El movimiento estudiantil, por la retirada de la ley de Autonom¨ªa Universitaria
El rechazo del conjunto de la pol¨ªtica educativa del Gobierno, la exigencia de retirada del proyecto de ley org¨¢nica de autonom¨ªa universitaria (LAU) de las Cortes y emplazar a los partidos parlamentarios de izquierda a que asuman esta posici¨®n del movimiento estudiantil han sido las principales conclusiones de la coordinadora estatal de estudiantes, celebrada en Madrid los d¨ªas 19 y 20 de enero. En torno a estos objetivos se realiza la huelga estatal del 28-3 y la manifestaci¨®n celebrada ayer, que llevan a cabo los universitarios y en la que tambi¨¦n participan otros sectores de la ense?anza: ense?anza media, formaci¨®n profesional, profesores y apoyo de las asociaciones de padres de alumnos. Esta reuni¨®n, mal que les pese a algunos, ha constituido un paso decisivo hacia adelante del movimiento surgido en diciembre. Por su incuestionable representatividad (503 representantes y 87 observadores de 41 provincias, adem¨¢s de Ceuta y Melilla) y el car¨¢cter democr¨¢tico que posibilit¨® un vivo debate sobre cuestiones verdaderamente relevantes, que se resolvi¨® por amplia mayor¨ªa, adopt¨¢ndose posiciones n¨ªtidas que apuntan esencialmente a preservar el protagonismo de los universitarios como problema clave para el ¨¦xito de la lucha contra la LAU.Que esta LAU no se discuta en las Cortes, exigiendo su retirada, es la ¨²nica postura que cab¨ªa tomar, por dos razones fundamentales, que desarrollaremos en dos bloques.
1. Por el contenido
Esta ley profundiza la degradaci¨®n de nuestra universidad, abre v¨ªas para el control de parcelas de la investigaci¨®n y la docencia de la universidad p¨²blica por el capital privado, niega, de hecho, una real autonom¨ªa e impone (en regresi¨®n respecto de la realidad actual de algunas universidades) una estructura no s¨®lo de gesti¨®n, sino tambi¨¦n en el conjunto de la vida acad¨¦mica, antidemocr¨¢tica y jerarquizada. No s¨®lo no servir¨ªa para levantar nuestra ya postrada universidad, sino que la hundir¨ªa a¨²n m¨¢s en su actual miseria, salvando, eso s¨ª, los espec¨ªficos y contados casos de universidades, centros y actividades que sean rentables a los monopolios privados, y ¨¦stos tengan a bien potenciar, con arreglo a sus particulares intereses (que no son los del conjunto de la sociedad), discriminando al resto que no le es ¨²til en estos momentos de crisis. Nuestro rechazo es, pues, global, por considerar que esta antedicha es la filosof¨ªa que subyace al conjunto del articulado y que sobre la base del texto gubernamental no cabe esperar una ley favorable a la universidad.
Entrar a discutir el proyecto del Gobierno en la Comisi¨®n de Ense?anza del Parlamento no tiene sentido desde la perspectiva de un movimiento que aspira al m¨¢ximo: derribar por completo la ley. La aritm¨¦tica parlamentaria adversa asegurar¨¢ que los ejes fundamentales que la hacen inaceptable permanezcan inalterados, acept¨¢ndose todas aquellas enmiendas que no toquen el fondo y permitan recabar para la LAU una legitimidad parlamentaria que no se corresponde con ¨¦l nulo apoyo social y universitario de que goza. Prestarse a la discusi¨®n en la Comisi¨®n de Ense?anza del Parlamento es apuntar much¨ªsimo m¨¢s bajo de lo que ahora lo hace el movimiento estudiantil: intentar mejorar esta ley, enmendarla, plante¨¢ndose un objetivo que, a pesar de los argumentos de ?realismo y responsabilidad parlamentaria? que se esgrimen, es francamente ut¨®pico pordos hechos claros:El primero, que esta ley, por su contenido, es ?inmejorable?, vamos, ?que no hay quien la enmiende! La impregna una concepci¨®n de la universidad casi imposible de volver del rev¨¦s art¨ªculo por art¨ªculo. Y m¨¢s a¨²n si consideramos el segundo hecho (n¨²meros parlamentarios cantan): si el Gobierno, a pesar de todo, no retira la ley, no ser¨¢ precisamente para permitir que ni un ¨¢pice de lo fundamental quede vulnerado en el texto. Es por esto que la coordinadora estatal de estudiantes ha emplazado a los partidos parlamentarios de izquierda a que, apoyando la voz del movimiento estudiantil desde el Parlamento, pidan la retirada (entendida como negativa tajante a entrar en discusi¨®n sobre la base del actual proyecto) y, en l¨®gica consecuencia, se vayan de la Comisi¨®n de Ense?anza, para que de este modo, si el Gobierno no retira la ley, decidi¨¦ndose por el enfrentamiento con los universitarios, el resultado sea que se estrelle con su LAU y ¨¦sta sea papel mojado, hu¨¦rfana tambi¨¦n de toda legitimaci¨®n en el Parlamento y aislados pol¨ªticamente sus responsables. El propio ministro dice en su proyecto: ?De nada servir¨ªa ninguna ley si los profesores y estudiantes no asumen el proyecto de vida acad¨¦mica que se propone.? Saque ¨¦l sus propias conclusiones a la vista del ?entusiasmo generalizado? con que ha sido recibida su obra.
?? Responsabilidad parlamentaria? equivale a hacer de convidado de piedra en el hemiciclo? ?Equivale a plegarse, por ingenuo respeto, al formalismo parlamentario, a una presencia est¨¦ril y testimonial, desprovista de cualquier efectividad que no sea lavarle la cara y taparle las verg¨¹enzas a una ley que se quiere imponer sin m¨¢s? ?No es precisamente de este modo como se deja, por falta de reacci¨®n, que se haga del Parlamento un formalismo, un mero tr¨¢mite de paso, un adorno inoperante? Si los partidos parlamentarios de izquierdas, a pesar del llamamiento del movimiento estudiantil, en un beato alarde de purismo parlamentario, no exigen claramente la retirada de la LAU y entran en la discusi¨®n de enmiendas en la Comisi¨®n, estar¨¢n apostando por la derrota, por la impotencia parlamentaria de quien (como ya ha ocurrido tantas veces) aguanta estoicamente la barrida sistem¨¢tica de toda enmienda significativa.
Alguien se podr¨ªa preguntar: ?Tiene acaso el movimiento estudiantil, o cualquier movimiento social, derecho a inmiscuirse en un terreno, el de la t¨¢ctica en el Parlamento, que es competencia exclusiva de los partidos que est¨¢n en ¨¦l? Todo lo expuesto anteriormente aclara suficientemente que lo que se hace en el Parlamento y c¨®mo se hace afecta al futuro de un movimiento social, a sus posibilidades de desarrollo y potenciamiento, no siendo indiferente la actitud que tomen los partidos de izquierda en el Parlamento. ?El movimiento estudiantil no se supedita ni concede cheques en blanco a las enmiendas a la totalidad que puedan defender los partidos de izquierda en el Parlamento. Lo que queremos es que sea el propio movimiento quien tenga el protagonismo, siendo el principal art¨ªfice de la elaboraci¨®n de una alternativa junto al resto de los sectores sociales despu¨¦s de un amplio debate p¨²blico.
2. Por su fonna de elaboraci¨®n
Los estudiantes reivindicamos un nuevo proceso democr¨¢tico de elaboraci¨®n de la LAU que cuente con participaci¨®n univeitaria, porque el seguido en esta ocasi¨®n nos ha marginado absolutamente. Entrar a discutir esta ley es un reconocimiento impl¨ªcito del modo antidemocr¨¢tico como se ha elaborado, ya que permite darle una credibilidad al resultado de la discusi¨®n en la medida que se ha aceptado participar en ella sobre las bases en que la ha plantado el Gobierno. Hacer problema de c¨®mo se ha elaborado la ley no es formalismo est¨²pido. Est¨¢ en el candelero la puesta en cuesti¨®n de toda una concepci¨®n de la democracia, la que practica el Gobierno, que sobre la base de las elecciones del d¨ªa 1 de marzo de 1979, cree tener derecho a negar toda participaci¨®n y todo recurso a la protesta y la contestaci¨®n, legislando absolutamente al margen de los sectores afectados por sus leyes y en contra de la opini¨®n mayoritaria expresada por ellos. Ya se sabe: ?Esperar a las pr¨®ximas elecciones, haber si hay suerte, que entre tanto aqu¨ª mando yo.? No es esta nuestra forma de entender la democracia y por ello el Gobierno trata de presentarnos como peligrosos desestabilizadores del sistema parlamentario. Sustraer, so pretexto de existir el Parlamento y ser ¨¦ste ?el ¨²nico sitio donde se deben discutir las cosas y hacer pol¨ªtica?, las decisiones y las leyes a toda influencia y participaci¨®n popular efectiva, es la mejor manera de implantar una nueva forma de dictadura y dejar la democracia, que es participaci¨®n, diluida en huecas palabras de paternalismo parlamentario de los padres de la patria. ?No desestabiliza m¨¢s al sistema parlamentario un Gobierno que se empe?a en imponer una pr¨¢ctica legislativa al margen de sus destinatarios y que se enfrenta con la opini¨®n mayoritaria de ¨¦stos? ?O no significa estabilidad tener una casa asiento y apoyo sobre una amplia base?
Desde estas mismas p¨¢ginas solicit¨¢bamos, no hace mucho tiempo, del se?or Gonz¨¢lez Seara, antes de que tuviera la ocurrencia del debate televisivo con los parlamentarios, que mostrando la capacidad de su Gobierno para tratar al movimiento estudiantil de manera distinta a como lo ha venido haciendo en los ¨²ltimos tiempos (y persevera en los actuales), nos concediera la categor¨ªa de personas normales (que saben lo que hacen y por qu¨¦ lo hacen y act¨²an con la responsabilidad de quien tiene sus propias razones) y entrara en p¨²blico debate con nosotros. Le suger¨ªamos un debate en Televisi¨®n. Ahora nos roba la idea para seguir margin¨¢ndonos. T¨¦ngase en cuenta que una ley que sirva para algo m¨¢s que para salir aprobada en el Parlamento necesita adem¨¢s, o mejor dicho, en mayor medida, que el apoyo de los parlamentarios (y la propia LAU, como hemos visto antes, lo reconoce) la aceptaci¨®n de sus destinatarios (y los estudiantes somos la parte m¨¢s importante, no se olvide), cosa bastante dif¨ªcil si no se cuenta con ellos. Lo cu¨¢l no nos dejar¨ªa otra alternativa que recurrir a la defensa incondicional de las conquistas alcanzadas por el movimiento universitario, desoyendo un texto legal antipopular e impidiendo su aplicaci¨®n en la pr¨¢ctica. Se?or ministro, sepa que algunos estudiantes s¨ª hemos le¨ªdo su ley... y no nos ha gustado nada. De verdad ?sigue pensando que no tenemos nada que decir?
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