Los abonados del teatro Real

Soy uno de los cientos de sufridos aficionados a la m¨²sica. Pues bien, de cada tres o cuatro intentos semanales por asistir a un concierto en el Real, cuando al fin logro entrar en uno, suelo comprobar, con indignaci¨®n, que mientras muchos j¨®venes mel¨®manos se tienen que quedar en la puerta, dentro hay un gran n¨²mero de butacas vac¨ªas de los se?ores abonados. He llegado a contar m¨¢s de ochenta.A pesar de las explicaciones dadas en un Bolet¨ªn Informativo de la Orquesta Nacional de Espa?a, prologado y bendecido por el director general de m¨²sica, no est ¨¢ todav¨ªa nada claro lo del nuevo sistema de abonos. Y a pesar de que el 85% del precio de las localidades se financia con los Presupuestos Generales del Estado, est¨¢ bien claro que la cultura sigue siendo patrimonio de las clases privilegiadas, y los abonos del Real siguen llevando la etiqueta de ?elitistas? y ?clasistas?.

Si el director general de m¨²sica quiere de verdad realizar su gesti¨®n democr¨¢ticamente, no s¨®lo debe acabar con el car¨¢cter de renovaci¨®n vitalicia que hasta ahora tienen los abonos, sino tambi¨¦n con los mismos abonos. Que se saquen todas las localidades en taquilla y as¨ª todos los aficionados tendremos las mismas oportunidades. Me atrevo tambi¨¦n a apostar que en el Real ya no habr¨ªa butacas vac¨ªas ni fuera del ¨¦l j¨®venes defraudados. Si no hay m¨¢s remedio que haya abonos, ?por qu¨¦ no son para las clases menos ? subvencionadas ?, en lugar de llev¨¢rselos las se?oras de los visones que se abanican durante la Pat¨¦tica, mostrando su soberano aburrimiento.