Hans K¨¹ng y su Iglesia / y 2
En nuestra opini¨®n, resolver con medidas disciplinarias los problemas controvertidos en teolog¨ªa suele acarrear funestas consecuencias... El proceso contra Hans K¨¹ng significa sencillamente el retorno a una praxis que ha redundado en desprestigio de la teolog¨ªa como ciencia y de la Iglesia entera... En este contexto nos permitimos rogar a los obispos alemanes que tengan en cuenta las consecuencias pastorales que acarrear¨¢ un procedimiento que, seg¨²n el sentir de muchos, no se ajusta a las actuales normas jur¨ªdicas ni a la naturaleza de la teolog¨ªa en cuanto ciencia.?Esta apremiante llamada a las autoridades eclesi¨¢sticas de entonces sigue siendo v¨¢lida hoy en todos sus t¨¦rminos. Hace seis a?os, nadie pod¨ªa imaginar que en nuestros d¨ªas iba a cobrar inesperadamente una actualidad palpitante. Gracias a la decidida intervenci¨®n del cardenal D?ffner, arzobispo de Munich y presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, no se tomaron entonces medidas disciplinarias. En una declaraci¨®n del 15 de febrero de 1975, la Congregaci¨®n de la Fe declar¨® que el proceso quedaba ?cerrado de momento? y -en palabras del cardenal Seper- ?suspendido?: la Congregaci¨®n de la Fe no volvi¨® a atacar a K¨¹ng hasta el episodio del 15 de diciembre de 1979. El cardenal D?ffner anunci¨® un ?nuevo estilo?. Pero el arzobispo de Munich mor¨ªa el 24 de julio de 1976.
El cardenal H?ffner, responsable de la fe
Bajo la presidencia del cardenal H?ffner, arzobispo de Colonia, la Conferencia Episcopal Alemana comenz¨® a ocuparse sol¨ªcitamente de K¨¹ng. El motivo de la querella era ahora Ser cristiano, obra monumental de K¨¹ng, aparecida en 1974. Finalmente se lleg¨® al citado ?coloquio de Stuttgart?, celebrado el 22 de enero de 1977, al que asistieron como representantes de la Conferencia Episcopal Alemana, el cardenal H?ffner (Colonia), el cardenal Volk (Maguncia) y el obispo Moser (Rotteriburg). Se acord¨® grabar el di¨¢logo en cinta magnetof¨®nica (su reproducci¨®n puede verse en W. Jens, Um nichts als die Wahrheit, Munich, 1978, 227-313). Pero contra lo convenido previamente, se tom¨® el coloquio como base para un procedimiento de mayor alcance y dureza contra Hans K¨¹ng.
En una declaraci¨®n de prensa celebrada el 3 de marzo de 1977, la Conferencia Episcopal Alemana afirma que las tesis de K¨¹ng sobre cristolog¨ªa son ?insuficientes y ambiguas? y pide una ?rectificaci¨®n? en forma de ?precisiones? y ?complementos?. Insiste en que K¨¹ng profese la f¨®rmula de Nicea (a?o 325), seg¨²n la cual Jes¨²s es ?Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado no creado, de la misma naturaleza que el Padre?, f¨®rmula que K¨¹ng no niega, si bien intenta traducirla a un lenguaje actual. En una carta digna de un maestro de escuela, el cardenal H?ffner propone a K¨¹ng, el 22 de abril de 1977, tres preguntas del catecismo para que las conteste de ?forma muy breve y densa?: ??Es Jesucristo el Hijo eterno e increado de Dios, consustancial con el Padre?? K¨¹ng objeta que la problem¨¢tica en cuesti¨®n no admite una respuesta mediante ?f¨®rmulas de catecismo?. Con una l¨®gica escandalosa para cualquier hombre que razone honestamente, H?ffner extrae de ah¨ª la siguiente conclusi¨®n: ?Con ello ha puesto usted de manifiesto que, partiendo de la teolog¨ªa expuesta en su libro (se trata de Ser cristiano), no es posible dar un s¨ª inequ¨ªvoco a los enunciados b¨¢sicos de la fe cat¨®lica? (21-9-1977).
As¨ª, pues, jam¨¢s se ha llevado a cabo un proceso doctrinal contra Ser cristiano. No obstante, en unas ?Palabras a los encargados de anunciar la fe?, la Conferencia Episcopal Alemana declaraba el 17 de noviembre de 1972 que K¨¹ng ?no presenta al lector a Cristo en su integridad ni toda la plenitud de su obra salv¨ªfica?.
El alcance de esta aseveraci¨®n qued¨® patente m¨¢s tarde, cuando se vio que el documento romano del 15 de diciembre de 1979 alud¨ªa en su fundamentaci¨®n a la cristolog¨ªa y mariolog¨ªa de K¨¹ng. Dicho documento aduc¨ªa as¨ª una fundamentaci¨®n que no hab¨ªa sido objeto de un proceso doctrinal ni en Alemania (donde H?ffner no habr¨ªa tenido competencia) ni en Roma. K¨¹ng, acusado ahora de falta de disposici¨®n para el di¨¢logo, tuvo que comprobar con amargura que se hab¨ªa abusado ignominiosamente de su disponibilidad para dialogar.
El anatema romano
Roma guard¨® silencio. Tampoco en Alemania se volvi¨® a invitar a K¨¹ng a un coloquio oficial tras la declaraci¨®n emitida por la Conferencia Episcopal Alemana el 17 de noviembre de 1977. No se tom¨® nota de la impresionante confesi¨®n de fe en la filiaci¨®n divina de Jes¨²s que K¨¹ng hace en ?Existe Dios? (1978). K¨¹ng, por su parte, sigui¨® mostr¨¢ndose dispuesto al di¨¢logo y la rectificaci¨®n. En su Llamada a un entendimiento (1978) hizo a la Conferencia Episcopal Alemana propuestas concretas para una mediaci¨®n. Pero ¨¦stas no obtuvieron respuesta alguna; la misma suerte corri¨® su carta al nuevo Papa (30 marzo 1979), en la que K¨¹ng manifestaba que estaba dispuesto a ir a Roma en cualquier momento para mantener un di¨¢logo. En cambio, a finales de 1979 hab¨ªa rumores e indicios que presagiaban un triste desenlace. As¨ª, el cardenal Ratzinger afirmaba p¨²blicamente el 12 de noviembre de 1979 que ya no se pod¨ªa considerar a K¨¹ng como te¨®logo cat¨®lico. Lo que pod¨ªa parecer a algunos producto de un arzobispo arrogante, era comunicado solemnemente al mundo entero en nombre de la Congregaci¨®n de la Fe el 18 de diciembre de 1979. El 14 de diciembre se hab¨ªan reunido secretamente en Bruselas con Moser, obispo de Rotteriburg, el arzobispo Hamer (secretario de la Congregaci¨®n de la Fe), el cardenal H?ffner y el prelado Homeyer (presidente y secretario, respectivamente, de la Conferencia Episcopal Alemana) y el arzobispo Del Mestri (nuncio en Bonn), para deliberar sobre la forma de privar al profesor K¨¹ng de la licencia para ense?ar (?missio canonica?). El obispo Moser acept¨® el compromiso de ejecutar la privaci¨®n de la licencia, convirti¨¦ndose en instrumento de las medidas inquisitoriales planeadas en Roma y Colonia.
Como el obispo de Rottenburg se comprometi¨® a guardar silencio, la decisi¨®n cogi¨® desprevenidos a todos los interesados: el propio K¨¹ng, la Universidad, la facultad, el Ministerio de Ciencia y Arte de Stuttgart. K¨¹ng se enter¨® de la noticia estando fuera de Tubinga. Influido por una iniciativa de la facultad y por la oleada de protestas p¨²blicas (de la Universidad de Tubinga, de te¨®logos del mundo entero, de estudiantes de teolog¨ªa, profesores de religi¨®n, p¨¢rrocos e incontables seglares), el obispo de Rottenburg decidi¨® hacer una ¨²ltima gesti¨®n en Roma, donde se present¨® el 21 de diciembre con una respuesta de K¨¹ng, en la que ¨¦ste declara que:
- Siempre se ha considerado te¨®logo cat¨®lico, y continuar¨¢ haci¨¦ndolo.
- No ha querido suscitar un nuevo debate sobre la infalibilidad con sus ¨²ltimas publicaciones.
- Sigue teniendo reservas sobre las normas y formas de procedimiento de la congregaci¨®n, la cual no le ha permitido explicarse y justificarse antes de dar el ¨²ltimo paso y ha emitido una sentencia sobre cuestiones teol¨®gicas (cristolog¨ªa y mariolog¨ªa) que nunca han sido objeto de un proceso por parte de Roma.
- Acepta las declaraciones de la Iglesia verdaderamente irrenunciables, as¨ª como su deber de proclamar y exponer de forma clara y vinculante el mensaje cristiano atestiguado en la Escritura.
- En los problemas de cristolog¨ªa sigue la l¨ªnea marcada por los concilios de la Iglesia antigua y ha procurado hacerlos inteligibles para el hombre de hoy.
- Con respecto al Vaticano I, nunca ha sido su prop¨®sito negar la definici¨®n dogm¨¢tica de dicho Concilio, poner en tela de juicio la autoridad del ministerio de Pedro ni, mucho menos, hacer de su opini¨®n personal el criterio de la teolog¨ªa o provocar dudas de fe en el pueblo cat¨®lico, sino que se ha limitado a preguntar c¨®mo es posible, ante las evidentes dificultades teol¨®gicas, fundamentar en la Escritura y la tradici¨®n la posibilidad de enunciados Infaliblemente verdaderos en el sentido del Vaticano I.
Pero el viaje de Moser a Roma vino a constituir un tard¨ªo intento de apagar el incendio cuando las llamas estaban a punto de acabar con la casa. El obispo de Rottenburg no fue recibido por el Papa y s¨®lo consigui¨® la promesa de que, despu¨¦s de Navidad, el Pont¨ªfice recibir¨ªa a una delegaci¨®n de la Conferencia Episcopal Alemana integrada, como se anunci¨® m¨¢s tarde, por los cardenales H?ffner, Volk y Ratzinger, el arzobispo de Friburgo y el obispo de Rottenburg. Los optimistas volvieron a respirar, mientras que los realistas se imaginaban qu¨¦ cab¨ªa esperar de un ?intento de mediac¨ª¨®n? realizado bajo la direcci¨®n de H?ffner y Ratzinger. Los hechos iban a dar la raz¨®n a estos ¨²ltimos.
De entrada, el consabido secreteo. Cuando K¨¹ng, siempre al margen de las conversaciones, se entera de la noticia hace 36 horas que ha concluido el di¨¢logo con el Papa. La declaraci¨®n final, fijada sucesivamente para distintas horas del s¨¢bado 29, se entrega, por fin, a los medios de comunicaci¨®n social hacia el mediod¨ªa del domingo 30. No se produce ning¨²n cambio: Hans K¨¹ng se aparta en sus escritos de la verdad plena de la fe cat¨®lica y, por eso, no puede ser considerado ni ense?ar como te¨®logo cat¨®lico. Como era de esperar, se ignora el principio jur¨ªdico de que la ¨²ltima palabra corresponde al acusado.
Tal es, por ahora, el ¨²ltimo episodio de una pugna que ha sido presentada a la opini¨®n p¨²blica, desconcertada en su mayor¨ªa, como un combate por la verdad, pero en la que los iniciados ven con claridad creciente una lucha por el poder. Los hechos se prestan a m¨²ltiples reflexiones y consecuencias; pero aqu¨ª s¨®lo podemos indicar algunas.
1. Una vez m¨¢s ha quedado patente que no es tan f¨¢cil respetar los derechos humanos en la Iglesia como exigirlos en Polonia, M¨¦xico y Estados Unidos.
2. Es realmente envidiable una Iglesia que, ante peligros mucho m¨¢s graves y ante una silenciosa deserci¨®n en masa, puede permitirse el lujo de desgarrarse en la pol¨¦mica sobre unas f¨®rmulas dogm¨¢ticas que K¨¹ng no niega, sino traduce a un lenguaje comprensible para el hombre de hoy. Cardenales y obispos suelen apelar a este respecto el ?sensus fidelium?, a la sensibilidad de los creyentes. Pero el hecho es que la mayor¨ªa de los fieles consideran m¨¢s provechoso y m¨¢s cercano al Evangelio el lenguaje de K¨¹ng que el de los obispos.
3. ?Poca credibilidad y poder de convicci¨®n debe de tener una Iglesia que, al parecer, se considera demasiado d¨¦bil para digerir a un hombre como K¨¹ng! Y cabe preguntar tambi¨¦n c¨®mo se pueden justificar, a la vista de las m¨²ltiples necesidades existentes en el mundo, los gastos -documentos y notas con millones de ejemplares, pastorales de los distintos obispos, homil¨ªa de todo el Episcopado- financiados por el contribuyente alem¨¢n.
4. Desde el Concilio, Roma suele reconocer y proclamar la libertad de la Investigaci¨®n teol¨®gica cada vez que toma medidas disciplinarias o insiste en la doctrina tradicional. As¨ª ha sucedido tambi¨¦n en este caso. Pero es un reconocimiento de pura f¨®rmula. ?C¨®mo se puede hablar de investigaci¨®n libre cuando est¨¢n fijadas de antemano las conclusiones y cuando es castigado como extraviado quien llega a conclusiones diferentes en el marco de una clara confesi¨®n de fe en Jesucristo y en su Iglesia?5. El ataque a K¨¹ng entra?a, pues, el peligro de que en adelante s¨®lo pueda ense?arse en las aulas de las universidades, santuarios de la libertad de investigaci¨®n, lo que los obispos y la curia quieren escuchar. El mensaje cristiano corre as¨ª el riesgo de anquilosarse en una fe literal y formulista. ?Con qu¨¦ falta de apertura espiritual se van a formar los futuros sacerdotes y profesores de religi¨®n! ?Para qu¨¦, entonces, seguir ense?ando teolog¨ªa en las universidades alemanas?
6. En el procedimiento contra K¨¹ng se echa de menos esa equidad y transparencia que hoy exige imperiosamente la conciencia p¨²blica y a la que tiene derecho cualquier ciudadano. Ese procedimiento ha vuelto a crear en la Iglesia un clima de desconfianza, denuncia y arbitrariedad que parec¨ªa superado desde el Vaticano II.
7. Es contrario al esp¨ªritu y la letra del concordato con el Tercer Reich (v¨¢lido s¨®lo para W¨¹rttenberg) que se tomen en Roma decisiones que, seg¨²n dicho concordato, competen al obispo del lugar, quedando ¨¦ste reducido a mero ¨®rgano ejecutor. Las Instancias civiles competentes deber¨ªan analizar urgentemente la forma intolerable en que las autoridades romanas est¨¢n influyendo cada vez m¨¢s directamente en la concesi¨®n de la licencia eclesi¨¢stica para ense?ar y en la elecci¨®n de profesores.
8. La Nunciatura Apost¨®lica de Bonn desempe?a un papel especial en esta injerencia de Roma. As¨ª, a K¨¹ng no le comunic¨® la privaci¨®n de la licencia can¨®nica el obispo competente de acuerdo con el concordato, sino la Nunciatura Apost¨®lica. El ministro federal de Asuntos Exteriores deber¨ªa examinar cuidadosamente c¨®mo se compagina con el estatuto de un diplom¨¢tico acreditado ante ¨¦l Gobierno federal el hecho de actuar como una instancia ?secreta? de supervisi¨®n que ejerce un amplio influjo en la pol¨ªtica alemana de educaci¨®n y ciencia. ?Qu¨¦ se dir¨ªa si el embajador sovi¨¦tico interviniera en el nombramiento de los catedr¨¢ticos de eslav¨ªstica?
En los ¨²ltimos tiempos, la Iglesia cat¨®lica ha dado demasiadas muestras de la fortaleza de su posici¨®n. Tales tiempos deber¨ªan terminar con el caso de K¨¹ng. La opini¨®n p¨²blica ha adquirido una nueva sensibilidad ante los abusos de poder por parte de la Iglesia. Por tanto, es de esperar que tambi¨¦n las organizaciones cat¨®licas, en todos los niveles, discutan con toda seriedad los ¨²ltimos acontecimientos y, para honra y credibilidad de la Iglesia, exijan una revisi¨®n de las medidas tomadas contra K¨¹ng.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.