Jos¨¦ Sainz: "Deseo dejar el cargo, pero ahora tendr¨¦ que aplazar esta decisi¨®n
Jos¨¦ Sainz, director general de Polic¨ªa, no va a dimitir, de momento, como se ha pedido desde la Asociaci¨®n Profesional y la Uni¨®n Sindical de Polic¨ªas, pero no tardar¨¢ mucho en irse, porque ya lo ha advertido reiteradas veces, desde hace tiempo, a sus superiores, seg¨²n ha declarado a EL PAIS. La entrevista, concedida en exclusiva, ?por su insistencia, ya que no tengo ganas de hacer manifestaciones ?, estuvo planteada para conocer su opini¨®n acerca de la petici¨®n de dimisi¨®n, as¨ª como revisar aspectos clave de la actual problem¨¢tica policial.
El director general de Polic¨ªa, Jos¨¦ Sainz, puso dos condiciones para acceder a la entrevista: no contestar si lo consideraba oportuno y conocer el texto a publicar.La conversaci¨®n se sostuvo en su despacho, en presencia del jefe del gabinete de prensa de la Direcci¨®n de la Seguridad del Estado, Miguel Gallego. Dur¨® tres horas, de diez y media de la ma?ana a una y media de la tarde del pasado d¨ªa 12, mi¨¦rcoles, d¨ªa de la liberaci¨®n del diputado ucedista Javier Rup¨¦rez. La entrevista hab¨ªa sido concedida el d¨ªa anterior. El se?or Sainz contest¨® todas las preguntas, excepto dos, de cuantas dio tiempo a. hacerle. Por los cinco aparatos telef¨®nicos y de comunicaci¨®n Interior de su despacho recibi¨® tres llamadas. S¨®lo atendi¨® una.
M¨¢s tarde, una vez le¨ªdo el original, dio su conformidad con las respuestas que se le atribuyen.
"Volv¨ª porque me llamaron"
Jos¨¦ Sainz, de 62 a?os de edad, medalla de oro al M¨¦rito Policial, dimiti¨® en 1975 como comisario general de Investigaci¨®n Social, por discrepancias profesionales, siendo director general de Seguridad Francisco Due?as, ministro del Interior Jos¨¦ Garc¨ªa Hern¨¢ndez y presidente del Gobierno Carlos Arias Navarro. Anteriormente, de 1970 a 1974, estuvo en Bilbao, al mando de la Jefatura Superior de Polic¨ªa.
?Yo volv¨ª porque me llamaron dice Jos¨¦ Sainz, director general de Polic¨ªa. ?Estaba en situaci¨®n de supernumerario, fuera del cuerpo, desde la primavera de 1975, por una decisi¨®n que tom¨¦, por disconformidad por asuntos precisamente profesionales, que se daban en alguna regi¨®n conflictiva, entre otras cosas. As¨ª es que dimit¨ª como comisario general de Investigaci¨®n Social y me destinaron como comisario cuarto jefe a la comisar¨ªa de Fuencarral, donde estuve cuatro o cinco meses, y luego, como comisario jefe, a la de Chamart¨ªn, hasta que all¨ª fueron a buscarme de una empresa privada, y me fui, y pas¨¦ a la situaci¨®n de supernumerario.?
?Cuando me llamaron para que regresara estaba muy satisfecho en mi trabajo en aquella empresa. Pero insistieron. Mart¨ªn Villa era ministro. Yo no lo conoc¨ªa personalmente. El director general, Mariano Nicol¨¢s, me insisti¨® mucho, me dijeron que era necesario, que ten¨ªa prestigio, en fin, habl¨¦ en la empresa y me concedieron la excedencia y, me incorpor¨¦ de nuevo a la polic¨ªa. Resulta que lo hice como subdirector general. Nunca me hablaron de esto. Pero, si decid¨ª volver, igual me daba un puesto que otro. Ahora se habla mucho, pero a ver cu¨¢ntos han dimitido para pasar a ganar un sueldo menor teniendo familia numerosa.?
?Al regreso, llegu¨¦ con ganas de corregir aquello que hab¨ªa criticado. Lo he hecho hasta donde he podido. Mi primera idea era modificar el reglamento de la polic¨ªa y adaptarlo a las exigencias del momento. Otra, la de crear una asociaci¨®n de funcionarios. Todo esto, antes de que existiera nada similar. Y as¨ª se hicieron los primeros borradores de los estatutos asociativos y del reglamento, para lo cual personalmente llam¨¦ a funcionarios de base y de la periferia que hab¨ªan manifestado inquietudes de este tipo. ?
?Pero no hay que dejar de tener en cuenta y aqu¨ª el director general abre como un par¨¦ntesis, ?cu¨¢l es el cometido real del subdirector de la Direcci¨®n General de Seguridad, antes, y del director general de la Polic¨ªa, ahora. Que es el segundo de la direcci¨®n, sin facultades de decisi¨®n.?
?As¨ª es que?, y vuelve al hilo anterior, ?todos esos trabajos los hice para someterlos a la direcci¨®n, pero no tenla atribuciones para decidir. Era por octubre de 1977. Y fue despu¨¦s cuando Mart¨ªn Villa dijo en la Escuela de Polic¨ªa aquello de que los funcionarios deb¨ªan sindicarse, cosa que caus¨® bastante sorpresa, y de ah¨ª sigui¨® ya el movimiento asociativo.?
?A partir de ah¨ª, las asociaciones mantuvieron frecuentes contactos conmigo hasta hace algunos meses, en que han prescindido de tales. contactos para celebrarlos a niveles superiores e inferiores de esta direcci¨®n. En dichas entrevistas me limit¨¦ a aconsejarlos en aquello que mi experiencia profesional me lo permit¨ªa. Por ejemplo, cuando el manifiesto del dolorosamente hartos, les dije que me parec¨ªa un error, porque ello repercutir¨ªa desfavorablemente para la imagen y prestigio corporativos. Como as¨ª fue.?
?Sigo creyendo que su papel ha sido positivo. El fallo es el de enjuiciamos a los que tenemos cargos de responsabilidad, como si esto fuera una empresa y los estuvi¨¦ramos explotando. Aqu¨ª vamos todos en la misma barca. Parece que si se hace algo que no ha partido de ellos, est¨¢ mal, y resulta que, con frecuencia, han propuesto cosas que ya estaban en marcha, con el fin de atribuirselas. Se han quejado mucho de la existencia de favoritismos; pues bien, no s¨¦ si habr¨¢ alg¨²n caso, pero aseguro que he luchado contra eso y de forma radical. Y creo que la existencia de las asociaciones se justificar¨ªa aunque s¨®lo fuera como apoyo para erradicar ese favoritismo, si alguna vez vuelve a producirse.?
Jos¨¦ S¨¢inz pasa ya al final de esta etapa. ?En marzo pasado, el 25, se produce mi jubilaci¨®n. Y yo precisamente fui quien promovi¨® que el subdirector general fuese de la escala profesional y en activo, es decir, que no quer¨ªa el cargo para m¨ª. Quer¨ªa irme, pues ya era mi hora de jubilaci¨®n. Sin embargo, me volvieron a pedir que me quedara. El nuevo ministro, Ib¨¢?ez Freire, y el nuevo director de la Seguridad del Estado, Salazar Simpson.?
Vuelve a hacer como otro apartado y dice: ?A Salazar lo conoc¨ª en Bilbao cuando ¨¦l era gobernador civil. Fui a Bilbao el a?o pasado de forma voluntaria. Le propuse a Mariano Nicol¨¢s que, si le parec¨ªa conveniente, iba. Fue una estancia de unos meses, entre marzo y julio.? Y a una pregunta concreta sobre esto contesta: ?No, yo nunca dije que tuviera contactos con ETA fuera de las dependencias policiales, aunque eso se public¨®.?
De nuevo sigue con el ¨²ltimo periodo. ?Pues bien, acept¨¦ continuar por un plazo breve, que ya se est¨¢ prolongando m¨¢s de lo que dese¨¦. Lo he recordado varias veces y ten¨ªa ya se?aladas fechas. As¨ª es que a estos representantes de las asociaciones les tengo que dar las gracias porque su deseo coincide con el m¨ªo. Ahora bien, con su proceder, con esta petici¨®n amparada en determinada masa, lo ¨²nico que consiguen es que me vaya m¨¢s tarde de lo que ten¨ªa previsto, salvo que mis superiores dispusieran otra cosa. Y en lugar de plantear las cosas as¨ª, masivamente, si ellos est¨¢n dispuestos, yo tambi¨¦n lo estoy a puntualizar todos los asuntos que quieran, individualmente o con una delegaci¨®n representativa de ellos.?
"En la corporaci¨®n hay hombres que merecen todo y otros no tanto"
Y, a modo de empezar tales puntualizaciones, se?ala los siguientes asuntos: ?Por ejemplo, se ha dicho que un comisario de Granada ha sido trasladado forzosamente nueve veces. Pues tal comisario ingres¨® en 1957 en Avila, en 1958 va voluntario a Puigcerd¨¢; en 1960, a Tenefife, tambi¨¦n voluntario, igual que en 1961 a Ayamonte; despues, por elecci¨®n, a Figueras, en 1962, vuelve voluntario a Tenerife en 1963 y de la misma forma va a Tarragona en 1966; luego, forzoso, por ascenso a comisario, se le env¨ªa a Pamplona en 1975, y al mes siguiente, a Eibar, pero le debi¨® entrar alg¨²n tipo de congoja, porque al mes siguiente pidi¨® excedencia voluntaria, y voluntario vuelve en el a?o 1976 a Vich, de donde pasa, por el mismo sistema, a Reus; de aqu¨ª va a Ir¨²n en 1978, por elecci¨®n del director general, en base a que hab¨ªa solicitado una plaza donde pudiera tener mando, pero dos meses despu¨¦s, en enero de 1979, pide el traslado voluntario a Granada. As¨ª es que este se?or, al que no conozco personalmente, es al que se le han hecho tales traslados a sitios donde no habla institutos para sus hijos.?
El director general de la Polic¨ªa consulta unas notas y a?ade: ?En cuanto a los quinientos expedientes que se incoan al, a?o, estas son las aut¨¦nticas cifras: 111, en 105 (veintisiete, por faltas leves; 34, por graves; cuatro, por muy graves; 46 sobrese¨ªdos y 65 sancionados); 86, en 1976 (diecinueve, por leves; treinta, por graves; cuatro, por muy graves; 33 sobrese¨ªdos y 53 sancionados); 101, en 1977 (veintitr¨¦s, por leves; veintinueve, por graves; ocho, por muy graves; 41 sobrese¨ªdos y sesenta sancionados); 142, en 1978 (34, por leves; treinta, por graves; nueve, por muy graves; 69 sobrese¨ªdos y 73 sancionados), y 171, en 1979 (seis, por leves; 53, por graves, seis, por muy graves; 106 sobrese¨ªdos y 65 sancionados).?
Seguidamente, el se?or Sainz aclara: ?Entre estos expedientes hay muchos que son por cosas como perder la placa o la pistola. Y tambi¨¦n los hay por malos tratos. Si se tiene conocimiento de la falta de un funcionario se le expedienta y se le sanciona, si procede; sea lo que sea lo que ha hecho. Pero, desde luego, tiene siempre posibilidad de recurrir y defenderse, como prueba el que muchos sean sobrese¨ªdos. Errores se cometen, aqu¨ª como en todas partes. Sin embargo, quienes piden ahora mi dimisi¨®n s¨ª que son juez y parte, ellos s¨ª que han ca¨ªdo en lo que critican, porque, ?acaso me han preguntado a m¨ª antes de condenarme?? ,
Y a?ade: ?Le aseguro que en la corporaci¨®n hay muchos hombres que se merecen todo, pero hay otros que no merecen tanto. ?
"Una campa?a en contra mia"
Pregunta. Su regreso a la Polic¨ªa fue acogido por grandes sectores policiales como un signo positivo de cara a un cambio m¨¢s profesional. ?Por qu¨¦ cree que ahora se ha pedido su dimisi¨®n desde las dos asociaciones policiales?
Respuesta. Yo creo que los que me conoc¨ªan no han cambiado. Me doleria que entre los que la han pedido hubiera gente que ha trabajado conmigo, que me conoce. Pero no creo, porque recibo muchas llamadas de solidaridad. ?Tengo entendido?, a?ade, ?que, en la asociaci¨®n, la votaci¨®n estuvo dividida o que incluso hubo m¨¢s votos a favor de no pedirla. En todo caso, la motivaci¨®n fue por mi participaci¨®n en la reorganizaci¨®n de plantillas, pero tengo que recordar cu¨¢l es mi cometido, que, seg¨²n el real decreto 1.110/ 1979, de 10 de mayo, se circunscribe a cumplir las funciones que le encomiende el director de la Seguridad del Estado y a la coordinaci¨®n e inspecci¨®n de todos los servicios.? ?Por otra parte?, contin¨²a esta reflexi¨®n, ?en m¨ª se da la circunstancia de ser profesional antiguo durante la etapa anterior. Pero nosotros ya sab¨ªamos, es decir, mis superiores y yo sab¨ªamos, que se preparaba una campa?a en contra m¨ªa, y no toda ella desde dentro del Cuerpo.?
P. ?Desde d¨®nde?
R. Esa idea la tiene usted igual que yo.
El director general.elude ser m¨¢s explicito y retorna al punto anterior. ?En cuanto a la Uni¨®n Sindical de Polic¨ªas, no creo que ninguno de los que estaban en la reuni¨®n donde se me imput¨® mala gesti¨®n en la lucha contra el terrorismo, ninguno de ellos, repito, ha hecho por esa lucha ni la mil¨¦sima parte de lo q¨²e yo. Los emplazo uno a uno.?
?Por otra parte?, contin¨²a, ?entre esos promotores, la mayor¨ªa pertenecen a puestos de archivo, inspecci¨®n de guardia, barrios, gabinetes, etc¨¦tera. Muy pocos a puestos de investigaci¨®n. Por supuesto que todo polic¨ªa es necesario, pero no es menos cierto que tales puestos de oficina son m¨¢s c¨®modos y que el verdadero polic¨ªa se hace en la investigaci¨®n, en la calle. Adem¨¢s, todos esos se?ores, que ahora tanto vociferan, en la etapa anteriorjam¨¢s rechistaron, a diferencia de lo que hicimos otros en repetidas ocasiones. Ahora, en esta coyuntura, es muy f¨¢cil hablar. Pero de lo que se trata es de trabajar y ser fiel a las leyes, a la Constituci¨®n, y defenderlas, sin que deban admitirse otros caminos para triunfar profesionalmente que el del trabajo, el del servicio.?
Hace una pausa, medita y dice? Lo cierto es que me da pena mirar el futuro de la Corporaci¨®n por estos derroteros.? Y a?ade en seguida: ?En cualquier caso, puede recalcar que estoy dispuesto a discutir y aclarar todos los puntos que se me presenten.?
Sin perder la senda de sus declaraciones, torna ahora al punto de la reorganizaci¨®n de plantillas.
?Como dec¨ªa, yo defend¨ª que era un error la reorganizaci¨®n de plantillas y la dotaci¨®n de comisar¨ªas en ciudades mayores de 20.000 habitantes sin tener en cuenta los ¨ªndices de criminalidad, pero estuve en varias reuniones donde los parlamentarios de diferentes partidos insist¨ªan en ello, y la orden termin¨® por publicarse en el BOE. Igual que con la actual reducci¨®n de plantillas, como consecuencia de ver que ciudades como Madrid o Barcelona necesitaban m¨¢s personal y deciden obtenerlo de otras ciudades porque no hay otro medio. Pero yo no puedo hacer otra cosa sino procurar que esos trasvases se hagan con equidad.?
"Jam¨¢s me encontr¨¦ con esa se?ora CIA"
P. Los funcionarios de base se muestran cr¨ªticos sobre el conjunto de la estructura policial, no s¨®lo en cuestiones econ¨®micas. Seg¨²n su criterio, ?cu¨¢les son las l¨ªneas por las que debe seguir la polic¨ªa espa?ola?
R. La polic¨ªa necesita una reorganizaci¨®n, desde luego. Pero el reglamento org¨¢nico no se ha podido hacer porque est¨¢ pendiente de varias leyes. Primero fue de la ley de Polic¨ªa, que ya se aprob¨® el 4 de septiembre de, 1978. Pero ¨¦sta fue preconstitucional, y ahora estamos esperando la ley org¨¢nica de la polic¨ªa o ley de seguridad ciudadana, como parece que se va a llamar. Y a¨²n tendremos otros inconvenientes, ya que nosotros estamos concernidos por el Estatuto de Funcionarios Civiles del Estado, en contra de lo que, a mi juicio, deber¨ªa ser.
Desde que llegu¨¦ aqu¨ª he trabajado por todo esto, insiste. Yo s¨¦ que los sistemas de ascensos y traslados, por ejemplo, son defectuosos, pero nos tenemos que seguir rigiendo por ellos, por raz¨®n de vigencia reglamentaria.
P. El tema del terrorismo es obligado en todo este contexto. ?Sigue creyendo que las medidas sobre ETA no deben ser s¨®lo policiales?
R. Desde luego. Aunque acordar cu¨¢les son tales medidas no policiales corresponde a otros. Las medidas pol¨ªticas, en un sentido amplio, pueden ser muy variadas, pero eso es cuesti¨®n de los pol¨ªticos.
P. ?Cu¨¢les son las medidas que, hace quince a?os, ya apunt¨® usted a sus superiores como necesarias para luchar contra el terrorismo en el Pa¨ªs Vasco?
R. Eso no voy a decirlo ahora tampoco. Lo que s¨ª puedo decir es que ETA tiene hecho un planteamiento desde hace a?os y no me sorprende nada que su desarrollo se vaya cumpliendo. Exactamente desde 1963. Recomiendo leer La insurrecci¨®n en Euskadi, editado por ETA en esa fecha, donde explica el desarrollo de la guerra revolucionaria y de la guerra de liberaci¨®n nacional.
P. Santiago Carrillo ha dicho recientemente que la CIA tuvo contactos con ETA en sus or¨ªgenes. Y Marcos Vizcaya, que tambi¨¦n hubo relaciones entre servicios de informaci¨®n norteamericanos y los del PNV, en los comienzos. Hay sectores que piensan que si la CIA estuvo en un principio, habr¨¢ seguido y sigue estando. ?Qu¨¦ opina?
R. Si Carrillo y el PNV lo dicen, tendr¨¢n sus motivos. Yo jam¨¢s me encontr¨¦ con esa se?ora CIA ni con nadie que se le pareciera.
P. Y sobre la proliferaci¨®n de comandos aut¨®nomos, no s¨®lo de ETA, ?cu¨¢l es su juicio?
R. Ustedes, los periodistas, vienen a por una cosa y luego siempre quieren m¨¢s.
P. Entiendo que puntos como estos no se pueden desligar de una visi¨®n global. Por concretar m¨¢s, en el conjunto del fen¨®meno terrorista, ETA, GRAPO y otros. hay suficientes lagunas y oscuridades como para pensar en la incidencia de agentes desestabilizadores, ?Cree usted en ello?
R. Creo que el caso de ETA est¨¢ bastante claro. En el caso de los GRAPO se ha pretendido ver fantasmas detr¨¢s. Nosotros no hemos llegado a ellos. Toda organizaci¨®n, cuando nace, recurre a quien le presta apoyo. ETA, por ejemplo, ha tenido hombres all¨ª donde ha surgido un foco de revoluci¨®n.
P. Insistiendo en esto, hay evidencias, cuestiones puntuales, que denotan c¨®mo en nuestro propio pa¨ªs algunos individuos de trayectoria oscura -el argentino Cesarsky, por ejemplo- han tenido contactos con servicios oficiales -el Grupo de la Plaza de Espa?a- y, a la vez, con grupos terroristas en mayor o menor grado.
R. Bien. Es innegable que puede haber incidencias de servicios paralelos. Pero digo puede y, en todo caso, a nivel de individualidades. Desde luego, la polic¨ªa no tiene ning¨²n grupo asignado a misiones de semejante ¨ªndole, ni siquiera ese.
P. Por cerrar un poco este c¨ªrculo, ?es partidario de que los servicios de inteligencia de la polic¨ªa se deslinden de los militares?
R. En realidad est¨¢n desligados. En la anterior etapa suced¨ªa que entre los jefes de la polic¨ªa hab¨ªa tambi¨¦n militares, de aqu¨ª la confusi¨®n y tambi¨¦n, indudablemente, las posibles interrelaciones. Los servicios de inteligencia militar se dedican al contraespionaje, y los de polic¨ªa, a la informaci¨®n e investigaci¨®n sobre delincuencia y terrorismo. Puede ocurrir que, en ocasiones, sigamos un asunto creyendo que es terrorismo, por ejemplo, y resulta que es espionaje, o al rev¨¦s, y entonces ambos servicios pueden entrar en relaci¨®n.
P. Hay algunos asuntos candentes en cuanto a actualidad. El t¨²nel de Barcelona y el retraso en dar su noticia; los pasquines puestos en dependencias policiales contra cuatro polic¨ªas: y el secuestro de Rup¨¦rez, liberado esta ma?ana. ?Qu¨¦ puede decir sobre ello?
R. Sobre el t¨²nel, se mont¨® una vigilancia por si volv¨ªan los autores, y se hizo una primera exploraci¨®n del mismo. A continuaci¨®n se tomaron las medidas de evacuaci¨®n. En cuanto a la investigaci¨®n, en su momento se dar¨¢ la informaci¨®n precisa.
Sobre los carteles a?ade que de alg¨²n modo, aunque incorrecto, replicaban a ciertas desafortunadas declaraciones, y cuando se tuvo noticia de su existencia se encarg¨® a la divisi¨®n de personal que ordenara la retirada de los mismos.
En cuanto al secuestro de Rup¨¦rez, dijo: ?Se ha investigado en Madrid y en el Norte. Si ha habido negociaci¨®n o no, lo desconozco, pero desde luego no a trav¨¦s de la polic¨ªa. Apenas tenemos datos aun en torno a la liberaci¨®n. Sencillamente era de esperar, porque ETA (p-m) se hallaba en una situaci¨®n pr¨¢cticamente sin salida.?
Finaliza la entrevista. Entonces, el director general de Polic¨ªa pide que se recoja una recomendaci¨®n. ?Quisiera decir a los hombres de la polic¨ªa que est¨¢n dentro o no de las asociaciones que est¨¢n bien las asociaciones para defender los derechos, pero que antes debemos esmerarnos en el cumplimiento de los deberes.?
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