Los nuevos economistas espa?oles y el d¨ªa en que perd¨ª la inocencia
Como tantas veces en la historia, Francia sigue siendo feraz gineceo de esl¨®ganes que la opini¨®n p¨²blica universal eleva luego a categor¨ªas definitorias. Lo que en otros tiempos ocurri¨® con el c¨¦lebre lema revolucionario Libertad, igualdad y fraternidad, y hace s¨®lo doce a?os, en las revueltas de mayo, con ?La imaginaci¨®n al poder!, en las ¨²ltimas luces crepusculares de los a?os setenta, ha venido a suceder con el t¨¦rmino nueva econom¨ªa. En todos los casos se trata de felices f¨®rmulas de s¨ªntesis, de las que s¨®lo florecen en ambientes culturales fuertemente intelectual izados, favorables al oteo del viento de los tiempos.Los ya conocidos por ?nuevos economistas franceses? han tenido el principal¨ªsimo m¨¦rito de haber sintetizado en un movimiento intelectual, lanzado a 1 os cuatro vientos de Europa mediante una feliz operaci¨®n de marketing, la contestaci¨®n de signo individualista que, en forma creciente aunque dispersa, se ha venido manteniendo entre los economistas, principalmente en Estados Unidos, frente a la ciencia econ¨®mica dominante en las ¨²ltimas d¨¦cadas. En t¨¦rminos generales puede decirse que, desde las postrimer¨ªas de la segunda guerra mundial, Europa se ha visto dominada por los enfoques econ¨®micos keynesianos y por la teor¨ªa pigouviana de los defectos del mercado, como en este ¨²ltimo caso ha tenido el acierto de se?alar el profesor Schwartz. Y as¨ª durante decenios, hasta que, a mediados de la d¨¦cada que acaba, la insuficiencia de estos planteamientos en la pol¨ªtica econ¨®mica fueron dejando desarbolados a sus hasta entonces principales paladines. El caso americano fue distinto: all¨ª, aunque tambi¨¦n fueron dominantes los enfoques prevalentes aqu¨ª, su cr¨ªtica desde trincheras liberales aparece en los primeros momentos y no ces¨® nunca. Las posiciones mantenidas desde la Universidad de Chicago, el Center for Public Choice de la Universidad de Virginia. el Seminario de Misesde Nueva York ydesdetantos otros focos cr¨ªticos m¨¢s, permitieron el cultivo de una ciencia econ¨®mica promercadista, underground al principio en muchos casos, pero imponi¨¦ndose cada vez con m¨¢s fuerza en los medios acad¨¦micos americanos, habiendo llegado a ser hoy una realidad muy Firme y respetada.
Ese esp¨ªritu cr¨ªtico de car¨¢cter liberal frente a las ideas econ¨®micas dominantes durante decenios lo ha venido encarnando, como comunidad cient¨ªfica internacional, la Mont Pelerin Society desde su creaci¨®n, en 1946. La celebraci¨®n de su ¨²ltima reuni¨®n de septiembre de 1979 en Madrid, y el magn¨ªfico tratamiento que la prensa espa?ola prest¨® a tan importante acontecimiento, habr¨¢n permitido al p¨²blico espa?ol percibir hasta qu¨¦ punto esta ?revoluci¨®n intelectual? ofrece rasgos de solidez y solvencia. Con independencia de que, a un nivel de generalidad, las pinceladas que acabo de dar de los dis¨ªmiles casos europeo y americano me parecen sostenibles, tambi¨¦n creo que lo es que, durante estas d¨¦cadas de ?paso del desierto?, no han faltado en los pa¨ªses europeos focos liberales de disidencia cient¨ªfica que, con mayor o menor fortuna, han venido poniendo en evidencia lo inadecuado de los enfoques prevalentes.
Por referirme a Espa?a y a mi propia peripecia intelectual, no puedo dejar de recordar una tarde de verano de finales de los sesenta. Luis Reig, casado con una compa?era m¨ªa de colegio, me invit¨® a su casa a cenar. Era ingeniero y estaba licenci¨¢ndose en Econ¨®micas. Como sab¨ªa de mi buena aplicaci¨®n en la carrera, quer¨ªa pedirme que le facilitara los apuntes de determinada asignatura. La cena, verdaderamente, dio mucho m¨¢s de s¨ª de lo que era de esperar. Hablamos de econom¨ªa. Yo era entonces un ferviente y candoroso keynesiano, y con la reciente matr¨ªcula de honor obtenida de Fuentes y la que el a?o anterior me hab¨ªa dado Rojo, gran profesor, ¨ªdolo de los estudiantes de la ¨¦poca y ?representante de Keynes en la Tierra?, yo me sent¨ªa muy seguro. Siguiendo losconsejos de buen pedagogo que me hab¨ªa dado el primero y los que me dio el segundo, llevaba, adem¨¢s, dos a?os que no paraba de estudiar teor¨ªa econ¨®mica, keynesiana fundamentalmente. Reig era un misiano-hayekiano, que sab¨ªa una barbaridad y que no me daba respiro. Yo, con Keynes bien asimilado, me defend¨ª honrosamente, y tambi¨¦n ataqu¨¦. La noche qued¨® m¨¢s o menos en tablas. pero me dio mucho que pensar. Varios d¨ªas despu¨¦s le ped¨ª bibliograf¨ªa -que me facilit¨®- fundamentalmente de la escuela austriaca y de lo principales ?rebeldes? americano que por entonces empezaban a publicar. Pasado un tiempo, las piedras del arco que me faltaban para la completa comprensi¨®n del fen¨®meno econ¨®mico. y que en el keynesianismo no hab¨ªa encontrado, las hall¨¦ en autores poco menos que proscritos entonces, algunos de los cuales luego ser¨ªan rehabilitados, como fue el caso de Hayek Nobel de Econom¨ªa en 1974.
En la casa de Luis Reig nos hemos venido reuniendo durante muchos a?os un grupo de unos treinta o cuarenta que, puntualmente todos los jueves, discut¨ªamos un papel elaborado cada vez por uno. Recuerdo ahora, entre los m¨¢s asiduos, a Lucas Beltr¨¢n, a Je susito Huertas, a Enrique de la Lama, a Juan Marcos -luego director de Uni¨®n Editorial, proyecto de difusi¨®n de las ?nuevas? ideas que pusimos en marcha a principio de los a?os setenta-. Despu¨¦s aparecer¨ªa en escena, por cuenta propia, Argando?a, catedr¨¢tico de Teor¨ªa Econ¨®mica, y Pedro Schwartz, catedr¨¢tico de Historia de las Doctrinas Econ¨®micas, que ven¨ªa de su larga estancia en Londres con las ?nuevas? ideas en la cabeza. Y Rafael Martos, Evaristo Amat, Luis Guzm¨¢n, Luis Moreno, y tantos otros buenos amigos, unos acad¨¦micos y otros no, pero todos ellos economistas en el m¨¢s originario sentido del t¨¦rmino. Y m¨¢s tarde aparecer¨ªa Jos¨¦ Luis Oller, estudioso de la escuela austr¨ªaca y luego director de pol¨ªtica econ¨®mica de la Generalidad. Y otros preparados economistas con las mismas inquietudes. que siento no poder mencionar aqu¨ª. El Instituto de Econom¨ªa de Mercado, la Uni¨®n Editorial, la Asociaci¨®n para la Econom¨ªa de las Instituciones y la Liga para la Defensa del Individuo, ser¨¢n m¨¢s tarde los principales focos de investigaci¨®n o de difusi¨®n. Al conjunto alguien lo bautizar¨ªa como Escuela Cr¨ªtica de Econom¨ªa de Madrid.
Tenemos mucho que aprender los ?nuevos economistas? esp¨¢?oles de los franceses, sin ealbargo. En la proyecci¨®n p¨²blica de las ideas han ido ellos muy por delante de nosotros. Es por eso que en las jornadas hispan-francesas sobre la nueva econom¨ªa, que hemos organizado bajo los auspicios de la Fundaci¨®n Universidad- Empresa, y que hoy han comenzado en Madrid, trataremos no s¨®lo de contrastar los enfoques de los diez ponentes, sino de obtener algo de la sabidur¨ªa acumulada por nuestros amigos franceses en marketing.
Desde el candor de nuestra primera formaci¨®n, todos nosotros hemos ido perdiendo la in¨®cencia. Yo la perd¨ªa aquella noche del d¨ªa 8 de agosto de 1968, cenando.
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