V¨¢zquez Montalb¨¢n: una retrospectiva
V¨¢zquez Montalb¨¢n (Manuel) acaba de publicar un collage po¨¦tico / dogm¨¢tico / culinario, con etiqueta de novela polic¨ªaca y mu?ecos de tiro al blanco: documento entretenido, a ratos brillante, y cuyo subproducto m¨¢s notorio han sido ocho millones de pesetas (libres de impuestos) cobrados a toca teja. Pero no voy a hablar aqu¨ª de este ¨²ltimo experimento de MVM, de sus virtudes ling¨¹¨ªsticas o de sus clis¨¦s ideol¨®gicos. MVM como novelista me interesa muy prudentemente. Como poeta y como cronista, ya es otro cantar.Mi prop¨®sito es rememorativo y los revolucionarios de 1789, y que ha sido modulada por el marxismo, ha concluido ya; ahora se trata de otra cosa.) Con su amplia cara de ni?o glot¨®n y triste, la expresi¨®n ce?uda y falsamente concentrada, MVM era como una computadora enormemente receptiva en el marco de un programa dial¨¦ctico-materialista-etc¨¦tera. Era un hombre desesperadamente t¨ªmido. MVM naci¨® pobre y cuando creci¨® lo hizo descompensadamente. Le alcanz¨® la miop¨ªa y perdi¨® pelo. ?Es esta la clave de su timidez; o, por el contrario, la blanda y espesa coraza que siempre lleva puesta tiene por misi¨®n protegerle de una avidez insatisfecha, de una inteligencia mal programada, de una rabia ambivalente?
Cavilo que las fidelidades de MVM son m¨¢s sentimentales que escol¨¢sticas. Sus esclavitudes son nost¨¢lgicas. Sus obsesiones arrancan de los a?os cuarenta, de cuando ¨¦l era un muchachito at¨®nito y callejero, sin lenguaje y sin fisura. S¨ª, me parece que por ah¨ª cabe rastrear la buena pista: en MVM todo arranca de los a?os cuarenta, de la inveros¨ªmil s¨®rdida facticidad de los inveros¨ªmiles s¨®rdidos f¨¢cticos a?os Cuarenta. Me lo confes¨® una vez: ?Donde yo viv¨ªa se ol¨ªan las secas lej¨ªas de las bragas de las vocalistas.? La genealog¨ªa literaria de MVM se inicia en los a?os cuarenta, en los olores de los a?os cuarenta, en la m¨²sica de los a?os cuarenta: la est¨¦tica transfigurada de Antonio Mach¨ªn, la tuberculosis y el racionamiento, Despu¨¦s vinieron las lluvias, la escol¨¢stica, la c¨¢rcel, la educaci¨®n sentimental, la antorcha de la historia, la coexistencia pac¨ªfica, el desencanto, el manifiesto subnormal, la democracia, la legalidad, la fama y el champ¨¢n franc¨¦s. MVM se puso a colaborar en todas las publicaciones peri¨®dicas del pa¨ªs y entr¨® a saco en las editoriales. Consigui¨® ganar mucho dinero, justo cuando los fabricantes de tejidos comenzaron a perderlo. Inventando al detective Carvalho se ahorr¨® un psicoan¨¢lisis. Pero le han quedado las obsesiones, la contradicci¨®n gen¨¦tica, el tira y afloja de la po¨¦tica social. Y, lo que es m¨¢s importante: le ha quedado, subyacente y creador, el muchachito at¨®nito y callejero, receptivo y preverbal, inc¨®lume y estratificado, ese que asoma en las noches et¨ªlicas, cuando las defensas se aflojan y ya todo da lo mismo, cuando inesperadamente salta la risa, al fin, espont¨¢nea, apretada y convulsiva, de adolescente cogido en falta: Manol¨ªn, cara de querub¨ªn.
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