Polonia: no a la "guerra fr¨ªa"

LA ?LINEA Gierek? ha triunfado en la votaci¨®n de ayer, viernes, en el VIII Congreso del Partido Obrero Unifica do (nombre de conveniencia del partido ¨²nico comunista); han ca¨ªdo, en cambio, algunos de sus oponentes, entre ellos alguien tan significado como el primer ministro Jaroscewicz. La importancia que tiene este hecho, como todos los movimientos pol¨ªticos del momento, es la de su percusi¨®n en la crisis internacional. La ?l¨ªnea Gierek? qued¨® expuesta en la sesi¨®n de apertura del congreso y en algunas declaraciones suyas y de sus pr¨®ximos: tratar de aislar el pa¨ªs, en la medida de lo posible, del enfrentamiento directo entre Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica. No es tan f¨¢cil cuando ese pa¨ªs es precisamente la cuna y sede del Pacto de Varsovia y cuando hay una dependencia directa de Mosc¨². La ¨²nica posible es la que ha empleado Gierek: resaltar el papel de su pa¨ªs en la b¨²squeda del ?di¨¢logo y la cooperaci¨®n entre Estados con sistemas pol¨ªticos diferentes? y buscar una actitud ?constructiva?; resaltar la necesidad del cumplimiento mutuo del Acta de Helsinki y recordar la existencia de buenas relaciones entre Polonia, Estados Unidos y otros pa¨ªses de Occidente; exaltar la necesidad de que se celebre la conferencia de Madrid, y citar nominalmente como uno de los principales defensores de la ?d¨¦tente? a su compatriota y reciente visitante Juan Pablo II. Los matices con que en Polonia se habla de la ?deplorable, pero necesaria? intervenci¨®n sovi¨¦tica en Afganist¨¢n, el reproche -m¨¢s que condena- a las ?fuerzas reaccionarias? que han envenenado la situaci¨®n afgana y que ponen en peligro la paz mundial parecen marcar los l¨ªmites de lo posible para el Gobierno polaco, sometido a la f¨¦rrea vigilancia de Mosc¨². La reelecci¨®n, por unanimidad, de Gierek muestra que el partido y el pa¨ªs, en este caso concreto, aceptan esta tentativa de distanciamiento relativo de la URSS y, en todo caso, de rechazo de la guerra fr¨ªa. En ella, Polonia, que vive una larga crisis econ¨®mica y social, s¨®lo puede perder: la necesidad de mantener una apertura de mercados y de un abundante intercambio de exportaci¨®n-importaci¨®n con Occidente le es vital, y la inclusi¨®n de Polonia en el n¨²cleo de sanciones de Estados Unidos podr¨ªa hacer perder el dif¨ªcil equilibrio que Gierek est¨¢ manteniendo desde las importantes revueltas obreras de 1976.Estos intentos de distanciamiento de Polonia con respecto a la pol¨ªtica de la URSS son, hasta cierto punto, paralelos -menos importantes, menos espectaculares, menos graves- a la separaci¨®n de Francia de la pol¨ªtica de Washington y a la decisi¨®n del Comit¨¦ Ol¨ªmpico de mantener los Juegos en Mosc¨², pese al boicot de Carter. Todas estas defecciones tienen el aspecto de que los dos grandes que ri?en no cuentan con una solidaridad absoluta de bloque con sus aliados. Es posible que el grupo de poder que domina hoy el Kremlin haya escuchado la lecci¨®n de Polonia, las ?palabras posibles? de Gierek y el sentido de su reelecci¨®n, mientras en torno suyo desaparecen los ?duros del r¨¦gimen?; es posible que Carter sea capaz de escrutar los signos que producen los pa¨ªses de su ¨¢mbito, el ?buen sentido? de la Europa occidental. Pero los signos, tanto en Washington como en Mosc¨², son de progresivo endurecimiento. Por eso, el resistirse amanecer situaciones de guerra fr¨ªa es una buena contribuci¨®n a la hora de tratar de evitar males mayores.