La alarma de los privilegiados
Era de esperar. A los primeros compases de la campa?a, la artiller¨ªa pesada de los interesados en que fracase la consulta popular del 28 de febrero se dej¨® o¨ªr con generosidad y estruendo. Es una constante en la historia de nuestro pa¨ªs y, por ello, no debe de sorprender a nadie. Se esgrimen los mismos argumentos que hace diez, veinte, cuarenta y cincuenta a?os. Son aquellos que sienten pavor ante los primeros atisbos de uni¨®n en pos de unos intereses rigurosamente mayoritarios. Y el pavor les llega ante la simple sospecha de perder irremisiblemente sus prebendas y privilegios.Surgen de nuevo, pues, los ?demonios familiares? de este grupo -un grupo, simplemente un grupo-, fiel representativo de la Espa?a oscurantista e insolidaria.
Y volvemos a o¨ªr, al igual que en un ayer no muy lejano, la vieja cantilena del frentepopulismo, del peligro marxista y de las hordas incontroladas. Cualquier semejanza con el pasado no es pura coincidencia. Cuando Andaluc¨ªa deja de estar de rodillas y se incorpora para exigir un lugar en el futuro que depare un orden m¨¢s justo, m¨¢s racional y con menos privilegios sangrantes, las viejas voces, los eternos coros antisociales, se ponen en movimiento, intentando alarmar a un pueblo que tuvo que soportar durante siglos toda clase de oprobios, vejaciones e injusticias, en beneficio y provecho de esas minor¨ªas que hoy comienzan a resucitar sus miedos y sus consignas.
No queremos entrar en el juego de las r¨¦plicas y las contrarr¨¦plicas. Vamos a seguir insistiendo en que no estamos ante unas votaciones en las que se dirima un determinado modelo de sociedad o en las que los votos busquen determinadas siglas o tal l¨ªder. Los votos del 28 de febrero tienen como ¨²nico objetivo, como ¨²nica cuesti¨®n, sacar a Andaluc¨ªa adelante a trav¨¦s de un derecho reconocido en la Constituci¨®n y que, hasta el momento presente, los se?ores miembros del Gobierno, con m¨¢s impudor que pericia, nos intentan escamotear atrav¨¦s de medidas obstaculizadoras absolutamente inadmisibles desde la perspectiva de la dignidad soberana de un pueblo como el andaluz.
?Ataques sectarios?
Sin embargo, es necesario formular algunas puntualizaciones. Los ataques que se centren en mi persona ni tienen mayor trascendencia ni me preocupan en exceso. Los insultos hay que valorarlos en base a su procedencia, y en este sentido, obviamente, ni los tomo en consideraci¨®n. Pero cuando ciertos autonomistas de pesebre que disfrutan de prebendas y sueldos fantasmas por ?asesorar? a tal o cual ministerio centran sus histerias, provocadas por el avance auton¨®mico andaluz, en la figura legal y pol¨ªtica del presidente de la Junta de Andaluc¨ªa, ¨®rgano preauton¨®mico de un pueblo de m¨¢s de seis millones de seres humanos, la valoraci¨®n que hay que hacer de tales insultos y ataques tiene que ser forzosamente diametralmente distinta, por cuanto se est¨¢ intentando atacar a todo un ¨®rgano de gobierno, a toda una instituci¨®n soberana, a todo un proceso popular.
Entendemos que es l¨ªcito analizar cr¨ªticamente la labor pol¨ªtica del presidente de la Junta. Negar tal posibilidad ser¨ªa negar al mismo sistema democr¨¢tico, y esa cr¨ªtica hay que ampliarla a todos los cargos p¨²blicos. En lo que a m¨ª respecta, como presidente de la Junta, puedo errar o acertar y, en base a ello, estar sujeto a una responsabilidad. Afortunadamente, se super¨® el per¨ªodo hist¨®rico en el que los mandatarios s¨®lo respond¨ªan ?ante Dios y ante la historia?. Pero si la cr¨ªtica se torna en un ataque personal y desde una pretendida posici¨®n ¨¦tica e independiente absolutamente falsa, hay que decirlo, hay que denunciarlo. As¨ª de sencillo.
Falsa ¨¦tica
Los caballeros pretendidamente ¨¦ticos e independientes que lanzan sus andanadas contra el presidente de todos los andaluces deber¨ªan recordar, a la hora de ejercer su sentido cr¨ªtico, los abusos que estos d¨ªas lleva a cabo el Gobierno contra nuestro proceso -probablemente es el mayor esc¨¢ndalo, desde el advenimiento de la democracia en Espa?a, la larga lista de desafueros cometidos contra todo el pueblo andaluz-, antes que arremeter contra esta presidencia y antes que intentar involucrar en el enfrentamiento a los partidos representados en el ¨®rgano preauton¨®mico. Ah¨ª s¨ª hay materia abundante para la denuncia p¨²blica; pero tal vez ciertos compromisos adquiridos por tales individuos con los estamentos que propician esta escalada de obst¨¢culos imposibiliten el ejercicio cr¨ªtico honesto, responsable y objetivo.
Voy a seguir repitiendo los mismos argumentos. Vamos a seguir evitando los enfrentamientos y los rencores, porque nos estamos jugando estos d¨ªas el futuro de un pueblo que no puede seguir esperando eternamente, y creemos sinceramente que aqu¨ª est¨¢ la raz¨®n fundamental de tantos ataques, cortapisas y zancadillas. Nos atacan porque no respondemos a las provocaciones, porque no perdemos los nervios, porque seguimos proclamando la necesidad de avanzar todosjuntos, sin distinciones ideol¨®gicas o partidistas, hacia la meta com¨²n, representada en el plebiscito del 28 de febrero. Andaluc¨ªa ha tenido que pagar un alto precio por acariciar simplemente la posibilidad que representa la convocatoria del 28 de febrero para que ahora tiremos por la borda tantos sacrificios y caigamos en la vieja trampa de la provocaci¨®n burda. Lo he dicho recientemente en Almer¨ªa y lo seguir¨¦ diciendo hasta el final: nadie tiene derecho a desprestigiar a un pueblo ni a devaluar sus aspiraciones. Andaluces: tenemos una cita con la historia el d¨ªa 28 de febrero. Sepamos responder.
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