Los vikingos no fueron piratas, sino comerciantes
Jam¨¢s ha existido ning¨²n grupo ¨¦tnico que se conociera por el nombre de vikingo, ni siempre aquellos marinos aventureros de las playas y fiordos escandinavos fueron los feroces guerreros, de cascos con cuernos, cuya imagen ha plasmado Hollywood. Ir de vikingos era la manera de denominar una empresa temporal en tierras extra?as, lo que en el lenguaje de nuestra ¨¦poca se llamar¨ªa una ?acci¨®n de comando?. La actualidad de la exposici¨®n sobre la ¨¦poca vikinga, abierta por estos d¨ªas en el Museo Brit¨¢nico de Londres, ofrece la oportunidad de ahondar y conocer mejor a estos intr¨¦pidos n¨®rdicos que en s¨®lo trescientos a?os dejaron huella duradera en el resto de Europa, de Rusia a Irlanda, de Islandia a Turqu¨ªa y Roma. Y que, incluso, como demuestra la historiografla m¨¢s reciente, precedieron a Col¨®n, nada menos que en cinco siglos, en el descubrimiento de Am¨¦rica. El autor del presente reportaje, el antrop¨®logo noruego Heyerdahl, es el autor y protagonista de dos libros famosos: Kon-Tiki y Las expediciones Ra
Cuando las tripulaciones de los barcos vikingos part¨ªan de los fiordos y las playas de Escandinavia para ir de vikingos a tierras extranjeras, los grupos de parientes y amigos que acud¨ªan a despedirlos no eran vikingos. Jam¨¢s ha existido ning¨²n grupo ¨¦tnico que se conociera por el nombre de vikingos. Ser vikingo era el t¨¦rmino utilizado para denominar una de las empresas temporales de aquellos aventureros pueblos marinos que zarpaban de Noruega, Dinamarca y Suecia para llevar a cabo acciones de comando en tierras extranjeras. En realidad, referirse a todos los escandinavos del primer milenio de nuestra era como si fueran vikingos es tan injusto como llamar bucaneros a todos los ingleses del siglo XVII.Sea como sea, los vikingos salieron de sus tierras y dejaron huella duradera en el resto de Europa, de Rusia a Irlanda, de Islandi a a Turqu ¨ªa y Roma. No sucedi¨® lo mismo con aquellos compatriotas suyos que se quedaron en sus granjas y apenas se distinguieron en nada de sus vecinos de la Europa contempor¨¢nea. Por esta raz¨®n, se hizo habitual llamar vikingos a todos los primitivos escandinavos, sin tener en cuenta para nada ni su ocupaci¨®n ni el per¨ªodo en que vivieron. Estrictamente hablando, el per¨ªodo vikingo dur¨® solamente desde alrededor del a?o 800 al a?o 1100.
?Qu¨¦ impuls¨® a los vikingos a abandonar sus hogares para invadir costas lejanas? No fue ni el hambre ni la falta de espacio vital. Los f¨¦rtiles campos de Dinamarca y los amplios valles y verdes monta?as de Noruega y Suecia ofrec¨ªan a los escandinavos una inmensariqueza en tierras de labranza y en pastos para el ganado, y sus grandes bosques, fiordos y aguas intenriores abundaban en caza y pesca de toda clase. La actividad mercantil permit¨ªa a los escandinavos exportar ¨¢mbar, productos l¨¢cteos, pieles, cuero, sogas de piel de foca, miel e incluso quiz¨¢ ganado a partir del comienzo del primer milenio de nuestra era. La arqueolog¨ªa ha aportado pruebas de un intenso c¨®mercio a lo largo de los r¨ªos de Europa oriental, llegando hasta el extremo oriental del Mediterr¨¢neo durante toda la Edad de Hierro romana.
Los escandinavos deben haber sentido una necesidad interna de viajar desde mucho antes de su llegada a las tierras del Norte. Seg¨²n sus primitivas sagas, repletas de creencias mitol¨®gicas, el primer rey del que guardan constancia se vio obligado por la expansi¨®n militar romana a abandonar la zona del mar Negro afeste del r¨ªo Don y a emigrar hacia el Norte, primero a Dinamarca, y m¨¢s tarde, a Suecia y Noruega. Conoc¨ªan extraordinariamente bien las complicadas rutas de transporte de los r¨ªos rusos hasta Asia Menor y las tierras del Imperio Romano desde mucho antes del per¨ªodo vikingo.
En estas primeras ¨¦pocas, el principal motivo impulsor de los largos viajes de aquellos aventureros del Norte de quienes descendieron los vikingos parece haber sido el comercio pac¨ªfico, organizado porjefes y comerciantes. A lo largo de todos los r¨ªos del interior de Rusia cuyas aguas fluyen hacia el mar Negro se encuentran restos de sus primeras factor¨ªas comerciales; la plata era su moneda de cambio, y entre los objetos m¨¢s comunes encontrados en las tumbas de estos comerciantes previkingos figuran peque?os pesos port¨¢tiles. Entre las primeras monedas halladas en Succia,hay nada m¨¢s y nada menos que 7.000 denarios que abarcan todo el per¨ªodo romalio ' y no menos de 52.000 monedas ¨¢rabes. Las monedas ¨¢rabes son casi tan numerosas como las de origen franco o germano, y mucho m¨¢s que todas las antiguas monedas anglosajonas halladas hasta ahora.
Escandinavia importaba hermosos objetos de arte romanos, tales como vasijas decoradas de bronce y plata, tazones de cristal coloreado y cer¨¢mica fina, adem¨¢s de oro, especias orientales, seda y otras mercanc¨ªas ex¨®ticas. La amplitud del primitivo comercio escandinado la demuestra una figura de bronce de un buda sentado hallada en una estaci¨®n comercial previkinga de una isla lacustre en el interior de Suecia.
Muy pronto, las tripulaciones de los barcos escandinavos encontraron una ruta a Europa occidental a trav¨¦s del mar del Norte, y para el a?o 840, su actividad, pacifica o guerrera, llegaba hasta Irlanda, de manera tan eficaz que fundaron la ciudad de Dubl¨ªn.
Piedad y tolerancia no estaban de moda
Existen dudas sobre c¨®mo los intr¨¦pidos viajeros y comerciantes n¨®rdicos de aquella ¨¦poca comenzaron a emplear la fuerza, convirti¨¦ndose as¨ª en aut¨¦nticos v¨ªk¨ªngos. Algunos investigadores, y entre ellos David Talbot Rice y David M. Wilson, se?alan que las actividades de los vikingos no eran totalmente hostiles y destructivas, a pesar de que en ciertos escritos de sus v¨ªct¨ªmas que han llegado ha1ta nuestros d¨ªas, se refleja el miedo y el odio que despertaban. La larga influencia escandinava en el arte y en la organizaci¨®n social del mundo occidental est¨¢ claramente documentada; los v¨ªkingos tuvieron una aut¨¦ntica contribuci¨®n en el desarrollo de la cultura en Gran Breta?a, entre los siglos VIII y XI, y jugaron un papel importante en el surgimiento del renacimiento cultural del siglo XII. Su influencia en las islas Brit¨¢nicas no podr¨ªa haber sido tan profunda si los vikingos hubieran ido a ellas simplemente como piratas y no se hubieran establecido y mezclado pac¨ªficamente con los pueblos nativos.
Las pocas descripciones v¨ªvidas existentes de la mentalidad de los vikingos provienen de sus adversarios; los vikingos hicieron pocos esfuerzos en el campo de la autobiograf¨ªa. Sus contactos directos con las civilizaciones m¨¢s avanzadas del Mediterr¨¢neo hab¨ªan dado inspiraci¨®n a los escandinavos para crear su propio sistema de escritura, el alfabeto r¨²nico, en el siglo II de nuestra era, mucho antes del per¨ªodo vikingo. Sin embargo, no escribieron para la posteridad ning¨²n texto de amplitud que refle ara su mentalidad hasta que los escribas islandeses, versados en las letras latinas, anotaron su literatura oral en las sagas vikingas, tras la introducci¨®n del cristianismo en el a?o 1000.de nuestra era.
Estas sagas primitivas revelan claramente su aut¨¦ntica personalidad. Sin duda alguna, vistos con nuestros o os, o con los de sus v¨ªctimas en aquellos d¨ªas, los vikingos eran despiadados y crueles, aunque no m¨¢s de lo que lo fueron los espa?oles, cinco siglos despu¨¦s, cuando pusieron pie en Am¨¦rica bajo la se?al de la cruz. La piedad y la tolerancia no estaban de moda en la Europa de hace mil a?os, y el rey vikingo Olav Haraldson de Noruega fue hecho santo por el Papa romano por haber impuesto el cristianismo por,la espada a todos sus compatriotas, a la usanza m¨¢s brutalmente vikinga.
La arqueolog¨ªa y la historia test¨ªfican que los ?oruegos del per¨ªodo vikingo viv¨ªan en una sociedad bastante democr¨¢tica, y aunque sus comunidades distingu¨ªan entre nobles, ple;eyos y esclavos, el estilo de vida era razonablemente igualitario. El rey, no s¨®lo no se abandonaba a extravagancias desp¨®t¨ªcas, sino que ten¨ªa que ser el mejor en todos los deportes y estar en primera l¨ªnea en las batallas. No fue simple coincidencia el hecho de que el primer Parlamento democr¨¢tico de Europa se fundara en
el a?o 930, en la ¨¦poca de mayor vigor del per¨ªodo vikingo, por descendientes de noruegos que se hab¨ªan asentado en Islandia.?Qu¨¦ impuls¨® a los vikingos en sus espectaculares traves¨ªas de exploraci¨®n a trav¨¦s de los mares ¨¢rticos, hacia Islandia en un principio y, desde all¨ª, a Groenlandia y a Am¨¦rica del Norte? En sentido estricto, los noruegos que realizaron estas expediciones no iban como vikingos. Islandia, donde se hab¨ªan albergado anteriormete algunos monjes irlandeses, hab¨ªa sido colonizada pac¨ªficamente por granjeros del suroeste de Noruega. Llegaron con todas sus familias y su ganado en calidad de refugiados, despu¨¦s de que, en el a?o 872, el rey Harald Fairhair viera cumplido su sue?o de unir todo el territorio de Noruega en un solo reino. La mayor¨ªa de estos inmigrantes organizados eran jefes y hombres cultos que hab¨ªan ocupado altos puestos en sus anteriores comunidades.
Cinco siglos antes que Col¨®n
Entre los granjeros noruegos m¨¢s rudos se encontraba Erico el Rojo, proscripto por su propia comunidad sobre el a?o 980 por asesinato; ¨¦ste se embarc¨® por aquel entonces en una de las m¨¢s intr¨¦pidas expediciones ¨¢rticas de las que ha quedado testimonio. Despu¨¦s de una visita personal a lo que, con verdadera mentalidad de agente de la propiedad inmobiliaria, llam¨® Groenlandia (Tierra Verde), se trajo consigo de Islandia varios cientos de granjeros noruegos, que se embarcaron en 35 embarcaciones de carga con sus mujeres, ni?os, caballos, reses, ovejas, cerdos y perros. Rodearon los glaciares de Groenlandia en sus anchas y abiertas embarcaciones para desembarcar en las costas de las verdes llanuras del suroeste de Groenlandia, que dan directamente a Am¨¦rica a trav¨¦s del estrecho de Davis. Tan s¨®lo llegaron catorce embarcaciones.
Generalmente se representa a Leif Ericson como un feroz vikingo. En realidad, Leif creci¨® en Groenlandia, donde se dedic¨® a la cr¨ªa de ganado y al comercio de pieles. Como hijo de Erico el Rojo, su primer haza?a fue navegar pac¨ªficamente por el Atl¨¢ntico de regreso a Noruega, poco antes del a?o 1000, llevando mercanc¨ªas de la colonia de su padre en Groenlandia. El rey Olav Trygvason le hizo bautizar antes de devolverle a Groenlandia con la orden real de proclamar all¨ª el cristianismo. Groenlandia era entonces el ¨²ltimo puesto del extendido reino de Noruega, donde los granjeros adoraban todav¨ªa a los antiguos dioses noruegos. En lugar de viajar como un feroz vikingo, Leif Ericson, cercano el d¨ªa de convertirse en el descubridor de Am¨¦rica, cruz¨® el Atl¨¢ntico en calidad de misionero, llevando a bordo de su abierta embarcaci¨®n un sacerdote cat¨®lico y algunos profesores de religi¨®n.
Leif coron¨® con ¨¦xito su misi¨®n cristiana; su madre construy¨® la primera iglesia levantada al otro lado del Atl¨¢ntico. En el siglo XII, la Iglesia cat¨®lica se hab¨ªa convertido ya en uno de los principales terratenientes de Groenlandia, donde los noruegos de ¨¦pocas precolombinas construyeron diecisiete iglesias, una catedral, una residencia episcopal, un convento dedicado a san Benedicto y un monasterio dedicado a san Agust¨ªn y a san Olav. Los esfuerzos del rey Olav, que hab¨ªa enviado a Leif Ericson en esta hist¨®rica misi¨®n, agradaron tanto al Papa, que le canoniz¨®. Tal honor no fue ni siquiera concedido a los Reyes Cat¨®licos, Isabel y Fernando, cuando, cinco siglos despu¨¦s, enviaron a Col¨®n a descubrir nuevas tierras.
Las sagas nos dan un relato sincero, desprovisto de falsas glorias, del descubrimiento por Leif del nuevo mundo: nos dicen simplemente c¨®mo los granjeros noruegos lucharon por bajar a tierra el ganado y lograr una base firme rodeados de abor¨ªgenes hostiles.
El hermano de Leif result¨® muerto y fue el primer cristiano enterrado en el nuevo mundo. Otros atravesaron el estrecho de Davis con escasa fortuna; quien m¨¢s suerte tuvo fue Karlsefni, que proced¨ªa de Groenlandia y se estableci¨® con sesenta hombres y algunas mujeres. Resistieron los asaltos de los abor¨ªgenes el tiempo suficiente para que su mujer diera a luz a un hijo, que contaba ya tres a?os cuando estos pioneros abandonaron la empresa y regresaron a1a seguridad de sus tierras en Groenlandia.
Eran ganaderos pioneros y pac¨ªficos misioneros cristianos, no feroces vikingos de cascos con cuernos al estilo de Hollywood. Realizaron la primera traves¨ªa del Atl¨¢ntico que registra la historia y de la que da fe la arqueolog¨ªa. Sus sue?os y motivaciones fueron exactamente los mismos que llevaron, siglos despu¨¦s., a posteriores emigrantes a cruzar el Atl¨¢ntico norte para establecerse, bajo la segura protecci¨®n de las armas de fuego, entre los mismos.ahor¨ªgenes, en lo que se convertir¨ªa en Estados Unidos y Canad¨¢.
"Enviando hombres azules al infierno"
El celo de los aut¨¦nticos vikingos era totalmente diferente de los de su propio pueblo que exploraron las inmensas extensiones del Artico como una especie de cowboys marinos.
Hay gran diferencia entre los noruegos que sal¨ªan de sus tierras en busca de simples aventuras y aquellos otros que manten¨ªan encendido el fuego del hogar, como lo demuestra la actitud de dos hermanos, el rey Oistein y el rey Sigurd Magnusson, que juntos gobernaron Noruega en la ¨¦poca en que el per¨ªodo vikingo estaba ya llegando a su fin, alrededor del a?o 1100. Su saga, registrada por el jefe island¨¦s Snorre, describe una partida de hombres bebiendo para celebrar el regreso del rey Sigurd de sus triunfales ataques a las fortalezas ¨¢rabes del Mediterr¨¢neo. El rey Oistein dice que construy¨® iglesias, un puerto y una torre de navegaci¨®n mientras que su hermano estaba en Africa ?enviando hombres azules (¨¢rabes) al infierno, lo cual estoy seguro que fue de poco uso a nuestra naci¨®n ?.
El rey Sigurd ten¨ªa el alma de un t¨ªpico vikingo, no importa que fuera aclamado por toda la Europa cristiana como un peregrino que navegaba bajo la insignia de la cruz y que daba el fruto de sus pillajes a los santuarios de Jerusal¨¦n. Como cristiano que era, pas¨® el primer invierno de su viaje como invitado del rey Enrique I, de Inglaterra, y luego parti¨® m¨¢s all¨¢ del mundo cristiano para luchar por la Iglesia con las mismas armas y la misma crueldad que otros vikingos antes que ¨¦l hab¨ªan luchado para lograr la vida eterna al lado de Odin y Thor. S¨®lo la muerte en la batalla aseguraba a los hombres una vida en el m¨¢s all¨¢ apropiada al gusto vikingo.
Desde la cristiana Inglaterra, el rey Sigurd parti¨® a combatir contra los invasores musulmanes de Espa?a y Portugal, matando a todos los que se negaban a recibir el bautismo. El tr¨¢fico vikingo por el Mediterr¨¢neo era todav¨ªa tan intenso que su flota, formada por sesenta barcos, tuvo que enfrentarse a otras embarcaciones vikingas al pasar por el estrecho de Gibraltar. Sicilla estaba, por entonces, bajo el gobierno de un duque noruego, Rodgeir, al que Sigurd, durante una visita que fue de su agrado, ascendi¨® a rey, antes de continuar atacando y asolando ciudades musulmanas por toda la costa de Africa del Norte, camino de tierra santa.
Su haza?a m¨¢s espectacular fue la conquista a los musulmanes, en el a?o 1110, de la hasta entonces invencible fortaleza de Sid¨®n, en L¨ªbano, que durante muchos a?os hab¨ªa estado hostigando a los peregrinos cristianos. Entabl¨® una calurosa amistad con los emperadores cristianos de Roma y Constantinopla, y mostr¨® su grandeza dejando tras de s¨ª todos sus barcos y la mayor parte de sus hombres para que continuaran luchando por la cristiandad, mientras ¨¦l regresaba a Noruega, a caballo.
En recompensa de estas aventuras, parec¨ªa feliz por poder traerse a su patria algunas reliquias de recuerdo, incluyendo un supuesto trozo de la Santa Cruz, que el rey Balduino y el patriarca de Jerusal¨¦n le hab¨ªan dado en reconocimiento de los servicios prestados. Sus triunfos, su ba?o en el r¨ªo Jord¨¢n y todas las historias que pod¨ªa contar mientras beb¨ªa con sus amigos en las largas noches de invierno, ten¨ªan para ¨¦l m¨¢s importancia que toda la riqueza que pudiera haber acumulado. Muchos otros, como ¨¦l, estuvieron tambi¨¦n dispuestos a dejar tras de s¨ª los beneficios de sus conquistas y a regresar triunfantes a Noruega con apasionantes recuerdos que pasaron de padres a hijos, hasta formar una parte de las sagas no ruegas que han llegado hasta nuestros d¨ªas.
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