Elogio y marketing del tras
Dec¨ªan las madres, en tiempos de las madres:-?Ni?o, que te doy en el tras!
Prefiero tras a trasero (que detesto) como creaci¨®n escatol¨®gica/coloquial, y hoy quisiera hacer el elogio y marketing del tras femenino, que, aparte de ser una pieza fundamental del alma de la mujer (como m¨¢s de una vez hemos convenido V¨¢zquez-Montalb¨¢n y yo, melanc¨®licos contempladores de trases), aparte de eso, digo, se ha convertido ¨²ltimamente en el m¨¢s eficaz soporte publicitario, en el m¨¢s universal mass-media. La gente quiz¨¢ lea menos peri¨®dicos, como dicen quienes no son le¨ªdos en los peri¨®dicos, pero la gente lee, asimila, compra, aprende todo lo que se anuncia en un tras revestido de terlenka vaquera, bikini acr¨ªlico o bragas de oro (o sea de sol). Antes que la p¨ªldora y el aborto, antes que nada, las feministas deben reivindicar el tras, que se lo han hipotecado los publicitarios.
La mujer quiz¨¢ no tenga alma, como sosten¨ªa Arist¨®teles, ese machista, pero es gozosamente evidente que la mujer tiene tras. Los publicitarios llaman soporte al medio en que insertan sus publicidades: vallas, couch¨¦ de las revistas, tipograf¨ªa de los peri¨®dicos, peque?a y gran pantalla, tras. El tras, en unos a?os, se ha convertido en el mejor y m¨¢s s¨®lido y legible soporte de cualquier mensaje subliminal de la cocacola, los pol¨ªticos americanos, los tabacos rubios, las playas morenas o el propio tras, pues aqu¨ª es donde la pescadilla de Her¨¢clito se muerde la cola capitalista y el capitalismo asume sus contradicciones internas: se utiliza un tras adolescente para anunciar una marca de mini-shorts que s¨®lo tapan el tras. Las pornoer¨®ticas, de Susana Estrada en adelante, utilizan el propio tras como soporte publicitario de su alma enamorada, y uno, al cabo del d¨ªa, comprende que no ha hecho sino una plural lectura de trases, y que de todos los mensajes comerciales, s¨®lo se han quedado con el tras.
Nines de la Serna me env¨ªa un aguardiente del Valais. Hay se?oras que pierden el tras por los buenos vinos y la buena Iiteratura. Por la felicitaci¨®n navide?a de Juan de Avalos veo que ha estilizado l¨ªricamente el tras de sus musas y modelos. Empieza a desmonumentalizarse. Enhorabuena. A lo mejor, ya que no en otras cosas, empezamos a coincidir en la ¨¦tica y la est¨¦tica del tras. Antonio Colinas (quiz¨¢ la m¨¢s depurada escritura de todos los nov¨ªsimo/venecianos) me manda su ¨²ltimo libro, recordando los tiempos en que yo andaba tras el tras de la nueva poes¨ªa y ¨¦l/ellos le¨ªan mi Larra como nueva prosa. Dice uno de sus versos: ?La vaguedad acaso de tus formas perdidas.? Se trata de una estatua mutilada. Las estatuas femeninas suelen perder la nariz, los brazos o un pie, por el paso del tiempo, ese violador nocturno. Pero lo que nunca pierden esas mujeres, a trav¨¦s de los siglos es el tras.
Hasta hoy mismo, en que la ¨²ltima generaci¨®n del milenio decide hipotecar el tras a una marca de mirindas. Adonde nunca lleg¨® don Eduardo Marquina con la mano ni con la punta de la espada, puede llegar el se?or Arce & Potti con un cheque. Leo el ¨²ltimo libro de Gonzalo Torrente Ballester. El maestro y yo hemos tenido alguna que otra conversaci¨®n academicista sobre el tema del tras femenino, que sospecho ¨¦l prefiere m¨¢s acad¨¦mico y menos ef¨¦bico que yo. Antes de la marketizaci¨®n del tras, las se?oras, se?oritas y gachilillas perd¨ªan el tras por cualquier cosa: un novio legionario o unas medias de plastiqu¨¦. Las ¨²nicas mujeres realmente concienciadas y responsables de su tras han sido las de piedra y las feministas. Quiz¨¢ las feministas, que tan justamente reivindican su anverso, se han olvidado un poco de su notabil¨ªsimo reverso.
Antes de la guerra, las marquesas perd¨ªan el tras por o¨ªr a Ortega. Despu¨¦s de la guerra, por escuchar a D'Ors. Luego, por leer a Zubiri. Y hoy todas lo pierden por Hans K¨¹ng. Han saltado del l¨²cido agnosticismo orteguiano a la teolog¨ªa de la duda, pasando por el ropero de caridad, las camisetas de San Vicente, la torre de la parroquia, Auxilio Social, Lula de Lara y el Rastrillo. En la actual migraci¨®n de espa?olas hacia Tubinga, cada d¨ªa veo una que pierde el tras.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.