Miles de millones para subvencionar el orden p¨²blico
La media de parados durante los tres primeros trimestres de 1979 fue de 69.000 en la provincia de Sevilla; 47.000, en M¨¢laga; 55.000, en C¨¢diz... Si el desempleo es el problema n¨²mero uno de la econom¨ªa espa?ola, su gravedad llega a los l¨ªmites de la angustia cuando se piensa en una regi¨®n subdesarrollada, a la que se ha asignado el papel de suministradora de mano de obra, sin industrias de base que permitan afrontar la crisis, con una agricultura superpoblada e infraexplotada y un sector servicios artificialmente hinchado.Tal es el caso de Andaluc¨ªa, donde la comparaci¨®n entre los puestos de trabajo creados en 1978 y en 1979 arroja un saldo de 17.000 (es decir, una p¨¦rdida neta de 17.000 puestos de un a?o para otro) solamente en el campo y 9.600 en las actividades industriales. Ahora bien, el car¨¢cter eventual del trabajo agr¨ªcola y las peculiaridades de la vida rural hacen particularmente conflictivo el tema del paro campesino, que ha generado en los ¨²ltimos a?os abundante material a las cr¨®nicas de orden p¨²blico.
Solamente un 10%, o menos, de los obreros agr¨ªcolas andaluces tienen trabajo fijo. El 90% restante ha de pasar los a?os haciendo las faenas temporales del olivo o del algod¨®n, marchando a la vendimia o la fruta en Francia.... o concentr¨¢ndose en las plazas de los pueblos, cortando el tr¨¢fico en las carreteras y manifest¨¢ndose en las capitales para recordarles a los gobernadores civiles que hay que comer todos los d¨ªas, o sea, exigi¨¦ndoles que env¨ªen dinero para realizar obras del empleo comunitario.
Los fondos del empleo comunitario -el comunitario, como resume la gente en los pueblos- se han convertido en una instituci¨®n cotidiana en la vida andaluza. Se trata de unas cantidades que el Gobierno libra peri¨®dicamente para invertir en obras de mejora de carreteras y caminos, pavimentaci¨®n de calles (algunas peque?as localidades pueden presumir hoy por hoy de estar pavimentados en m¨¢s del 90% de sus v¨ªas) y arreglo de plazas y fuentes, entre otras labores. Los obreros en paro perciben entre mil y 1.100 pesetas por seis horas de trabajo y as¨ª llevan el jornal a casa en los meses de desempleo.
Entre 1971 y 1979, el Gobierno ha remitido 21.500 millones de pesetas a Andaluc¨ªa por este concepto. S¨®lo el pasado a?o fueron 12.000 los millones invertidos (recu¨¦rdese que a primeros de 1979 se convocaron las elecciones) y, lo que es m¨¢s importante, se ofreci¨® la cantidad de golpe, lo que permiti¨® la planificaci¨®n de las obras a realizar y su mayor rentabilidad social y econ¨®mica. Justamente lo contrario de lo sucedido en estos primeros 45 d¨ªas de 1980, en que los sindicatos no saben a ciencia cierta los fondos de que se va a disponer y los gobiernos civiles han vuelto a la pr¨¢ctica del goteo del dinero para apagar fuegos donde la situaci¨®n se haga explosiva.
Primar la conflictividad
Esta caracter¨ªstica de cuentagotas con la que se conceden los fondos es, sin duda, uno de sus aspectos m¨¢s negativos. En realidad, lo que hace es primar la conflictividad, porque trabajadores y sindicatos han llegado hace tiempo a la conclusi¨®n de que s¨®lo moviliz¨¢ndose se arranca el dinero a los gobiernos civiles. Y entrados en esa din¨¢mica, son los dirigentes de CCOO y UGT los que tienen que calmar a veces las ansias reivindicativas de los jornaleros.
A esta concepci¨®n del empleo comunitario como un sistema de parches temporales para preservar el orden p¨²blico se debe la sensaci¨®n real de marginaci¨®n de cientos de miles de trabajadores del campo, que no disfrutan del seguro de desempleo como los obreros industriales y que se consideran mendigos, por muy airados que resulten, de unas limosnas que tienen que otorgarse en Madrid. La frase ?pan para hoy y hambre para ma?ana? resume muy gr¨¢ficamente la opini¨®n generalizada entre los trabajadores agr¨ªcolas sobre el comunitario.
El sistema no deja de tener otros inconvenientes. De forma resumida, se podr¨ªan citar la picaresca que genera entre los obreros, sobre todo los j¨®venes, que ya empiezan a preocupar a sindicatos y partidos de izquierda, la insuficiente rentabilidad de las inversiones, el desconcierto de los alcaldes y concejales en la b¨²squeda de su papel ante este tema, el hecho mismo de que este dinero no sirva para crear un solo puesto de trabajo estable en la regi¨®n...
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