Fuerte pol¨¦mica en torno a la asistencia en el Hogar Don Orione para subnormales profundos
Peque?a Obra, como se hace llamar, o ghetto para ni?os perdidos en los escalones m¨¢s bajos de la subnormalidad, el Hogar Don Orione, de Madrid, es uno de los pocos centros de este tipo que existen en Espa?a. La italiana orden de Don Orione se encarga de regentar el colegio, que recibe numerosas subvenciones estatales y que ha sido duramente criticado por un grupo de educadores especializados en esta clase de ni?os que trabajaron en ¨¦l a lo largo del curso pasado.
Frente a estos graves ataques, los padres orionistas exponen su punto de vista sobre la situaci¨®n y lo que para ellos constituye el problema esencial del centro: la falta de un presupuesto econ¨®mico capaz de sufragar todos los gastos que el cuidado de esta clase de ni?os subnormales requiere.?Es cierto que el SEREM nos subvenciona, pero despu¨¦s hay mil gastos muy dif¨ªciles de cubrir.? Luciano Garbelli, director del Hogar Don Orione y sacerdote de una orden italiana que apenas cuenta con veinte a?os de antig¨¹edad, repasa fichas de presupuestos entre el mar de papeles de su mesa de despacho. En alg¨²n momento de la conversaci¨®n ha se?alado la importancia de la cr¨ªtica constructiva, para hacer despu¨¦s una breve mueca de desaliento.
?Tenemos 114 ni?os con coeficientes mentales entre quince y treinta aproximadamente; son ni?os subnormales profundos y severos, algunos est¨¢n ciegos adem¨¢s, y tenemos el grav¨ªsimo problema de que el nivel econ¨®mico de sus familias, casi en un 75% de los casos, es muy bajo. Desde que vine a hacerme cargo de este centro, el balance de fin de a?o ha arrojado p¨¦rdidas, que al final vamos enjugando como podemos. Esa es una de mis tareas, moverme por todas partes para reclamar ayuda.?
Y, sin embargo, para tres de los educadores especiales que trabajaron en el centro hasta octubre de este a?o, el saldo econ¨®mico ser¨ªa m¨¢s bien positivo: ?Nosotros pensamos que los padres orionistas llevan a cabo una aut¨¦ntica carrera en pro de ayudas estatales y toda clase de becas, y sin embargo, durante el a?o que trabajamos en el colegio, nos dimos cuenta de que los gastos no son tantos. Los sueldos al personal no cualificado son muy bajos, la comida que se les da a los ni?os es absolutamente repulsiva, ¨¦ramos poqu¨ªsimos educadores para atenderles, a pesar de que nuestro sueldo lo pagaba el SEREM, y ni siquiera hab¨ªa cuidadores nocturnos, con lo que a los ni?os se les ataba en la cama para que no pudieran moverse en toda la noche.? Esther G¨®mez Calleja nunca estuvo conforme con estos m¨¦todos, ni tampoco Carlos Salvador, que incluso se sinti¨® perturbado hasta el punto de necesitar la ayuda de un psiquiatra.
El padre Garbelli, por su parte, afirma: ?Nuestra meta es mejorar las condiciones cada vez m¨¢s, pero incluso estamos en una situaci¨®n de carencia, porque, como le dec¨ªa, mantener a cada uno de estos ni?os vale mucho dinero; son ni?os abandonados casi por completo, aunque las familias vengan a verles. Los educadores del a?o pasado ya lo sab¨ªan, yo fui quien les acort¨¦ una hora la jornada laboral, porque me daba cuenta de lo agotador del trabajo. Este a?o ya contamos con doce educadores, un psic¨®logo, dos fisioterapeutas, un logopeda y una asistenta social, adem¨¢s de? m¨¦dico que estuvo siempre y las veinticuatro personas que constituyen la plantilla de personal no cualificado.?
Con todo, hay todav¨ªa ni?os que duermen doce horas atados a sus fr¨¢giles camas de internado levantando una polvareda de cr¨ªticas, que la direcci¨®n del centro comprende en parte. ?Hay ni?os que se caer¨ªan de las camas, pero ya hemos sustituido las antiguas mu?equeras por unos chalecos especiales mucho m¨¢s c¨®modos, y est¨¢ prevista la contrataci¨®n de m¨¢s cuidadores nocturnos. ? Jos¨¦ Luis Pel¨¢ez, el nuevo psic¨®logo del centro, tampoco est¨¢ de acuerdo con el sistema de las ataduras. ?Desde que llegamos aqu¨ª, todo el equipo de educadores hicimos constar nuestro desacuerdo con que una parte de los ni?os durmieran as¨ª, y la verdad es que nuestras cr¨ªticas ha sido muy bien acogidas.?
Ni?os que nadie quiere
Todo lo que uno de estos ni?os puede aprender a lo largo de su vida enigm¨¢tica no es mucho m¨¢s all¨¢ de ser capaces de comer solos, vestirse, lavarse y controlar sus esf¨ªnteres, cosa que todav¨ªa no han conseguido la mayor¨ªa. ?Hasta ahora, la actividad que se ha llevado a cabo en el centro ha sido fundamentalmente de tipo asistencial, por falta del n¨²mero suficiente de personal cualificado. Nuestro objetivo, hoy, es conseguir una mayor integraci¨®n social con el apoyo de la familia, que puede recogerles en la ¨¦poca de vacaciones y sacarles del centro los fines de semana, lo cual implica una labor educativa muy compleja.?El Hogar Don Orione no ofrece las muestras espectaculares de muchos centros de educaci¨®n especial. ?Aqu¨ª tenemos lo peor, hay centros con un porcentaje de profundos, pero muy pocos que s¨®lo tengan esta clase de oligofr¨¦nicos, por tanto es una labor muy dura y en cierto modo ingrata, aunque los ni?os nos compensan de todo?. Para Esther G¨®mez Calleja y Carlos Salvador, la situaci¨®n era, sin embargo, otra. ?Nadie ten¨ªa verdadero inter¨¦s en que los ni?os aprendieran, bastaba con tenerles dentro atiborrados a pastillas y cobrar las becas y mensualidades. A veces, les hemos sacado a la calle, en grupos muy reducidos. Hemos ido incluso a comer a un restaurante, y su comportamiento ha sido pr¨¢cticamente normal, son ni?os que necesitan salir m¨¢s del colegio.?
El padre Garbelli asegura que ?los ni?os vienen diagnosticados por un m¨¦dico, que se encarga de recetar las medicinas necesarias; luego, seg¨²n la evoluci¨®n del paciente se reduce o se aumenta la dosis. Puede usted hablar con nuestro doctor y preguntarle a ¨¦l si est¨¢n bien atendidos o no?.
Adem¨¢s de la tara mental, muchos de los asilados son ni?os con graves trastornos f¨ªsicos, que terminan acortando sus vidas notablemente. ?Sin embargo, murieron ni?os, en el a?o que estuvimos nosotros, que posiblemente no habr¨ªan fallecido de estar m¨¢s atendidos.? Esther G¨®mez recuerda algunos nombres que pasaron por el centro sin dejar ninguna huella, como peque?os n¨¢ufragos sin historia ni, mucho menos, futuro. ?Yo no s¨¦ qui¨¦n tiene la culpa, pero el Estado deber¨ªa controlar las ayudas que concede y no lavarse las manos. Estos ni?os necesitan mucho cari?o y personas especializadas.?
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