Adi¨®s, Auger, adeu
?Y en cualquier caso, si yo soy el obst¨¢culo, me voy.? Recuerde el editor propietario que esa frase es suya. Recuerde que fue un domingo de fr¨ªo y hambre, con la huelga -nuestra segunda huelga- ya en marcha. Recuerde que lo dijo para calmar unos ¨¢nimos l¨®gicamente enardecidos, cuando ya los caminos se nos cerraban. Bien-, los nuestros, los de Informaciones, est¨¢n abiertos, s¨®lo queda una peque?a puerta cerrada y esa puerta es usted. V¨¢yase. No deje a trescientas familias sin trabajo; no deje que se muera un diario que es decano de la prensa de la tarde e independiente; no deje que su vanidad le impida reflexionar y recuerde sus propias palabras, su propia promesa, que es, seguro, la palabra de un hombre que respetamos.Usted ha hecho el esfuerzo, lo sabemos. Usted ha querido salvar sus empresas, lo sabemos; pero s¨®lo encuentra un rotundo no all¨ª don de acude. Tenemos la firme esperanza de seguir, pero es necesario que se vaya, que elija la puerta ele gante, la puerta grande de la salida airosa. No queremos qu enso pague, queremos que se vaya. Es un deseo formal y expreso. Es un deseo sentido, casi un ruego de gentes que ven en peligro su trabajo, el colegio de sus ni?os y la comida de sus casas. Pi¨¦nselo. Su situaci¨®n es dif¨ªc¨ªl, pero si no se va, usted lo sabe bien, puede ser m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa, y para qu¨¦ complicar a¨²n m¨¢s las cosas. Es m¨¢s f¨¢cil, m¨¢s bello por su parte, marcharse por la puerta grande. Eso es, simplemente, lo que queremos. Seguro que sabremos agradecerle todos sus esfuerzos, sus noches sin sue?o, sus caminos puerta tras puerta-, pero para salvar Informaciones -y eso, pensamos, lo quiere usted tanto como nosotros- hace falta ¨²nicamente, ¨²nicamente, se?or Auger, que se marche, que deje Informaciones a otros empresarios, que los hay, pero sin que usted toque nada en ese juego. Puede ser muy duro para usted, pero as¨ª es la realidad. Es mejor que un solo hombre. us ted. se quede sin la propiedad de Informaciones, que trescientos tra bajadores pasemos a incorporar la n¨®mina del paro.
Usted sabe que debe mucho dinero. Usted sabe que Informaciones no le cost¨® un duro. Usted sabe que hay acciones judiciales en su contra. Usted sabe que un cerco se cierne sobre su persona. Usted conoce, perfectamente, que la realidad le supera y, en esas circunstanc¨ªas, lo mejor, para todos, es abandonar. Es mejor as¨ª, porque enconr traremos el futuro. Un futuro que pasa por reestructurar esta empresa, por una remodelaci¨®n tecnol¨®gica y por un sudar cada d¨ªa m¨¢s para poner en ¨®rbita, de nuevo, Informaciones.
As¨ª las cosas, record¨¢ndole que el presidente de la Generalidad ha dicho que usted confunde sus propios proyectos con la realidad, hay que insistir en el tema para ver si puede entenderlo: es necesario que se vaya.
Lleva prolongando nuestra, su agon¨ªa, desde hace un mes. Desde aquel 28 de diciembre -d¨ªa de los Inocentes-, cuando el presidente del consejo de administraci¨®n de Prensa Castellana, SA, anunci¨® en nombre del editor -usted- que la paga extraordinaria se cobrar¨ªa el d¨ªa 31, todo lo m¨¢s tardar, y la correspondiente a diciembre, el d¨ªa 4 de enero. Fue una monstruosa inocentada. Y tras aquella promesa no hubo m¨¢s que intentos disuasorios -incluido firmar un documento asegurando que se pagaba- para frenar nuestra arma legal; la huelga, que en su segunda versi¨®n quiso usted impedir con su presencia. en nuestro habitual lugar de reuni¨®n en asamblea, en un ejercicio humanamente honesto, pero empresarialmente circense. Nos dijo aquella madrugada del 14 de enero que moralmente su obligaci¨®n era manifestarnos la importancia de no hacer la huelga. No la prohib¨ªa, no pod¨ªa, pero su obligaci¨®n moral era decirnos que deb¨ªamos trabajar, para as¨ª darle tiempo para solucionar los problemas. Tiempo le hemos dado todo.
?Informaciones se puede salvar, pero sin Auger.? Eso se dice en los medios financieros, pol¨ªticos y profesionales. Tiene que entenderlo, se?or Auger, y marcharse. No sabemos muy bien c¨®mo se puede convencer a un hom bre cercado, en sus horas bajas, con una cabecera de prestigio e historia en su poder, que debe dejar esa posesi¨®n y quemar las naves con la belleza de un conquistajor fracasado y no con la fealdad de un pirata acosado y enardecido. Es muy dif¨ªcil llegar a usted, alcanzar ese grado de sensibilidad suficiente como para que comprenda que su beau geste es irse, sin pedir nada a cambio m¨¢s que nuestra entera gratitud, porque alej¨¢ndose definitivamente de la nave Informaciones podremos contar un d¨ªa que usted estuvo en ella, que quiso hacerlo grande, pero que los elementos y las realidades pudieron con usted. Es mejor marcharse con honra, que ser vilipendiado por unos trabajadores honestos, que han hecho lo imposible por salvar su patrimonio,
Los hechos son esos. Las realidades, que pasan por la reestructuraci¨®n, por un proceso de largo plazo para hacer, de nuevo, rentable este producto entra?able llamado Informaciones, indican que hay un obst¨¢culo llamado Sebasti¨¢n Auger, que es el due?o de la cabecera del decano de la prensa de tarde. Si juntamos ambas cosas, si tenemos en cuenta que la solidaridad ha podido salvar situaciones dram¨¢ticas en muchas familias de los trabajadores del peri¨®dico, si a?adimos que la muerte est¨¢ muy cercana si todo sigue como hasta la fecha, es mejor recordarle, una vez m¨¢s, que abandone.
F¨ªjese, se?or Auger, que le brindamos, en su noche oscura del alma, la posibilidad de la gloria sobre la pesadumbre de una guerra sin cuartel. Nosotros -lo sabemos, porque es indudable- tenemos mucho que perder en la batalla, el trabajo es el m¨¢s honorable de los derechos del hombre y usted quiere privarnos de ¨¦l; pero conv¨¦nzase, se?or editor propietario, que sobre su cabeza pesar¨¢ ese paro y sobre su coraz¨®n el fracaso estrepitoso. Dicho de otra manera, pese al largo paro que se cierne sobre los trabajadores de Informaciones, quien m¨¢s pierde con su actitud, con su cerrada y hostil actitud hacia nosotros, es usted, s¨®lo usted.
?Y, en cualquier caso, si yo soy el obst¨¢culo, me voy.? Haga honor a sus propias palabras, coja la puerta. Estamos dispuestos a despedirle en olor de multitud, como a los grandes, como,a los caballeros con honor, y vuelva a casa. Tranquilizar¨¢ a su familia, ser¨¢ alabado y su compa?eros, ser¨¢ bien tratado en los medios profesionales y ser¨¢ bien querido por trescientos empleados suyos que estamos deseando dejar de serlo, por su bien y por el nuestro. Si no lo hace, adem¨¢s de faltar gravemente a su palabra, que es lo ¨²nico que le queda, se har¨¢ mucho da?o, un irreparable da?o.
Por el comit¨¦ de empresa de Informaciones: Ricardo Mart¨ªn Angel D¨ªaz de Sonseca y A?dr¨¦s Fern¨¢ndez.
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