El largo y complejo camino de una auditor¨ªa
Mediada la primavera de 1978, el entonces ministro de Hacienda, Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, curs¨® una orden a su subsecretario de Presupuesto, Jos¨¦ Barea: ?Utilice las facultades que el art¨ªculo 7 de la ley General Presupuestaria otorga al Ministerio de Hacienda para realizar el control financiero de los ¨®rganos de la Administraci¨®n del Estado y sus organismos aut¨®nomos.? La orden estaba referida a Radiotelevisi¨®n Espa?ola. Pocos d¨ªas despu¨¦s, el titular de Hacienda inform¨® de su decisi¨®n al Consejo de Ministros. El silencio de unos y la mal disimulada indignaci¨®n de otros fueron el primer augurio del destino que aguardaba al desdichado informe.La ra¨ªz de esta decisi¨®n se encuentra varias semanas antes. El interventor del Ministerio de Hacienda en Radiotelevisi¨®n Espa?ola (RTVE) hab¨ªa pasado una nota a su ministro en la que denunciaba haber detectado sospechosos indicios de irregularidades, ? m¨¢s graves de lo que es habitual?, en una determinada operaci¨®n de compras de la casa. El ministro pidi¨® mayores detalles y lo que vio le dej¨® escandalizado: en RTVE nadie se responsabilizaba de nada ni se ten¨ªa idea clara del reparto de funciones o competencias. No hab¨ªa cuentas claras ni inventarios. Aquello parec¨ªa, en definitiva, un caos, un pozo sin fondo en el que el dinero se perd¨ªa y no hab¨ªa modo de saber c¨®mo y cu¨¢nto se gastaba ni para qu¨¦.
El siguiente paso fue un informe confidencial remitido al presidente del Gobierno, Adolfo Su¨¢rez, solicitando instrucciones que no llegaron.
Tras varios intentos por desentra?ar el marasmo de competencias interferidas entre el Ministerio de Cultura y el organismo aut¨®nomo RTVE, se adopt¨® la decisi¨®n de encargar a la Intervenci¨®n General del Estado un informe exhaustivo sobre el control financiero de RTVE. A pesar del eufem¨ªstico nombre, lo que en realidad se solicitaba era una auditor¨ªa completa, una puesta al desnudo de uno de los organismos m¨¢s pol¨¦micos.
Cursada la orden, los mecanismos administrativos comenzaron a ponerse lentamente en marcha. No sin dificultades, y tras varios intentos de boicotear la operaci¨®n, el mes de septiembre qued¨® constituido el equipo auditor, integrado por cuatro interventores y cinco contadores (auxiliares), que no imaginaban lo que iban a encontrar. El resto de estamentos de la Administraci¨®n hab¨ªan pr¨¢cticamente olvidado el tema, inmersos en cuestiones m¨¢s trascendentes, como la culminaci¨®n de la redacci¨®n constitucional, el refer¨¦ndum y las posibilidades de adelantar el calendario electoral.
Mientras, en Prado del Rey, Somosaguas y dem¨¢s dependencias clave de RTVE la vida habitual segu¨ªa, escasamente alterada por la noticia de que ?parece que van a venir unos de Hacienda a mirar cosas?. Hacienda, para la Casa, era y es un colega de la Administraci¨®n poco apreciado. Los dirigentes del organismo tienen cierta alergia a conceptos como intervenci¨®n, control, responsabilidad, presupuesto y esas cosas que ? no sirven m¨¢s que para restar agilidad al funcionamiento que precisa esta casa?, indica un antiguo directivo. Por eso, los m¨¢ximos responsables del organismo, a?orantes de la ¨¦poca de la autofinanciaci¨®n incontrolada (hasta 1976) o de los todav¨ªa mejores en que Hacienda mandaba el dinero -como es su obligaci¨®n- y en paz, ten¨ªan muy clara su decisi¨®n de colaborar poco, ?a ver si se cansan y se van?. ?Les ense?amos cuatro papeles, que hagan su informe, y aqu¨ª no ha pasado nada?, argumentaban la mayor¨ªa de los directivos, en un almuerzo celebrado a mediados de septiembre para elaborar la estrategia.
Pero los interventores designados dieron muy pronto muestras de estar interesados en realizar una auditor¨ªa a fondo, m¨¢s all¨¢ del simple ojear papeles que en Prado del Rey, Somosaguas y dem¨¢s centros directivos imaginaban. Y comenzaron las dificultades. Desde noviembre de 1978 a mayo de 1979, los funcionarios destacados por Hacienda sortearon todo tipo de impedimentos y dificultades, puestas por gran n¨²mero de mandos intermedios, a su labor. Papeles que no existen, que se han perdido, que nunca existieron o que ni siquiera se justifica su inexistencia; datos que nadie conoce; competencias que nadie define... El informe est¨¢ plagado de consideraciones al respecto. Muchas otras pudieran haberse incluido si, adem¨¢s de la auditor¨ªa, los interventores hubiesen elaborado un pormenorizado relato de su paso por RTVE. Baste decir que a las pocas semanas de iniciada la auditor¨ªa los interventores decidieron formular todas las peticiones de datos, documentos, etc¨¦tera, por escrito, mediante requerimientos oficiales, avalados por un real decreto que hubo de ser propuesto al Consejo de Ministros a la vista de la experiencia.
Varias partes del informe final incluyen referencias a claras obstrucciones a la acci¨®n de la Intervenci¨®n General del Estado. Es muy probable que los redactores del informe se hayan quedado cortos, a juzgar por los relatos que cada uno de ellos ofreci¨® a sus inmediatos superiores a lo largo de toda la gestaci¨®n de la auditor¨ªa. Una fuente de toda solvencia, consultada en RTVE, asegura que incluso se realizaron reuniones exploratorias de varios directivos, examinando las posibles repercusiones de una acci¨®n de boicot colectivo a la inspecci¨®n. La postura colectiva no se gest¨®, pero individualmente muy pocos cooperaron en la labor auditora. Parece probado que incluso altos estamentos de RTVE sugirieron a los interventores la posibilidad de que ¨¦stos ocuparan cargos directivos en la casa, ?porque as¨ª ustedes, que ya conocen esto, pueden ayudarnos a arreglarlo?. Los interventores se mov¨ªan entre el estupor y la sorpresa.
El informe qued¨® concluido pocas semanas despu¨¦s de haber tomado posesi¨®n el actual ministro de Hacienda. El interventor general del Estado le entreg¨® un voluminoso documento: la auditor¨ªa realizada en RTVE. Los resultados y conclusiones son escandalosos e indican la posible existencia de. numerosos delitos. El informe pas¨® de Hacienda a conocimiento reservado de altos cargos de la Administraci¨®n del Estado, que decidieron no hacerlo p¨²blico por el momento.
Gran parte de los miembros del Gobierno aseguran desconocer el contenido del informe. ?Creo que es demoledor?, comentaba hace pocos d¨ªas un ministro del actual Gabinete. ?No saben qu¨¦ hacer con ¨¦l?, aseguraba otro alto cargo. Ambos parecen estar en lo cierto. Todos los autores del informe han recibido ¨®rdenes muy severas de guardar silencio y ni siquiera han recibido oficialmente el ejemplar completo del trabajo, ya que ¨¦ste fue realizado individualmente por apartados concretos. Los poseedores de ejemplares numerados temen tambi¨¦n su publicaci¨®n por si acaso son se?alados como responsables de la filtraci¨®n en la inevitable caza de brujas que sigue a toda publicidad de documentos desagradables.
Como tel¨®n de fondo, la historia se cierra con el disgusto generalizado entre los miembros del Cuerpo de Intervenci¨®n, disconformes con la ocultaci¨®n de su trabajo y, sobre todo, con la ausencia de medidas concretas tras el informe. En RTVE todo sigue m¨¢s o menos igual. Desde la conclusi¨®n del informe muy pocas cosas han cambiado. Se han introducido algunas mejoras por decisi¨®n espont¨¢nea de los responsables situados a distintos niveles. Otras fueron introducidas durante la elaboraci¨®n misma de la auditor¨ªa; por ejemplo, parece que algunas dependencias que, como toda la casa, carec¨ªan de inventario, lo elaboraban al serles requerido por la Intervenci¨®n. Pero muy poco m¨¢s.
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