Homenaje a Rodolfo Halffter en su ochenta aniversario
Ma?ana, mi¨¦rcoles, se celebrar¨¢ en la Fundaci¨®n Juan March, de Madrid, la segunda parte del homenaje al compositor Rodolfo Halffter, con motivo de cumplirse este a?o el ochenta aniversario de su nacimiento. El propio autor presentar¨¢ sus obras para piano, interpretadas por Perfecto Garc¨ªa Chornet, catedr¨¢tico de piano del Conservatorio de Valencia. El acto comenzar¨¢ a las siete y media de la tarde. La primera sesi¨®n se celebr¨® el pasado d¨ªa 6.
El pr¨®ximo d¨ªa 30 de octubre cumplir¨¢ Rodolfo Halffter ochenta a?os. Llega a ellos animoso, con esp¨ªritu tenso, con facilidad creadora, con la carga de seguridad -y hasta de duda- que distingue a los compositores aut¨¦nticos y responsables.Muchos homenajes recibir¨¢ e mayor de los Halffter al escalar la cima de sus ocho d¨¦cadas, pero siempre tendr¨¢n significado particular los que se le dediquen en Espa?a y en M¨¦xico. Que no en vano la vida y la biograf¨ªa de Rodolfo se desarrollan (mitad por mitad) en uno y otro pa¨ªs; si ser¨ªa in¨²til pedir al compositor que renunciase a su espa?olidad, no lo ser¨ªa menos imaginarle despojado de su mexicanidad.
Madrid y la Fundaci¨®n March han organizado el primer acto jubilar del cumplea?os con dos sesiones en las que, tras la palabra de Halffter, se escucha su obra de piano, casi completa, interpretada por Perfecto Garc¨ªa Chornet. Excelente elecci¨®n del tema por varias razones: de una parte, a trav¨¦s de la obra pian¨ªstica, podemos seguir la curva evolutiva del m¨²sico desde 1928 (Sonatas del Escorial) hasta 1977 (Secuencias), con las tres grandes sonatas como corpus ideol¨®gico; de otra, llega la audici¨®n con la publicaci¨®n reciente del estudio de Antonio Iglesias (Rodolfo Haffifier, su obra para piano, Alpuerto, 1979), a quien la Fundaci¨®n solicit¨®, consecuentemente, las ?notas al programa?. Por fortuna para todos, Rodolfo Halffter ha sido, acaso, el compositor espa?ol mejor recuperado entre cuantos al final de la guerra civil marcharon al exilio, de modo que, a partir de 1963, el ?transterrado? se muda en ?compartido?. No s¨®lo recibimos sus pentagramas, sino, con la frecuencia que permite la lejana residencia, gozamos tambi¨¦n de su compa?¨ªa y su magisterio hasta remediar, en lo posible, la fractura que un d¨ªa se?alamos en la l¨®gica y mudable continuidad de las generaciones. La m¨²sica de Halffter cumple una funci¨®n puente entre las promociones disc¨ªpulas de Falla y las que salieron al solitario campo de Montiel entorno a 1950.
Pero no vale equivocarse. Rodolfo fue capaz de evoluci¨®n, supo girar desde el nacionalismo esencial y neoclasicista hacia una asimilaci¨®n de la escuela de Viena. En ning¨²n momento, como ¨¦l mismo acaba de explicar, dejaba de ser fiel a la esencialidad de su pensamiento musical: n¨ªtido y escueto en su lenguaje, preciso y transparente en las ideas, conservador del esqueleto de la m¨²sica tonal pero no repetidor de la carne. Quiz¨¢ esto pudo ser as¨ª gracias a una tendencia inicial de Halffter, vencida luego -inmediatamente- por las tendencias ambientales representadas por la autoridad y el prestigio internacional de Manuel de Falla.
Como en todo proceso evolutivo, encontramos p¨¢ginas problem¨¢ticas que reflejan momentos cr¨ªticos: as¨ª, por ejemplo, las Tres hojas de ¨¢lbum, op. 22, en tanto otras, de an¨¢loga est¨¦tica, suenan firmes y l¨²cidas, tal Laberinto op. 34. Las deliciosas Once bagatelas, op. 19 (1949), posteriores al hermoso Homenaje a Machado, op. 13 (1944), una de las mejores p¨¢ginas pian¨ªsticas del nacionalismo intrahist¨®rico de nuestra m¨²sica, aparecen como una suma de apuntes que a veces dise?an trazos scarlattianos y otras se aproximan al ?microformismo? de Bartok.
Desde la Tercera sonata, op. 30 (1967), Halffter no da una muestra madura, plenamente lograda, de su af¨¢n de s¨ªntesis, tan comentado por Jos¨¦ Antonio Alcaraz y analizado por Uwe Frisch: la serie sustituye al tema, pero la estructura formal, el orden dial¨¦ctico, la osatura toda contin¨²an, modific¨¢ndolo, el esquema tradicional sonat¨ªstico.
Habl¨® Rodolfo -mejor dir¨ªamos evoc¨®- con precisi¨®n de concepto y sencillez de estilo. Dijo unas cuantas concreciones en torno a lo que fueron, quisieron e intentaron los m¨²sicos de la generaci¨®n del 27, coet¨¢neos y amigos de los poetas. Antes, Tom¨¢s Marco, como secretario de la secci¨®n de m¨²sica de la Fundaci¨®n, hizo un breve ofrecimiento del homenaje. Un p¨²blico juvenil abarrot¨® la sala y rode¨® a Rodolfo, a su m¨²sica y al riguroso int¨¦rprete, Garc¨ªa Chornet, de un clima c¨¢lido y admirativo.
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