?Ocaso del Ministerio de Asuntos Exteriores?
La publicaci¨®n de los Presupuestos Generales del Estado para 1980 y los comentarios de la prensa acerca de las negociaciones hispano-marroqu¨ªes sobre el transporte y pesca han puesto, una vez m¨¢s, de manifiesto dos hechos importantes: la radical insuficiencia de medios para llevar a cabo la acci¨®n exterior del Estado y la paulatina disgregaci¨®n de las competencias del Ministerio de Asuntos Exteriores.Seg¨²n los Presupuestos para 1980, aprobados por ley de 19 de diciembre de 1979, corresponde a Asuntos Exteriores la suma de 11.017 millones de pesetas (en n¨²meros redondos), lo que constituye una de las cifras m¨¢s bajas de todos los ministerios (s¨®lo le son inferiores los presupuestos de Econom¨ªa y Administraci¨®n Territorial). El 88.70% de esta suma se dedica a gastos fijos: remuneraci¨®n de personal, abono de bienes y servicios, adquisici¨®n y mantenimiento de inmuebles, y pago de cuotas en organizaciones internacionales. De los 1.245 millones de pesetas restantes, 639 corresponden a los Institutos Ibero-Americano de Cooperaci¨®n e Hispano-Arabe de Cultura, por lo que para las actividades del Ministerio propiamente dicho queda la m¨®dica suma de 576 millones, as¨ª distribuida: 337 para actividades culturales, 129 para cooperaci¨®n t¨¦cnica, 48 para protecci¨®n de espa?oles en el extranjero, 43 para la Oficina de Informaci¨®n Diplom¨¢tica y diecinueve para las actividades de las dem¨¢s direcciones generales. O sea, que para su acci¨®n exterior en todos los planos (pol¨ªtico, comercial, cultural, consular, informativo, de cooperaci¨®n t¨¦cnica ... ), el Ministerio tan s¨®lo dispone del 5,23% de su escu¨¢lido presupuesto.
Espa?a no es una gran potencia pol¨ªtica o econ¨®mica, pero dispone de un acerbo cultural de gran magnitud, insuficientemente aprovechado; tiene en el extranjero a varios millones de sus nacionales, que necesitan protecci¨®n y no pueden ser suficientemente asistidos; y, al haber realizado ¨²ltimamente un notable esfuerzo que le ha permitido traspasar el umbral del subdesarrollo, est¨¢ en condiciones de aportar su experiencia y prestar su colaboraci¨®n a otros pa¨ªses menos favorecidos. El Gobierno espa?ol, con un sentido realista de sus posibilidades, deber¨ªa, por tanto, centrar su acci¨®n exterior en los ¨¢mbitos cultural, consular y de cooperaci¨®n, precisamente los m¨¢s descuidados desde hace muchos a?os.
?Y cu¨¢nto dedica a estas actividades el Gobierno a trav¨¦s de su Ministerio de Asuntos Exteriores? Dejemos de lado la acci¨®n de asistencia a nuestros nacionales en el extranjero, ya que la prestaci¨®n econ¨®mica es sufragada en su casi totalidad por el Instituto Espa?ol de Emigraci¨®n (Ministerio de Trabajo), que cuenta con un presupuesto de 4.629 millones de pesetas (unas ocho veces superior al destinado por el Ministerio de Asuntos Exteriores a todas sus actividades), y centr¨¦monos en las actividades de cooperaci¨®n cultural y t¨¦cnica.
La suma total a disposici¨®n del Ministerio de Asuntos Exteriores asciende a 1.085 millones de pesetas. Si a ella a?adimos los 273 millones para asistencia t¨¦cnica y cultural incluidos en los presupuestos de otros departamentos (especialmente Educaci¨®n y Trabajo), el total se elevar¨ªa a 1.358 millones, lo que equivale al 0,06% del presupuesto general de la naci¨®n. Y con tan irrisoria cifra, ?se puede pretender realizar una acci¨®n seria en el exterior? ?C¨®mo se puede instrumentar el tan cacareado A?o de la Cooperaci¨®n con Africa cuando en 1979 se ha dedicado una cantidad rid¨ªcula para cooperar con todo un continente que est¨¢ clamando por salir de su miseria? Es cierto que en 1980 el Ministerio prev¨¦ emplear 65 millones de pesetas en asistencia t¨¦cnica a Africa, sin contar las sumas reservadas para Guinea Ecuatorial, pero tales cifras siguen siendo insuficientes.
Aunque las comparaciones sean odiosas, voy a limitarme a citar el porcentaje del PNB dedicado en 1978 a asistencia t¨¦cnica por varios pa¨ªses de la OCDE similares a Espa?a, situ¨¢ndose la participaci¨®n de nuestro pa¨ªs en el 0,12%: Suiza, 0,20%; Asutria, 0,27%; B¨¦lgica y Canad¨¢, 0,52%; Dinamarca, M5%; Holanda, 0,80%, y Noruega y Suecia, 0,90%.
Todos debemos ser conscientes (desde el Gobierno hasta el ¨²ltimo partido de la oposici¨®n, desde las Cortes a los sindicatos y asociaciones de empresarios, desde los medios de informaci¨®n al m¨¢s modesto ciudadano) de que no se puede realizar una pol¨ªtica exterior digna de tal nombre si no se cuenta con un m¨ªnimo de medios. Lo contrario ,supondr¨ªa escapismo y frivolidad.
Estamos siendo testigos, por otra parte, de un proceso gradual de disgregaci¨®n del Ministerio de Asuntos Exteriores. No es este un fen¨®meno del todo nuevo (recordemos que ya durante la dictadura de Primo de Rivera fue suprimido el Ministerio), pero ¨²ltimamente se ha venido acelerando de manera alarmante. Esta circunstancia, unida a las dificultades para poder realizar una adecuada pol¨ªtica exterior por insuficiencia de medios, ha hecho que cunda la frustraci¨®n y el desaliento entre los miembros de la carrera diplom¨¢tica. Fruto de este estado de ¨¢nimo ha sido la formulaci¨®n de la llamada ?teor¨ªa del desguace?.
?rase una vez un Ministerio de gran raigambre y solera, prestigio y poder que, por una serie de circunstancias, comenz¨® a perder buena parte de sus competencias: un d¨ªa era la Subsecretar¨ªa de Comercio Exterior que pasaba al Departamento de Comercio, y otro el Instituto Espa?ol de Emigraci¨®n, que se integraba en el Ministerio de Trabajo; un d¨ªa era el nombramiento de un ministro encargado de las Relaciones con las Comunidades Europeas (con la correspondiente formaci¨®n ?de f¨¢cto? de un miniministerio), y otro la ?cantonalizaci¨®n? de la Misi¨®n de Espa?a ante la CEE, que ve¨ªa cortado el cord¨®n umbilical que le un¨ªa con el palacio de Santa Cruz; un d¨ªa era la potenciaci¨®n y creciente autonom¨ªa del Instituto Ibero-Americano de Cooperaci¨®n, y otro la creaci¨®n de una Comisi¨®n Delegada de Asuntos Exteriores.
Ante esta situaci¨®n, hubo quien propuso que la antigua primera Secretar¨ªa de Estado adoptara un t¨ªtulo m¨¢s adecuado al de sus funciones: Ministerio de Asuntos Afro-Asiaticos. M¨¢s, ante la imperiosa austeridad administrativa, se estim¨® que la funci¨®n, al ser gradualmente transferida a otros departamentos, no justificaba ya el ¨®rgano, y se decidi¨®, en consecuencia, suprimir el ministerio. Pronto, sin embargo, empezaron a producirse interferencias en la acci¨®n exterior de los distintos minisiterios, y ¨¦stas alcanzaron su punto culminante cuando se recibi¨® una protesta del secretario general de la ONU porque en la Asamblea General de la Organizaci¨®n se hablan presentado cuatro delegaciones que pretend¨ªan representar al Estado espa?ol.
Se constituy¨® entonces una Comisi¨®n Interministerial, que, a su vez, form¨® un grupo de trabajo integrado por prestigiosos profesores y sesudos asesores. Tras laboriosos estudios y discusiones, alguien tuvo una genial idea: ?Porqu¨¦, en vez de que cada Ministerio tuviera su propio Gabinete de Relaciones Exteriores, no se creaba un ¨®rgano coordinador que asumiera el conjunto de las relaciones con otros Estados y organizaciones internacionales y asegurara el principio. obsoleto pero a¨²n v¨¢lido. de la unidad en la acci¨®n exterior del Estado?... Impresionado con tan brillante sugerencia, el Gobierno de la naci¨®n reinvent¨® el Ministerio de Asuntos Exteriores.
?Si non ¨¦ vero ... ?
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