La dimensi¨®n universal del pale¨®grafo Agust¨ªn Millares Carlo
Anteayer falleci¨® en Las Palmas el acad¨¦mico y pale¨®grafo canario Agust¨ªn Millares Carlo (v¨¦ase EL PA?S de ayer, en su segunda edici¨®n). Naci¨® en 1893 en la ciudad en la que acaba de morir. A lo largo de su vida public¨® obras monumentales, de su especialidad y ajenas a ella, como Paleograf¨ªa espa?ola (1929), Manual antol¨®gico de la literatura latina (1945) y Repertorio bibliogr¨¢fico de los archivos mexicanos (1957). Fue catedr¨¢tico de Paleograf¨ªa en las universidades de Granada y Madrid. Republicano, vivi¨® durante muchos a?os en el exilio. A su regreso a Espa?a emprendi¨® una viva labor a favor del desarrollo de los estudios en los que se hab¨ªa especializado. Era miembro de la Real Academia de la Historia, de la Academia de Buenas Letras de Barcelona y de la Hispanic Society de Nueva York.
Publicaba ayer EL PA?S -en su segunda edici¨®n- la noticia del fallecimiento, en Las Palmas de Gran Canaria -su ciudad natal-, del inmenso pol¨ªgrafo espa?ol Agust¨ªn Millares Carlo, uno de los m¨¢s ilustres y brillantes hijos que Canarias haya podido dar al mundo en todos los tiempos de su historia. Perteneciente a una familia ilustrada y librepensadora, donde la investigaci¨®n y la creaci¨®n art¨ªstica e intelectual resultaban moneda com¨²n (de ella procede, entre otros, el historiador Millares Torres, el pintor Manuel Millares y el poeta Agust¨ªn Millares Sall), Millares Carlo fue siempre fiel a los par¨¢metros universalistas de su dimensi¨®n personal.Indiscutible pol¨ªgrafo, la magnitud de su obra -desde los estudios estrictamente paleogr¨¢ficos hasta las investigaciones sobre la historia de la imprenta, pasando por la inmersi¨®n en la literatura cl¨¢sica latina- se eleva por encima de las fronteras de su pa¨ªs Espa?a, para divulgarse en su magisterio extenso y fruct¨ªfero a lo largo y ancho de todo el orbe hisp¨¢nico, donde sus conocimientos fueron y son siempre ¨¢rbol de f¨¢cil acceso para los universitarios latinoamericanos. No en vano Millares Carlo puede encabezar sin desdoro la inmensa lista de sabios que fueron protagonistas de la di¨¢spora republicana, al final y al fondo de la terrible memoria de la guerra civil espa?ola. Porque Millares no s¨®lo sembr¨® su sabidur¨ªa entre los catedr¨¢ticos de hoy, aquellos ni?os de la guerra que huyeron por Ir¨²n hasta el exilio mexicano (cabe citar, entre otros, a Carlos Blanco Aguinaga) y que hoy tratamos de recuperar por todos los medios a nuestro alcance para la desquiciada universidad espa?ola.
No se conform¨® su dimensi¨®n universal con el reparto de sus conocimientos a las nuevas generaciones, sino que, adem¨¢s, fue consciente hacedor de las m¨¢s importantes universidades latinoamericanas de ahora mismo, desde la Universidad Aut¨®noma Nacional de M¨¦xico, pasando por las de Maracaibo y Zulia, en Venezuela, hasta llegar al siempre cercano Buenos Aires.
Inasequible al cansancio y a la desmoralizaci¨®n, Millares Carlo -cuya personalidad viene ba?ada en cada una de sus acciones por una intensa fiebre al servicio de la humanidad- fue tambi¨¦n, en el plano pol¨ªtico, un hombre ¨ªntegro, cuya quilla vital no perdi¨® jam¨¢s el rumbo honesto y serio de su ideolog¨ªa, desde los tiempos largos y fr¨ªos del exilio republicano hasta los ¨²ltimos momentos de su fruct¨ªfera existencia. Maestro de todos, fiel a su conciencia hist¨®rica, liberal y dialogante, llev¨® por el mundo esa honestidad ideol¨®gica y pol¨ªtica que tanto echamos hoy de menos en Espa?a. Ligado familiarmente al federalista canario Jos¨¦ Franchy y Roca, cuya memoria y doctrina es a¨²n para muchos de nosotros esperanza de futuro, Millares Carlo ejerci¨® tambi¨¦n como subsecretario particular en los amargos d¨ªas de la di¨¢spora (el cuerpo en M¨¦xico, el alma y la memoria en Espa?a). Federalista ¨¦l tambi¨¦n, sin aspavientos ni alharacas, republicano por convicci¨®n, sin f¨¢ciles hast¨ªos y con fidelidad al pasado y a los tiempos que vivi¨®, Millares Carlo asume en su personalidad universal la de un hombre entero, cuyo reconocimiento se encuentra precisamente en el silencio oficialista. Su vida, a la inversa de otras, es un premio para los dem¨¢s, y su conducta, la de un ser cuya dimensi¨®n vino siempre marcada por la llama de la universalidad, concitada en la inmensidad de su obra publicada.
Todo lo que acometi¨® lo realiz¨® en su totalidad. Hombre total, Millares Carlo es una de las personalidades que sintetizan los valores de la Espa?a m¨¢s universal y heterodoxa. Ajeno a la intriga, a la trifulca claustral o palaciega, convirti¨® su vida en su obra. Como siempre, esta Espa?a olvidadiza de hoy volver¨¢ a reconocerse, si quiera por unos instantes, en la muerte, all¨¢ en el vespertino tr¨®pico insular de uno de sus hijos m¨¢s ilustres: Agust¨ªn Millares Carlo.
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