Entre la esperanza de un compromiso en el Sahara y el agravamiento de la situaci¨®n social
La ausencia de enfrentamientos de envergadura en el Sahara en los dos ¨²ltimos meses es atribuida tanto a esa supuesta negociaci¨®n secreta en curso como a la eficacia, contestada, pero de alguna manera real, del contingente especial de intervenci¨®n m¨®vil Uhud.Algunos sugieren que la invasi¨®n de Afganist¨¢n por las tropas sovi¨¦ticas crea condiciones m¨¢s favorables para un compromiso en el Sahara. Con cierta dosis de irrealismo, algunos pol¨ªticos marroqu¨ªes afirman tambi¨¦n que ?Argelia est¨¢ cansada y preocupada por la posibilidad de tener que sostener el esfuerzo econ¨®mico y militar actual a favor del Polisario durante muchos a?os?, y que ve con aprensi¨®n la creciente influencia del l¨ªder libio Muamar el Gadafi en l¨ªder libio Muamar el Gadafi en una zona sensible para Argel.
Los acontecimientos de Afganist¨¢n, no obstante, preocupan m¨¢s que tranquilizan al Gobierno marroqu¨ª. El rey Hassan II les ha dedicado una sesi¨®n especial del Gobierno y ha enviado a Arabia Saud¨ª a su ministro del Exterior, Mohamed Bucetta, para exponer al rey Jaled sus temores y sus proyectos.
Marruecos, como otros pa¨ªses, piensa que esta vez es necesario reaccionar y que los m¨¢s directamente afectados ser¨¢n los pa¨ªses isl¨¢micos. Es un Islam mezclado hoy con una rebeli¨®n social te?ida de religi¨®n, ya que las ideas pol¨ªticas modernas no lograron perforar estas sociedades tradicionales. Al igual que en Argel. en Marruecos tambi¨¦n hubo manifestaciones de car¨¢cter isl¨¢mico a finales de noviembre.
El campo, que ocupa al 80% de la poblaci¨®n. ?protegido? a sangre y fuego por los se?ores feudales contra la penetraci¨®n de los pol¨ªticos de la oposici¨®n y el sindicalismo. ha estallado espont¨¢neamente a principios de este a?o en la regi¨®n de Beni Mellal, en un conflicto entre tribus por el usufructo de unos terrenos comunitarios. Es una querella que trasciende su propio marco y saca a la luz p¨²blica todo el delicado problema de la propiedad de la tierra y pone en tela de juicio la adquisici¨®n por los se?ores feudales de grandes extensiones que, con anterioridad a la colonizaci¨®n, eran de uso com¨²n o propiedad p¨²blica.
La situaci¨®n social se ha agravado enormemente en estos ¨²ltimos a?os como consecuencia del es fuerzo de guerra que soporta el pa¨ªs, y tambi¨¦n como reflejo de la crisis econ¨®mica mundial. Para dar idea de la degradaci¨®n del nivel de vida, las centrales sindicales se?alan que para que el salario m¨ªnimo recobre el poder adquisitivo de 1970 es necesario elevarlo a mil dirhams (18.000 pesetas) mensuales, es decir, tres veces lo que es hoy.
La factura del petr¨®leo pesa fuertemente sobre el presupuesto marroqu¨ª. Los 3.000 millones de dirhams (50.000 millones de pesetas) que Marruecos gasta por este concepto constituyen el 20% del valor total de las importaciones del pa¨ªs.
Expectativa es quiz¨¢ la palabra que mejor define la coyuntura actual en Marruecos. Esperan el mundo de los negocios y el comercio, los inversionistas y los partidos, que quieren ver cumplidas las promesas que se les han formulado.
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