Jaque en Kabul
LA RESPUESTA dada por la Administraci¨®n Carter a la abierta intervenci¨®n sovi¨¦tica en Afganist¨¢n est¨¢ alcanzando, por el tono y ¨¦l posible alcance de las medidas norteamericanas ?de castigo?, la suficiente entidad como para que pueda hablarse con propiedad de un regreso a la ?guerra fr¨ªa?. Podr¨ªa estarse as¨ª inaugurando un nuevo y ¨¢spero per¨ªodo en las relaciones Este-Oeste, duradero, de envergadura y alcance superiores a un mero intercambio de palabras fuertes y de amenazas.Congelar la ratificaci¨®n de las negociaciones SALT II, la eventual suspensi¨®n de ventas a la URSS de los excedentes norteamericano-canadienses de granos (un segmento importante de la alimentaci¨®n sovi¨¦tica y del mantenimiento de su caba?a depende indefectiblemente de estas compras), la potenciaci¨®n militar de Pakist¨¢n (con la subsiguiente influencia que esta medida tendr¨ªa sobr¨¦ la pol¨ªtica de la Uni¨®n India) y la venta masiva de tecnolog¨ªa a China conforman una panoplia de medidas que, de ser puestas en pr¨¢ctica, pondr¨¢n fin a decenios de una trabajosa pol¨ªtica de distensi¨®n entre los bloques, y que puede afectar de manera prioritaria a la situaci¨®n en Europa occidental y el futuro del ya casi fenecido eurocomunismo.
Esta nueva y nada halag¨¹e?a perspectiva ?se abre tan s¨®lo por el apoyo masivo del Ej¨¦rcito sovi¨¦tico a unos golpistas afines en un pa¨ªs como Afganist¨¢n de indudable importancia estrat¨¦gica, pero que ya tuvo antes Gobiernos prosovi¨¦ticos sin que se alterara el equilibrio internacional? Las causas inmediatas de este giro copernicano de las relaciones internacionales no hay que buscarlas ¨²nicamente en las convulsiones del Asia central, sino tambi¨¦n en Europa, ese continente en el que previsiblemente no se librar¨¢n las viejas batallas, pero en el que se originan indirectamente los nuevos conflictos, que encuentran en el Tercer Mundo su campo de Agramante.
En la primera mitad de diciembre, la OTAN opt¨® por su rearme en Europa, frente al Pacto de Varsovia, decidiendo la producci¨®n e instalaci¨®n en cinco pa¨ªses europeos de cohetes altamente sofisticados, capaces de alcanzar la URSS desde sus inmediatas fronteras. Una decisi¨®n no exenta de peligros tendente a igualar el potencial b¨¦lico de la OTAN con el del Pacto de Varsovia y destinada, en ¨²ltima instancia, a forzar a Brejnev a unas m¨¢s amplias conversaciones sobre desarme estrat¨¦gico.
Parad¨®jicamente, todo eso se produc¨ªa mientras se hac¨ªan ofertas de distensi¨®n desde los dos bloques, los americanos se dispon¨ªan a ratificar los acuerdos SALT II y Brejnev lanzaba sugerencias sobre retirada mutua de tropas convencionales en el centro de Europa, sumada al repliegue de cohetes de alcance medio (los SS-20 sovi¨¦ticos contra los Pershing estadounidenses).
Tras la pr¨¢ctica invasi¨®n sovi¨¦tica de Afganist¨¢n queda por analizar si realmente existe voluntad entre las dos superpotencias de alcanzar un punto de no retorno en sus respectivas pruebas de fuerza -f¨ªsicas y diplom¨¢ticas- y el calibrar hasta qu¨¦ punto las inminentes sucesiones en Washington y Mosc¨² -elecciones presidenciales en Estados Unidos y debilitado estado de salud de Brejnev- se erigen en factores clave de todo lo que est¨¢ pasando. S¨ª existen datos objetivos de que se han sobrepasado las lindes del choque pol¨ªticamente t¨¢ctico y circunstancial para entrar en los terrenos movedizos de una relaci¨®n in¨¦dita entre las grandes potencias y sus aliados, de alcance insospechado para los a?os venideros. Y eso a pesar de que las ¨²ltimas informaciones se?alan que, por el momento, Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica cumplir¨¢n con los t¨¦rminos del tratado SALT II de armas estrat¨¦gicas igual que si estuviera ratificado.
La futura delimitaci¨®n de los alineamientos africanos, las perspectivas de salidas democr¨¢ticas. a situaciones de fuerza en Latinoam¨¦rica, el equilibrio en el Asia central y el futuro inmediato de la l¨ªnea eurocomunista de los PC franc¨¦s, italiano y espa?ol (cuyas reacciones ante la intervenci¨®n sovi¨¦tica en Kabul contienen preocupantes niveles de matiz) se encuentran ahora mismo en juego. El caso es que el equilibrio inestable de las relaciones sovi¨¦tico- norte americanas se ha roto en Afganist¨¢n. El pr¨®ximo movimiento es del turno de Washington.
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