.
Los musulmanes creen que Dios ordena todo lo que pasa en el Universo. Algunos intelectuales occidentales sostienen que esta doctrina conduce a una especie de fatalismo pasivo, aunque los te¨®logos isl¨¢micos niegan fuertemente que el qadar (la voluntad divina) niegue la libertad de acci¨®n de una persona. Seg¨²n Muhamad Abdul Rauf, director del Centro Isl¨¢mico de Washington, significa simplemente que ?cuando nos sucede alguna desgracia, nos resignamos, por ser algo que viene de Dios, en lugar de desesperarnos?.
El Islam resalta la unicidad del Creador y prohibe estrictamente el shirk; es decir, la asociaci¨®n de cualquier persona o cualquier cosa con la divinidad de Dios. Junto con Mois¨¦s y Abraham, Jes¨²s es reverenciado por los musulmanes como uno de los veinticinco profetas de Dios que aparecen en las escrituras, y el Islam acepta tanto su nacimiento virginal como sus milagros. Pero los musulmanes creen que la fe cristiana en la divinidad de Jes¨²s es polite¨ªsmo. No les gusta que les llamen mahometanos, ? porque eso sugiere que el papel de Mahoma en el Islam es semejante al de Jes¨²s en el cristianismo. El profeta es reverenciado como el ¨²ltimo mensajero de Dios a la humanidad, aunque no es adorado como un ser divino.
Por aceptar la Biblia, los jud¨ªos y los cristianos tienen un puesto especial en el Islam como ?los pueblos del Libro?. Los musulmanes creen tambi¨¦n que la. Biblia, en su forma actual, est¨¢ viciada, y que la verdadera religi¨®n fue revelada tan s¨®lo a Mahoma. Estas revelaciones est¨¢n contenidas en el Cor¨¢n, palabra ¨¢rabe que significa recitaci¨®n. Algo m¨¢s breve que el Nuevo Testamento, el Cor¨¢n contiene pocos p¨¢rrafos de narraci¨®n. Hay evocaciones de la magnificencia divina en prosa rimada, descripciones floridas del duro destino que aguarda a los que, a sabiendas, ignoran la voluntad de Dios, e instrucciones detalladas de maneras espec¨ªficas en las que el hombre debe someterse a su creador.
Cinco pilares de la fe
Las obligaciones espirituales b¨¢sicas del Islam se resumen en los llamados cinco pilares de la fe. Estos son: 1) Aceptar la shahada. 2) Las oraciones diarias a Dios, mirando a La Meca. 3) Hacer obras de caridad. 4) Ayunar durante las horas de luz del Ramad¨¢n, un mes de veintinueve o treinta d¨ªas del calendario lunar del Islam (1). 5) Realizar el hach, o peregrinaje a La Meca, al menos una vez en la vida, si se es econ¨®mica o f¨ªsicamente capaz. Algunos musulmanes argumentan que hay un sexto pilar de la fe, el yihad. Esta palabra se traduce frecuentemente como ?guerra santa?; en realidad, puede referirse a muchas formas de lucha por la fe, tal como una lucha interior por la purificaci¨®n o la extensi¨®n del cumplimiento religioso isl¨¢mico y de la justicia por los medios que haga falta.
Durante el hach, los peregrinos acuden en multitud a La Meca; los hombres, ataviados con dos prendas blancas sin costuras y sandalias, y las mujeres, con una t¨²nica blanca que les cubre de la cabeza a los pies. Los peregrinos dan varias vueltas a la Kaaba, un edificio de piedra c¨²bico, cubierto con un dosel negro con bordados en oro, en cuya pared exterior est¨¢ colocada la Piedra Negra. El interior, actualmente vac¨ªo, alberg¨® en otro tiempo ¨ªdolos paganos, que Mahoma destruy¨®. Los peregrinos visitan tambi¨¦n otros lugares santos, hacen una representaci¨®n de la b¨²squeda de agua de Agar, madre de la naci¨®n ¨¢rabe; llevan a cabo una vigilia en el monte Arafat, lugar donde el profeta dio su ¨²ltimo serm¨®n, y realizan un sacrificio ritual de cabras, ovejas y camellos.
Un reliquia medieval
Tambi¨¦n se espera que el fiel musulm¨¢n observe el Shariaa, que significa ?el camino a seguir?. Basado en el Cor¨¢n, en las obras y las palabras de Mahoma y en el consenso de los eruditos isl¨¢micos, el Shariaa no se trata tan s¨®lo de una recopilaci¨®n de derecho criminal y civil, sino m¨¢s bien de un complejo c¨®digo de ¨¦tica, moralidad y obligaciones religiosas que abarca todos los aspectos de la vida. Es un sofisticado sistema de jurisprudencia que resume 1.450 a?os de experiencia y que se adapta constantemente, de manera muy sutil, a las nuevas circunstancias.
No obstante, a los ojos de los occidentales, el Shariaa se denigra con demasiada frecuencia como una reliquia de la Edad Media.
Algunas de sus disposiciones parecen ciertamente pavorosamente crueles: a los ladrones comunes se les castiga cort¨¢ndoles una mano, a los ad¨²lteros se les azota o se les lapida, una falsa acusaci¨®n de adulterio a una mujer exige ochenta latigazos, la misma pena que se impone a un musulm¨¢n al que se sorprenda bebiendo alcohol. La equivalencia de estos dos castigos es un buen ejemplo de la l¨®gica del Shariaa. El Cor¨¢n prohib¨ªa beber vino, pero no especificaba el castigo; sin embargo, decretaba ochenta latigazos para los que acusaran en falso. Haciendo la analog¨ªa de que la bebida hace que se tengan alucinaciones y que se digan cosas falsas, los sabios isl¨¢micos decidieron que el castigo deb¨ªa ser el mismo.
Los juristas musulmanes sostienen que la lapidaci¨®n no resulta m¨¢s t¨ªpica en la justicia isl¨¢mica de lo que, por ejemplo, puedan tener de representativas de la tradici¨®n legal occidental las leyes excesivamente fuertes contra la posesi¨®n de drogas. Aparte de todo esto, la amenaza del Shariaa es generalmente m¨¢s severa que la realidad. Al igual que en el derecho com¨²n occidental, se considera inocentes a los acusados hasta haber demostrado su culpabilidad. Para condenar a. los ad¨²lteros es necesario encontrar cuatro testigos que testifiquen que vieron realizar el acto ?l¨ªcito. Adem¨¢s, hay rendijas en la ley, as¨ª como interpretaciones liberales y estrictas. Por ejemplo, un ladr¨®n puede perder la mano tan s¨®lo si roba ?en una sociedad justa?; los tribunales isl¨¢micos han utilizado esta disposici¨®n para librar de este castigo a los hombres que roban porque son pobres y no tienen otro medio de alimentar a sus familias.
Menos divididos que los cristianos
Especialmente en Ir¨¢n, la reintroducci¨®n del Shariaa bajo una Rep¨²blica isl¨¢mica se considera. como una amenaza a los derechos que ganaron las mujeres bajo Ia monarqu¨ªa. Las feministas tienen motivos para quejarse. El derecho isl¨¢mico tolera la poligamia, siempre que un marido trate a sus esposas por igual, y puede poner fin a un matrimonio diciendo simplemente ?me divorcio de ti?, tres veces, delante de testigos. Una mujer puede pedir el divorcio bajo ciertas circunstancias, por ejemplo, si recibe mal trato o si su marido es impotente. Las mujeres deben vestir con modestia, y su herencia se limita a una parte de la de los hombres. En defensa de estas desigualdades sexistas, los especialistas del Shariaa se?alan que el derecho isl¨¢mico estaba muy avanzado para su ¨¦poca. Antes de Mahoma, las mujeres, en Arabia, eran simples bienes muebles. El Cor¨¢n se?ala enf¨¢ticamente que es obligaci¨®n del marido mantener a su esposa (o esposas), que pueden ¨¦stas guardar la dote y que tienen derecho a poseer propiedades, derechos que no aparecieron hasta mucho despu¨¦s en los pa¨ªses occidentales.
Todos los musulmanes aceptan el Cor¨¢n como la palabra eterna de Dios, pero el Islam es, hasta cierto punto, una familia dividida, aunque sus divisiones no son tan extensas como las de la cristiandad. Alrededor del 90% de todos los musulmanes son sunnitas (de la palabra sunna, ?la tradici¨®n del profeta?), que se consideran como los fieles ortodoxos del Islam. En ir¨¢n e Irak, la mayor¨ªa de musulmanes son chiitas (?partidarios? de Al¨ª), que se diferencian de los sunnitas en algunas de sus interpretaciones del Shariaa y en su forma de entender la sucesi¨®n de Mahoma. El profeta dej¨® instrucciones aceptadas por la generalidad de especialistas sobre c¨®mo decidir acerca de la direcci¨®n del Islam tras su muerte. Los sunnitas creen que el principal dirigente deber¨ªa ser nombrado por representantes de la comunidad y confirmado mediante un juramento de fidelidad de todo el pueblo. Los chiitas sostienen que la autoridad espiritual de Mahoma fue traspasada a su primo y yerno Al¨ª y a ciertos de sus descendientes directos, conocidos con el nombre de imanes. La mayor¨ªa de los chiitas iran¨ªes creen que el duod¨¦cimo sucesor de Al¨ª, que desapareci¨® misteriosamente en el a?o 878, sigue todav¨ªa con vida y regresar¨¢ alg¨²n d¨ªa como el Mahdi (el gu¨ªa elegido por la divinidad), un mes¨ªas que establecer¨¢ el reino de Dios sobre la Tierra. Entretanto, los dirigentes religiosos chiitas, como el ayatollah Jomeini, de Ir¨¢n, tienen amplios poderes para aconsejar a los fieles sobre la presunta voluntad del ?Im¨¢n Oculto?. Los eruditos religiosos sunnitas, los ulemas, tienen menos autoridad, aunque ambas ramas del Islam consideran a sus dirigentes maestros y sabios antes que sacerdotes ordenados en el sentido occidental.
Tanto el Islam sunnita como el chiita incluye el Sufismo, movimiento m¨ªstico cuyos seguidores intentan servir a Dios, no simplemente mediante la obediencia de la ley, sino esforz¨¢ndose por unirse a ¨¦l a trav¨¦s de la meditaci¨®n y del ritual. Los musulmanes fundamentalistas, como los puritanos uahab¨ªes de Arabia Saud¨ª, consideran sospechoso el sufisma, porque permite la veneraci¨®n de auliya, m¨¢s o menos el equivalente, de los santos del cristianismo. El Islam tambi¨¦n ha engendrado una serie de v¨¢stagos her¨¦ticos. Uno de ellos es la secta alaui, un grupo minoritario chiita al cual pertenecen la mayor¨ªa de los dirigentes sirios. Los alauis creen en la transmigraci¨®n de las almas y en una especie de trinidad en la cual Al¨ª es Al¨¢ encarnado. Otra es la reservada secta de los druzos de Israel, L¨ªbano y Siria, que se separ¨® del Islam en el siglo XI. Los llamados Musulmanes Negros de Estados Unidos fueron considerados anteriormente, por los musulmanes chiitas, seguidores de una nueva herej¨ªa. Despu¨¦s de adoptar los principios de fe ortodoxos y de desechar una norma que limitaba la participaci¨®n a los negros norteamericanos, la Comunidad Mundial del Islam en Occidente, como se llama actualmente el movimiento, ha sido aceptada como parte de la aut¨¦ntica fe.
El Islam no es una colectividad de almas individuales, sino una comunidad espiritual; las divisiones de sectas, as¨ª como las barreras humanas de raza y clase, a las que se opone el Islam, desaparecen en el hach. Un peregrinaje hecho en otro tiempo, principalmente, por musulmanes de Oriente Pr¨®ximo y de Africa del Norte, el hach se ha convertido en un ritual universal y unificador. Para los que han tomado parte en ¨¦l, el hach act¨²a como un continuo testamento de la visi¨®n del Islam de un poder divino que trasciende todas las debilidades humanas.
(1). Seg¨²n el calendario isl¨¢mico, que se inicia a partir de la H¨¦gira, la huida de Mahoma a Medina, estamos actualmente en el a?o 1399.
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