El mal tiempo desluci¨® el comienzo de los carnavales

La lluvia y el mal tiempo deslucieron por completo el comienzo de los carnavales. Solamente unas mil personas aproximadamente asistieron, en la plaza Mayor, a la lectura del preg¨®n de las fiestas y al chupinazo que marcaba el comienzo de las mismas. Tras 44 a?os de prohibici¨®n, anoche se celebraron los primeros bailes y desfiles de los carnavales de este a?o, para cuya celebraci¨®n el Gobierno Civil ha dispuesto un dispositivo de seguridad y ha prohibido terminantemente el uso de m¨¢scaras y caretas, en evitaci¨®n de incidentes.

A pesar del contratiempo de la lluvia y del fr¨ªo, la poca gente que se congreg¨® en la plaza Mayor para asistir al chupinazo mostr¨® un enorme deseo de divertirse. La lectura del preg¨®n corri¨® a cargo del dramaturgo y escritor Lauro Olmo, aunque en el programa estaba previsto que lo hiciese el tambi¨¦n escritor Julio Caro Baroja. Estaban presentes en el acto, que se desarroll¨® en la Casa de la Panader¨ªa, el segundo teniente de alcalde, Alonso Puerta, y el concejal de Cultura, Enrique del Moral, as¨ª como representantes del grupo Cuatro Gatos, que corri¨® con la mayor parte de la organizaci¨®n de los carnavales, para los que el Ayuntamiento dispuso un presupuesto de cuatro millones de pesetas.Lauro Olmo se refiri¨® en su preg¨®n a que, tras tantos a?os de prohibici¨®n, la celebraci¨®n de estos carnavales -solicitados y conseguidos por los vecinos, dijo- era un intento loable de recuperar el sentido de las fiestas en una ¨¦poca excesivamente conflictiva, excesivamente crispada. Se refiri¨® a las fiestas como a ?una apetencia de libertad?, ?un af¨¢n liberador?, y por ello se gan¨® los primeros aplausos del p¨²blico, en su mayor¨ªa j¨®venes, que aguantaban la lluvia a pie firme en el centro de la plaza.

Con los carnavales, dijo, la gente intenta que no llegue nunca la Cuaresma.

La lluvia, la poca publicidad dada a las fiestas, la falta de pr¨¢ctica y el posible miedo a incidentes desconcertaron un tanto a los grupos de j¨®venes que desde las siete paseaban por los soportales de la plaza Mayor. Una gran parte del millar aproximado de personas eran en su mayor¨ªa curiosos y poco carnavaleros. S¨®lo algunos, pocos, acudieron a la fiesta disfrazados. Curiosamente, como si la gente se hubiera puesto de acuerdo, el disfraz m¨¢s repetido fue el de jeque ¨¢rabe. A falta de m¨¢scaras y caretas hubo quien compareci¨® con la cara completamente pintada.

Circularon los porros, hubo solemnes borracheras, se bail¨® el corro de la patata, las congas y se derroch¨® energ¨ªa y ganas de fiesta. Hubo pasacalles y fuegos artificiales. Pero se not¨® la falta de tradici¨®n. Los carnavales no se improvisan en tres d¨ªas, despu¨¦s de 44 a?os de inexistencia. Muy pocos de los asistentes en la plaza Mayor y en Las Vistillas, donde despu¨¦s se celebr¨® un baile, con nuevas charangas, se acordaban de los ¨²ltimos carnavales.

Las fiestas continuar¨¢n durante el fin de semana, en Las Vistillas y en otros distritos, como en Malasa?a, Carabanchel y Vallecas. El d¨ªa 20, Mi¨¦rcoles de Ceniza, con el tradicional entierro de la sardina, tocar¨¢n a su fin las fiestas.