Centenario del nacimiento del pintor suizo Paul Klee
Fue profesor de la Bauhaus de Weimar
El 18 de diciembre de 1879, hace exactamente cien a?os, nac¨ªa el pintor Paul Klee, en la localidad suiza de M¨¹nchenbuchsse. Hijo de un maestro de m¨²sica alem¨¢n y de una suiza, la infancia y juventud del gran artista discurri¨® en Berna. Tras haber cursado sus primeros estudios, en 1898 decide dedicarse a la pintura, ?a pesar del riesgo que significaba esta carrera?. Acude entonces a Munich para formarse art¨ªsticamente, recibiendo lecciones de los acad¨¦micos Knirr y Frank Stuck.
Durante 1901 viaja por Italia, y, tras unos a?os de aprendizaje y experimentaci¨®n, se instala definitivamente en Munich, tras casarse, en 1906, con Lily Stumpf, profesora de piano muniquesa. Es entonces cuando comienza a frecuentar los importantes c¨ªrculos de vanguardia de la capital b¨¢vara, en donde se desarrollar¨¢ el grupo expresionista del Blaue Reiter, que cont¨® con personalidades como Kandinsky, Kubin, Marc y Macke, entre otros.Preocupado inicialmente por el dominio de la t¨¦cnica, toda la primera actividad art¨ªstica de Klee est¨¢ dedicada al dibujo y al grabado, en los que consigue unas cuantas obras maestras coronadas con sus ilustraciones del Candido, de Voltaire. Lenta, pero firmemente, va asimilando y reflexionando cr¨ªticamente sobre la revoluci¨®n pl¨¢stica de la vanguardia, cuyas aportaciones expresionistas conoce muy directamente en Munich. Tambi¨¦n se interesa por la obra de los cubistas de Par¨ªs, especialmente por la de Picasso y Delaunay, cuyos escritos sobre el color traduce al alem¨¢n. Toda esta informaci¨®n acumulada no tiene, sin embargo, una repercusi¨®n directa en su obra hasta que realiza un viaje a T¨²nez, en 1914, donde tiene una especie de revelaci¨®n que le hace descubrir vivamente la fuerza expresiva del color y de la luz. Es entonces cuando se produce un estilo Klee genuino, y cuando se resuelven toda una serie de dudas y contradicciones que le hab¨ªan preocupado intensamente los a?os anteriores. Realiza entonces toda una serie de obras orientadas hacia la abstracci¨®n, pero en las que, a diferencia de Kandinsky, ciertos elementos figurativos no desaparecen por completo.
En 1920 expone 362 obras en Munich y es invitado a participar en la reci¨¦n creada Bauhaus de Weimar, donde ense?a por espacio de cuatro a?os en compa?¨ªa de Gropius, Feininger, Engelmann, Marcks, Itten, Muche y Klemm. La dedicaci¨®n pedag¨®gica de Klee, que cristalizar¨¢ en diversos escritos publicados durante los a?os veinte, se contin¨²a durante la segunda etapa de la Bauhaus en Dessau y, m¨¢s tarde, en la Academia de D¨¹sseldorf. La subida de los nazis al poder le hace abandonar Alemania en 1933, donde se le prohibe ense?ar y donde, m¨¢s tarde, le son seleccionadas varias obras para la tristemente famosa Exposici¨®n de Arte Degenerado. El mismo ha dejado descrita la situaci¨®n: ?La tormenta pol¨ªtica de Alemania afect¨® tambi¨¦n a las bellas artes, restringiendo no s¨®lo mi libertad de ense?anza, sino tambi¨¦n el libre ejercicio de mi talento creador.? Decide volver entonces a Suiza, donde permanece hasta su muerte, acaecida el 29 de junio de 1940.
Individualidad y teor¨ªa
Paul Klee, esp¨ªritu independiente e individualista, con una t¨¦cnica depurada hasta lo man¨ªaco, y dotado de una excepcional capacidad para la teor¨ªa art¨ªstica es una de esas personal¨ªdades complejas que encajan mal en los f¨¢ciles esquemas de las historias del arte. Es l¨®gico, porque su talento y originalidad indudables le impiden alinearse en ninguna tendencia o grupo, a la vez que tampoco da pie a ninguna escuela; ¨¦l precisamente, que empe?¨®, gran parte de su vida a la tarea de ense?ar, aunque, eso s¨ª, criticando siempre a los maestros que, en vez de ayudar a sus alumnos a encontrar su propio camino hacia la creaci¨®n, tratan de imponerles el suyo. Por otra parte, aunque siempre goz¨® de enorme prestigio en los cen¨¢culos de entendidos, hay que esperar a los a?os cincuenta, cuando triunfa la abstracci¨®n de posguerra, para que su nombre se haga tan popular como el de Picasso o Kandinsky. Pero, a pesar de todo, con todos los reconocimientos y medallas de la modernidad institucional, Klee permanece siempre esquivo, un poco inalcanzable; en su aristocr¨¢tica impenetrabilidad, un desafio.
La raz¨®n para esta dif¨ªcil asimilaci¨®n de su obra procede del rigor insobornable con que se la plantea, alcanzando los niveles de mayor hondura de todo el arte de vanguardia. Esto se refleja de manera muy evidente en sus abundantes escritos, una parte de los cuales todav¨ªa est¨¢n en trance de publicaci¨®n. Entre todos ellos, ocupan un lugar destacado sus Diarios, el testimonio m¨¢s penetrante de lo que ha significado la creaci¨®n art¨ªstica en nuestro siglo. Este problema le obsesiona hasta la muerte, y se refleja en el bello epitafio que eligi¨® como clave de su destino consciente de artista: ?Soy impalpable en la inmanencia. Resido entre los muertos y entre los seres que a¨²n no han nacido. Algo m¨¢s pr¨®ximo al centro de la creaci¨®n que lo habitual. Pero nunca tan cerca como desear¨ªa.?
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