Los principios universitarios
En 1936, los seiscientos catedr¨¢ticos de las doce universidades existentes no constitu¨ªan una universidad que se pudiese calificar como pol¨ªtica. Era un intento esperanzador de constituir una universidad. Reducidos a menos de la mitad, en 1939 no se hizo nada para cubrir una deficiencia tan notable. En cambio, se puede registrar un gran apresuramiento por apoderarse de los organismos de la ?junta? (junta para ampliaci¨®n de estudios e investigaciones cient¨ªficas). La austeridad franciscana -franciscana gineriana- de los centros de tra:bajo que tan bien cuidaba don Jos¨¦ Castillejo (fallecido en su exilio londinense), durante el mismo a?o de 1939 empieza a transmutarse en una variedad de instituciones con nombres sonoros y ostentosos locales bajo una f¨¦rrea direcci¨®n con marcado matiz pol¨ªtico y confesional, con el nuevo nombre de Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas. Tiene que transcurrir un a?o largo, dejando pasar un curso entero -el curso m¨¢s dificil-, para que a fines de 1940 se comiencen a cubrir las numerosas vacantes, creando as¨ª el n¨²cleo de una universidad pol¨ªtica bien definida.Algo m¨¢s tarde, coincidiendo con la proliferaci¨®n de facultades y universidades, el matiz pol¨ªtico y con.fesional se va cubriendo con una capa tecn¨®crata que quiz¨¢ sea la que hoy predomina, si bien resulta dificil descubrir cu¨¢n significativo pueda ser el fondo del esp¨ªritu iniciado en 1940. Si en esta universidad tecnificada se han logrado altas cotas en ciertas especialidades, lo mismo en investigaci¨®n que en formaci¨®n profesional, hay quienes echan de menos un saludable esp¨ªritu cr¨ªtico que esti mule la vida universitaria predominantemente tecnocr¨¢tica para llegar a crear una universidad pan-pol¨ªtica que supere al apoliticismo tecnol¨®gico y al original fondo pol¨ªtico de un solo color. As¨ª hemos llegado a la situaci¨®n actual, con unas treinta universidades -bien nutridas de facultades, especialidades y niveles de estudio-, con unos 2.000 catedr¨¢ticos titulares organizados burocr¨¢ticamente, con el anuncio de cubrir en breve tiempo 1.800 plazas adicionales y dotados todos ellos de un numeroso entorno de personal adjunto y ayudante, tambi¨¦n con problemas gremiales mejor o peor resueltos.
La primera cr¨ªtica a esa floraci¨®n exuberante de centros de estudios superiores y de plazas profesorales consiste en las grandes deficiencias materiales que se aprecian en cuanto a locales, instalaciones y medios de ense?anza, de informaci¨®n y de investigaci¨®n. Especialmente, el sarampi¨®n localista, que ha estallado con una violencia inusitada, hace que, hoy, m¨¢s de la mitad de las plazas a cubrir se hallen congeladas, a petici¨®n de los propios centros interesados, en espera -de poder seleccionar holgadamente a sus afinidades localistas.
Por duro que sea, no se ve una saludable soluci¨®n a esa serie de problemas, m¨¢s que planificar a nivel nacional, pero con participaci¨®n de todos, los problemas fundamentales de la vida universitaria y no s¨®lo la sedicente autonom¨ªa. Hace algunos d¨ªas, el ministro Gonz¨¢lez Seara ha participado en un debate p¨²blico sobre la autonom¨ªa. Tratando de intervenir en ¨¦l, y al imaginar nuevas f¨®rmulas, no es posible sustraerse al recuerdo de aquel Consejo de Instrucci¨®n P¨²blica (o Junta Superior de Cultura) que funcion¨® en la II Rep¨²blica con eficacia y con intensidad sin precedentes bajo la se?era presidencia de don Miguel de Unamuno. Estando muy lejos de encontrar ahora algo equivalente, cuando menos en la cumbre directriz, s¨ª creemos posible y conveniente la creaci¨®n de un organismo aut¨¦nticamente superior que coordine y planifique todos los aspectos de la cultura en sus niveles m¨¢s altos y con la suficiente flexibilidad para conciliar intereses y representaciones humanistas, cient¨ªficas, t¨¦cnicas, culturales,' pedag¨®gicas, sociales, econ¨®micas, profesionales, locales, confesionales y pol¨ªticas.
Un organismo as¨ª ser¨ªa capaz de superar todos los conflictos entre universidad cr¨ªtica y universidad tecn¨®crata, entre universidad pol¨ªtica y universidad confesional, entre el ?estudio general? y el ?estudio particular? para hacer una universidad universitaria, una aut¨¦ntica universidad (estudio general) concebida como ?ayuntamiento de maestros y escolares, fecho en alg¨²n logar, con voluntad y con entendimiento de aprender los saberes?.
Ese mandato de las Partidas de Alfonso X, sobre el aprendizaje conjunto de los saberes, tiene una representaci¨®n moderna en cuanto a la actitud del hombre frente al conocimiento universal, tratando de armonizar las tres condiciones relativas a la adquisici¨®n, la transmisi¨®n y la aplicaci¨®n de esos saberes que hay que aprender conjuntamente. Dicho de otra manera, las tres funciones fundamentales de la misi¨®n universitaria -suprema realizaci¨®n de la mente humana- son la investigaci¨®n, la ense?anza y la utilizaci¨®n de los s¨¢beres. De la coordinaci¨®n y adecuada articulaci¨®n de esas tres misiones depende el ¨¦xito en la vida de una aut¨¦ntica universidad.
Actualmente, Estados Unidos, en la plenitud y en el apogeo de su desarrollo nacional -consecuencia de su equilibrio universitario-, se ha permitido acusar a Inglaterra de abusar en el aspecto de la ense?anza como causa de su deterioro universitario que podr¨ªa iniciar su declinaci¨®n nacional. De la misma forma, los norteamericanos juzgan que la ca¨ªda alemana puede atribuirse al desequilibrio universitario por abuso en el aspecto de la investigaci¨®n. En reciprocidad, ingleses y alemanes vaticinan la ca¨ªda pr¨®xima de Estados Unidos por la marcha abusiva que muestran en la utilizaci¨®n del conocimiento. Es decir, que en los pa¨ªses de vanguardia se atiende con mucho cuidado el armonioso equilibrio en las misiones de la universidad.
En cuanto a la universidad espa?ola, se puede reconocer que ha alcanzado cumbres, parciales o temporales, en ciertos aspectos de la enle?anza y de la investigaci¨®n.
Pero en lo que siempre ha estado muy deficiente, y ahora puede se?alarse como la falla mayor, es en la aplicaci¨®n de los saberes o utilizaci¨®n del conocimiento, como una misi¨®n de servicio p¨²blico.
Admitiendo que todav¨ªa se est¨¢ muy lejos de recibir el justo y necesario apoyo material -oficial y privado- para el desarrollo de la investigaci¨®n, s¨ª debe destacarse la deformaci¨®n universitaria que representa esa desorbitada preeminencia para la investigaci¨®n abstracta, casi siempre como ¨²nica fuente de m¨¦ritos universitarios, con evidente menosprecio para la labor de ense?anza y con absoluto desprecio, cuando no rechazo hostil, a las aplicaciones de la investigaci¨®n y de la ense?anza. Cuanto m¨¢s sublimes y et¨¦reas sean las metas de la investigaci¨®n fundamental, m¨¢s defortnantes resultan en el intento de crear una aut¨¦ntica universidad.
Prueba de la deformaci¨®n que existe en la funci¨®n universitaria es la pol¨¦mica suscitada este mismo a?o de 1979 entre el rector de la Universidad Complutense y el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas, que refleja la falta de entendimiento -de equilibrio y de armon¨ªa- entre los dos grandes sectores del actual Ministerio de Universidades e Investigaci¨®n. Partidario ardiente de armonizar los principios universitarios, ser¨ªa conveniente reunir algunas cifras y datos sobre la universidad que pongan de relieve los desequilibrios deformantes.
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