La censura
Dicen que vuelve la censura y bienvenida sea, que en la censura de prensa e imprenta sobrevive, no el que tiene algo que decir, sino el que tiene c¨®mo decirlo.La censura no se ha abolido nunca del todo, naturalmente, ni ello es posible, que el espa?ol es censor por dentro como es torero por fuera. El padre Llanos me hace una entrevista para Vida Nueva y se la devuelven sin publicar. Andr¨¦s Amor¨®s ha conseguido reunir en la Fundaci¨®n March los hierros cortados y cantados por Julio Gonz¨¢lez con la cizalla, y los madrile?os se enteran ahora de que hubo otro espa?ol universal, de exilio y forja, asordado por cuarenta a?os de censura. Mar¨ªa Paz Ballesteros recita a diario, con subvenci¨®n municipal y poco p¨²blico, a Blas de Otero y ?los poetas que ayudaron a resistir?.
Pero Sabina, la viuda de Otero, est¨¢ pasando hambre.
Montero expone en la Gran V¨ªa y Torrente Malvido me lleva a conocer su obra. Torrente Malvido lleva treinta a?os de marginal voluntario, por no ser un marginado de la censura. Carlos Mar¨ªa Yd¨ªgoras, viejo amigo y escritor berroque?o, reedita sus Libertadores USA para recordarnos que USA no suele darse la libertad ni a s¨ª misma. Viene a casa un periodista hind¨², de Calcuta, y me pregunta:
-?Y cu¨¢ntos escritores mat¨® Franco en los cuarenta a?os?
Hombre, tampoco se ponga usted as¨ª. En todo caso los mataba de hambre. Y les ten¨ªa -nos ten¨ªa- muy abrigados por la censura. Viene un periodista guineano que se llama Apollinaire (no ha tra¨ªdo las Once mil vergas, quiz¨¢ por la renaciente censura) y me pregunta en qu¨¦ sentido creo yo que Guinea ha sido una v¨ªctima de Espa?a:
-En el mismo sentido que el Congo lo fue de B¨¦lgica. S¨®lo que los guineanos sufr¨ªan ustedes menos, porque la censura imped¨ªa hablar de su sufrimiento.
Rafael Ferreres publica la obra po¨¦tica completa de Ausias March, en edici¨®n biling¨¹e. Un cl¨¢sico litoral y literal silenciado por cuarenta a?os de censura ling¨¹¨ªstica. Argos/Vergara saca Operaci¨®n Gernika, de Gonz¨¢lez-Aller. El caballo del Guernica est¨¢ tan cabreado en el cuadro porque se ha pasado cuarenta a?os comiendo pienso imperial en el pesebre de la censura, junto al de Pav¨ªa, que era un caballo reaccionario.
Berlanga publica Mi madre, de Bataille, un cl¨¢sico del erotismo franc¨¦s y una madre amordazada con su propio velito por el se?or Arias-Salgado (padre de los famosos ni?os cl¨®nicos que luego rehabilitar¨ªa UCD). O sea que ya ven ustedes si tengo cargos, as¨ª de refil¨®n, contra la censura. Pues a pesar de todo sostengo que la censura es/era buena, porque manten¨ªa a los mediocres abrigados en su confortable condici¨®n de in¨¦ditos y operaba una selecci¨®n natural y darwiniana de los m¨¢s estilistas y estilitas, que segu¨ªamos en nuestra columna, comidos, no por los gusanos b¨ªblicos, sino por el piojo verde de la envidia.
Ahora, con el cambio de calles, parece que el cirio est¨¢ en General¨ªsimo, seg¨²n me dice Tierno, que UCD y toda la derecha que viene en el cortejo se niegan a rebautizar. Tienen toda la raz¨®n: una calle tan ca¨®tica, atrabiliaria, peligrosa, especulada y triunfalista, una avenida nacida del capitalismo salvaje de los ricos protegidos, debe llevar para siempre el nombre de quien la alumbr¨®. Lo cual que me pregunta el hind¨², que todav¨ªa no se ha ido:
-?Qu¨¦ pasaba con Franco y la cultura?
. -Que Franco fue muy saludable para la cultura. Con Franco, todo el mundo ten¨ªa una idea para escribir: escribir contra Franco. Ahora s¨®lo escribimos los que tenemos ideas.
O sea que la censura, aunque no sea franquista y lleve la acu?aci¨®n democr¨¢tica de una ley, debe volver y es buena, porque evita el paro intelectual, da trabajo a todo el que quiere escribir o pintar y no sabe qu¨¦: la censura misma suele ser el tema de los censurados. Y si no ah¨ª est¨¢ la libertad de prensa e imprenta, que s¨®lo ha dado a Vizca¨ªno Casas.
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