La izquierda y el Estatuto de Centros Docentes
EL ESTATUTO de Centros Docentes, que todav¨ªa no ha entrado en la etapa de discusi¨®n y dictamen en la correspondiente comisi¨®n del Congreso, est¨¢ siendo objeto de una contestaci¨®n, por la izquierda parlamentaria y por los sectores politizados del estudiantado de ense?anza media, an¨¢loga a la que la ley de Autonom¨ªa Universitaria est¨¢ cosechando en los medios universitarios y en los grupos pol¨ªticos de la oposici¨®n parlamentaria y extraparlamentaria.Casi la mitad de la poblaci¨®n escolar en los niveles b¨¢sico y medio asiste a centros no estatales, en su mayor¨ªa dependientes de instituciones religiosas. De esta forma, qui¨¦rase o no, la contraposici¨®n ?educaci¨®n p¨²blica educaci¨®n privada? tiende a deslizarse peligrosamente hacia una nueva variante del antagonismo ?laicismo confesionalidad?, que la Constituci¨®n parec¨ªa haber dejado venturosamente atr¨¢s. Aun sin negar que, en los umbrales de 1980, esa parcial superposici¨®n de lo privado y lo religioso se produce efectivamente en la ense?anza espa?ola, no parece, sin embargo, que deba consider¨¢rsela como un dato geol¨®gico e inmodificable de nuestro paisaje social. En la ¨²ltima etapa del r¨¦gimen anterior no fueron escasos los intentos de incorporar a la oferta de ense?anza privada, pese a los obst¨¢culos y discriminaciones de los sucesivos ministerios de Educaci¨®n, centros docentes con profesorados y orientaciones independientes de la Iglesia. No parece justo, por tanto, que los adversarios y cr¨ªticos de la ensenanza privada olviden ahora la existencia de esos grupos de ense?antes que han luchado con enormes sacrificios, arrostrando un ambiente institucional hostil, para permitir a las familias que desconf¨ªaban, tanto de los colegios religiosos como de la ense?anza estatal, la posibilidad de enviar a sus hijos a esos centros laicos, progresistas y pedag¨®gicamente innovadores.
Pero no se trata tan s¨®lo de rendir homenaje a esos adelantados de una educaci¨®n a la vez no estatal y no confesional, herederos del esp¨ªritu de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza, que tan adversas condiciones tuvieron que superar en el pasado. Siempre resulta sorprendente que la izquierda espa?ola apueste todas sus bazas en favor de un Estado que hoy d¨ªa no domina, y que posiblemente tampoco controle durante un largo per¨ªodo, mientras que vuelve las espaldas a la renovac¨ª¨®n, autonom¨ªa y fortalecimiento de la sociedad civil. La gran desventaja que han tenido hasta el presente, los centros educativos privados no vinculados a las instituciones religiosas ha sido el r¨¦gimen discriminatorio en la regulaci¨®n de las subvenciones. ?Cu¨¢les son las razones, que no sean un invencible temor a asumir responsabilidades y una ilusoria esperanza en ganar a corto plazo el Gobierno y la mayor¨ªa parlamentaria, que impiden a los intelectuales, profesores, padres de familia y ciudadanos, que votan a los partidos de la izquierda, apostar decididamente por un desarrollo de centros de ense?anza privados orientados por su propio ideario y financiados por esas mismas subvenciones que han permitido a la Iglesia consolidar sus s¨®lidas posiciones en el campo de la ense?anza privada?
Tambi¨¦n en este terreno de la convivencia ciudadana la izquierda parece preferir t¨¢cticas defensivas y obstaculizadoras antes que asumir estrategias ofensivas y constructivas, que ser¨ªan las ¨²nicas que le permitir¨ªan ese ?cambio de vida? y esa transformaci¨®n de la sociedad que predican en sus programas. As¨ª, la aspiraci¨®n de los colegios religiosos a que el profesorado respete el marco ideol¨®gico de esos centros, reciban o no subvenciones estatales, es tan coherente como la argumentaci¨®n que pudiera esgrimir un colegio Francisco Ferrer Guardi¨¢, Francisco Giner de los R¨ªos o Juli¨¢n Belteiro para considerar indeseable la prsencia en sus cuadros docen tes de un testigo de Jehov¨¢ o un militante de Fuerza Nueva. A corto plazo, la cuesti¨®n central es que los centros escolares, laicos o acogidos incluso a una tradici¨®n ideol¨®gica espec¨ªfica, puedan recibir las mismas subvenciones estatales que los colegios religiosos y en pie de completa igualdad. Al fin y al cabo, en este pa¨ªs, el electorado de los partidos de izquierda se halla por encima del 40% del censo de votantes. Y as¨ª como hay familias que, en el uso de su derecho, prefieren para sus hijos una educa ci¨®n impartida por centros religiosos, tambi¨¦n existe una considerable demanda potencial de familias laicas para los colegios de distinta orientaci¨®n que eventualmente pudieran establecerse. En el bien entendido, repetimos, que las normas reguladoras de las subvenciones y los organismos administrativos encargados de distribuirlas y controlarlas aseguraran una real igualdad de oportunidades a unos y a otros, y que los procedimientos para vigilar el buen uso de los fondos presupuestarios se aplicaran con estricto rigor. En este sentido, el cheque escolar, salvadas las dificultades, para montar un sistema eficiente, podr¨ªa ser una garant¨ªa de neutralidad e imparcialidad en la asignaci¨®n de recursos p¨²blicos a la oferta por centros privados de ese servicio p¨²blico por excelencia, que es la educaci¨®n.
Sin duda, si la educaci¨®n estatal gratuita recibiera un impulso suficiente para cubrir ese casi 50% de poblaci¨®n escolar hoy d¨ªa atendido por los centros privados, esa fragmentaci¨®n y diversificaci¨®n de colegios privados y subvencionados ser¨ªa in¨²til. Pero en estos momentos es una pura utop¨ªa pensar que la extensi¨®n de la educaci¨®n estatal pudiera conseguir a corto o medio plazo desplazar a la educaci¨®n privada del escenario, o reducirla a la oferta de servicios a costos reales y no subvencionados.
Obviamente se ha perdido mucho tiempo -y lo ha perdido la nueva clase pol¨ªtica- en atender a que el nuevo r¨¦gimen comience a plantearse de manera seria y frontal los problemas de la educaci¨®n, de forma que, en un plazo realista, el Estado pueda garantizar, como es su deber, la ense?anza b¨¢sica obligatoria y gratuita. Los partidos de izquierda han perdido no pocas oportunidades de obtener, en este sentido, derechos ciudadanos que la derecha sociol¨®gica viene negando a los espa?oles desde hace d¨¦cadas. Pero, obsesionados con otras cuestiones, descuidaron los problemas esenciales que agobiaban al hombre de la calle. Ahora se encuentra con un Estatuto de Centros Docentes de inspiraci¨®n regresiva y largamente discriminatorio a favor de los centros eclesi¨¢sticos. Pero ?qu¨¦ esperaban que hiciera un ministro de Educaci¨®n de UCD? Entre los sue?os y las desiderata estar las realidades pol¨ªticas. Nuestros consensuados diputados de la oposici¨®n deber¨ªan haberlo aprendido ya.
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