Jesse Fern¨¢ndez: "La gente se ha vuelto drogadicta de la fotograf¨ªa"
El pintor y fot¨®grafo Jesse Fern¨¢ndez (1925) naci¨® en La Habana (Cuba) de padres espa?oles. Incansable viajero, ha frecuentado los c¨ªrculos art¨ªsticos -en especial los de pintores y escritores- de muy diversos pa¨ªses. Fue fot¨®grafo de Life, Esquirre, Paris-Match y Revoluci¨®n. Ha realizado numerosas exposiciones, tanto de su pintura como de su obra fotogr¨¢fica. Actualmente presenta, en el Centro Americano de Madrid, un amplio muestrario de retratos, donde reconocibles son, entre otros muchos personajes c¨¦lebres, Borges, Hemingway, Bu?uel, Lezama Lima, Bacon, Garc¨ªa M¨¢rquez, Buster Keaton y Edgar Varese.
Abre el espectador los ojos ante el retrato del pintor: Bacon, Lam, Hockney, Kitaj, Palazuelo, Calder. Chillida, Sam Francis... O del escritor: Lezama, Cabrera Infante. Hemingway, Borges (con su se?ora madre), Cioran, Bergam¨ªn. Max Aub... O del hombre de cine: Bu?uel, Buster Keaton, N¨¦stor Almendros... O del m¨²sico: Edgard Varese. O de las huellas resquebrajadas que sirven de camino para volver a Van Gogh. Cuadros que se despojan de lo pict¨®rico. pero que a la pintura conducen. P¨¢ginas que prescinden de lo escrito, pero que abren la memoria de aquello que subyace en la escritura. Secuencias que han so?ado con el agradecimiento de la fijeza. Melod¨ªa tocada con el plano cerrado. Girasol esperp¨¦ntico y tierno.A las t¨¢cticas de velocidad y ruido, hallazgos de la risa contempor¨¢nea, Robert Bresson opone lentitud y silencio. Lentos y silenciosos son, precisamente, los retratos de Jesse Fern¨¢ndez. De ah¨ª que sorprendan pronto con una intensidad furtiva, lejos de cualquier gui?o vertiginoso y zumbador en pos de la sorpresa f¨¢cil. Apasionado por la exactitud, el fot¨®grafo ha atrapado instantes, deseos y rumores de sorprendidos personajes que perviven, intactos, en la fugacidad de la quietud sombr¨ªa. Es la imagen plural, contradictoria y ¨²ltima de una Inocencia inm¨®vil que la c¨¢mara impone sobre el que mira para, m¨¢s tarde, ser mirado en su papel de convertirse en mancha sobre el papel.
Ocult¨¢ndose, Jesse Fern¨¢ndez se expone. Y retrata algo m¨¢s que un rostro: ?A m¨ª me causa tristeza que ya no vivan escritores como Ortega o Azor¨ªn. Creo que sacarles fotos ser¨ªa escarbar en lo m¨¢s rec¨®ndito de aquella ¨¦poca. La fotograf¨ªa otorga una informaci¨®n no intercambiable con la que nos deparan otras fuentes. Por eso mismo me encanta Nadar: a trav¨¦s de su retrato de Nerval uno puede sentir el pulso de la ¨¦poca. entrar en relaci¨®n profunda con el personaje, recibir el est¨ªmulo para leer su obra. Es un aliciente muy fuerte, porque informa por medio de lo simb¨®lico. La pintura, por el contrario, nunca informa. El fot¨®grafo ve, el pintor es visionario. ?
Pintor y fot¨®grafo, Jesse Fern¨¢ndez empez¨® a hacer fotograf¨ªas para alcanzar un cierto grado de independencia que le permitiese pintar sin traba alguna. Trabaj¨® para Life¨ª. Esquirre, Paris-Maich y Revoluci¨®n. Insatisfecho. abandona el oficio de fot¨®grafo profesional poco despu¨¦s de 1961, fecha en la que se va de su pa¨ªs, Cuba. Pero seguir¨¢ haciendo fotos: para ¨¦l. para tomar el aire que no llega hasta el estudio del pintor, para no renunciar al contacto diario con la realidad. Para nuestro gozo.
La escritura fotogr¨¢fica
De esa pasi¨®n interior brotan las fotos que ahora expone en Madrid. Mirando est¨¢ Joan Mir¨® lo pintado, expresivo y l¨¢bil, en un espacio que recuerda pinturas primitivas. El amargo Cioran aparece en un ¨¢mbito casi japon¨¦s, transparente y cordial. Octavio Paz posa de probo funcionario. Buster Keaton rezuma senectud. pesadumbre, desolaci¨®n: ?Era en 1958, durante una conterencia de prensa. S¨®lo cruc¨¦ unas cuantas palabras con ¨¦l. Estaba ya alcoholizado y viv¨ªa en la miseria.? Duchamp juega con nadie al ajedrez: ?Fue vecino m¨ªo, en Nueva York, durante quince a?os. Se hallaba totalmente marginado. Todav¨ªa no hab¨ªa llegado el movimiento pop para reivindicar su labor de pionero.? Hemingway no va de cazador arrogante: ?Era as¨ª de dulce en la intimidad.? Lezama Lima. sentado ante una mesa de caf¨¦, con fondo de botellas de vino, luce una espl¨¦ndida corbata, bigote diminuto y asombrosa mirada: ?Momentos antes de hacerle la foto. me dijo: "Apartemos las botellas de cerveza, no vayan a creerse que estamos enredados en cuestiones baquianas".?Hablamos del auge galopante de la fotograf¨ªa en todo el mundo, salvo en zonas recalcitrantes tales como Espa?a y Am¨¦rica Latina: ?S¨ª, pienso que la historia del ma?ana se va a escribir con fotograf¨ªas. Ver¨¢s, cuando daba yo clases de pintura en Estados Unidos, traje a una modelo para que posara ante mis alumnos. Estos se tiraron una semana sin dar golpe. Un buen d¨ªa, cuando yo estaba ya bastante desesperado, me fij¨¦ en que un muchacho dibujaba con gran ah¨ªnco a partir de una fotograf¨ªa de revista. Les ped¨ª a todos que hicieran otro tanto. Y funcion¨® el invento. Porque para esos muchachos la fotograf¨ªa es ya la realidad. Hay nuevas generaciones que han aprendido a leer una foto. En nuestro tiempo, la gente se ha vuelto drogadicta de la imagen. En Francia se ha llegado a presentar una tesis doctoral, defendida por Roland Barthes, consistente en treinta fotos. Esto da una idea muy precisa y gr¨¢fica del fen¨®meno. El problema, entonces, es lograr una fotograf¨ªa concentrada que no se conforme con el rostro, que atienda paralelamente al fondo, que sea eficaz y, al mismo tiempo, sigilosa; que sea rotunda, pero que respire por su fragilidad. ?
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