La ¨²ltima sesi¨®n termin¨® con el desalojo de la sala, mientras el p¨²blico cantaba el "Cara al sol"
Con el canto del Cara al sol, brazo en alto, por la pr¨¢ctica totalidad de los presentes, incluido el procesado Fern¨¢ndez Cerr¨¢, y gritos de Franco, Franco; Viva Jos¨¦ Antonio; Viva la doctrina nacionalsindicalista, y Atocha, libertad, terminaron ayer, poco antes de las siete y media de la tarde, las sesiones del juicio seguido por la matanza de Atocha, que durante siete d¨ªas, ma?ana y tarde, han tenido lugar en la sala de lo penal de la Audiencia Nacional. Gran parte de los asistentes, especialmente en la sesi¨®n de ayer, al igual que los procesados -Jim¨¦nez Caravaca iba lleno de condecoraciones y medallas-, vest¨ªan camisa azul con el yugo y las flechas. La vista ha tenido numerosos incidentes, protagonizados por los asistentes de extrema derecha, en su mayor parte, que han tenido que ser desalojados varias veces por orden del presidente del tribunal, como ayer, al t¨¦rmino de las sesiones. La sentencia puede conocerse en los pr¨®ximos d¨ªas.
La ¨²ltima sesi¨®n del juicio, la de la tarde de ayer, se inici¨® al filo de las cinco, con la intervenci¨®n del defensor del procesado Francisco Albaladejo, Pedro Mart¨ªn Fern¨¢ndez, que habl¨® en un tono alto y, en muchas ocasiones exasperado. El se?or Mart¨ªn Fern¨¢ndez, teniente coronel del Ej¨¦rcito, como ¨¦l mismo record¨®, aludi¨® a que al primer juez del sumario, G¨®mez Chaparro, se le hab¨ªan impuesto algunos testigos, y se pregunt¨® por qu¨¦ intervino la acusaci¨®n particular en determinados momentos del procedimiento penal, si s¨®lo puede hacerlo si e juez lo admite. Tambi¨¦n se refiri¨® el letrado a los interrogatorios de los encausados, ?que duraban horas? y en los que ?daba miedo meterse?, porque estaban todos los acusadores particulares.El defensor de Albaladejo hizo a continuaci¨®n una larga disquisici¨®n al comparar ?a los ilustres colegas que murieron el 24 de enero?, a quienes se les tributaron todo tipo de honores, ?con otro compa?ero, Mart¨ªn Pe?a, asesinado el 5 de octubre de 1978. Aqu¨ª me refiero? dijo, ?al Colegio de Abogados. A Mart¨ªn Pe?a no se le rindieron honores ni se expuso su cad¨¢ver, y muri¨® en acto de servicio. ?Por qu¨¦? ?Qui¨¦n mueve esos montones, masas de personas, para que acudan a un entierro en casos s¨ª y en casos no? Tampoco hubo honores cuando fue asesinado el gobernador militar de Madrid. ?
Con visible alteraci¨®n en el tono de voz, el letrado Mart¨ªn Fern¨¢ndez continu¨® diciendo: ?No hay huelga si matan a seis guardias civiles. Pero secuestran al diputado Rup¨¦rez y hay multitud de cosas, chalaneos para ver a cu¨¢ntos hay que poner en libertad, ll¨¢mense de la ETA o de los GRAPO. y Para ello se saltan a la autoridad judicial.? Cit¨® el defensor unas frases del presidente del Tribunal Supremo, Angel Escudero del Corral, en las que dec¨ªa que ?un poder judicial mediatizado es un poder judicial politizado?, y a?adi¨®: ?Este jurado est¨¢ constituido por personas a las que, al ser designadas, se consideraron prestigios judiciales y un d¨ªa juraron autonom¨ªa. ?Qu¨¦ ha pasado??
El presidente del tribunal cort¨® la intervenci¨®n para preguntar si el letrado insinuaba gen¨¦ricamente que al poder judicial le falta independencia, y advirti¨®: ?El tribunal interpreta que estas alusiones, el tono y el modo de expresi¨®n, tienen un contenido que puede ser delictivo. Si tiene alguna raz¨®n o motivo para hablar como lo hace tiene medidas legales para denunciarlo.?
Insistencia en la amnist¨ªa
El defensor de Albaladejo habl¨® de la necesidad de aplicar la amnist¨ªa a su cliente. ?Cuando la amnist¨ªa del 77?, dijo, ?el ilustr¨ªsimo se?or juez G¨®mez Chaparro, con rapidez, dio cierre al sumario y lo elev¨® a la superioridad. Despu¨¦s se me dijo que por el momento no proced¨ªa la amnist¨ªa. El caso re¨²ne las condiciones exigidas para aplicar¨ªa, sin duda de ninguna clase. ?
El letrado Mart¨ªn Fern¨¢ndez dijo despu¨¦s que el fiscal reconoc¨ªa que no es f¨¢cil suponer la participaci¨®n de Albaladejo en los hechos, y refut¨® los testimonios de Joaqu¨ªn Navarro, ?despedido de la empresa Juli¨¢ en un acto dado por v¨¢lido por el magistrado.? Por qu¨¦ ha de seguir yendo a incordiar, a molestar? Navarro dijo que en algunas ocasiones le echaron de all¨ª hasta con pistola. Y es cierto. ?No es un enredador que va buscando a los descontentos? El era el que mandaba los piquetes y obstaculizaba a las empresas, el grano de arena o piedra que inc¨®modamente se lleva dentro de un zapato?.
Tambi¨¦n dijo el defensor que, con respecto a la licencia de armas, lo ¨²nico que cometi¨® Albaladejo fue una infracci¨®n administrativa, la tenencia de alg¨²n arma.
A continuaci¨®n, el se?or Mart¨ªn Fern¨¢ndez habl¨® de que, con la democracia, estamos en una situaci¨®n de angustia econ¨®mica, porque nadie trabaja y todo son huelgas. ?Se ha suprimido?, afirm¨®, ?hasta la palabra se?or. Ahora se dice: ?Jefe, cu¨¢nta gasolina le pongo? Jefe, ?a qu¨¦ piso le doy al ascensor?? Manifest¨® que, incluso antes de la guerra, hab¨ªa defendido a personas del Partido Comunista y de la FAI ?de delitos de sangre y comunes ?, solicit¨® la absoluci¨®n de Albaladejo con toda clase de pronunciamientos favorables. ?Con la mano en el coraz¨®n y el pensamiento en Dios?, termin¨®, ?os pido esa justicia que tambi¨¦n los dem¨¢s han solicitado ?.
El letrado Quintana Aparicio, defensor de Jim¨¦nez Caravaca y Gloria Herguedas, pidi¨® entonces, a las seis y diez de la tarde, un descanso, ?porque he estado viendo una pel¨ªcula de un peque?o trozo de la historia de Espa?a mediante una magistral defensa y esto afecta a mis peque?os conocimientos jur¨ªdicos?.
Al inicio de la sesi¨®n, la llegada de Cristina Almeida a la Sala fue acogida con risas por parte de algunos ultraderechistas. La abogada se volvi¨® hacia ellos y se abri¨® la toga, al tiempo que mostraba su silueta, ante lo que arreciaron las risas y abucheos. Durante el descanso, una joven con camisa azul hablaba con otro que llevaba un jersey del mismo color, en cuya manga aparec¨ªan tejidas en rojo las iniciales FE de las JONS y le dec¨ªa: ?Si llevaras uniforme ir¨ªas con camisa azul. ? Mientras, el letrado Mart¨ªn Fern¨¢ndez respond¨ªa as¨ª a la pregunta de un periodista de por qu¨¦ cre¨ªa que estaba mediatizada la sala, si porque ten¨ªan miedo. ??Miedo?, dijo Mart¨ªn Pe?a. ?Y eso responde a los problemas de este pa¨ªs. Aqu¨ª no hay autoridad ni producci¨®n.?
El letrado Quintana Aparicio dijo que ¨¦l hab¨ªa sentido lo que los compa?eros de los abogados muertos cuando ?asesinaron al magistrado Mat¨¦ul que, como yo, llevaba la camisa azul cuando no vest¨ªa la toga?. Centr¨® su intervenci¨®n en explicar por qu¨¦ pensaba que era aplicable la amnist¨ªa a sus defendidos, Jim¨¦nez Caravaca y Gloria Herguedas.
En su parlamento afirm¨® que la circular de 20 de octubre de 1977 de La Fiscal¨ªa del Supremo, en la que se hablaba de la amnist¨ªa, dec¨ªa que se aplicar¨ªa a hechos cuyo m¨®vil fuera ampliar las libertades p¨²blicas y su restablecimiento. Para ampliar las libertades p¨²blicas, explic¨®, se requieren dos cosas, seg¨²n la fiscal¨ªa: 1) un m¨®vil pol¨ªtico. ?En el interrogatorio de Fern¨¢ndez Cerr¨¢ el fiscal reconoci¨® que los hechos eran una revancha pol¨ªtico-social. En la calle est¨¢n los carteles y las fuerzas antidisturbios, en los pechos la tensi¨®n y en los peri¨®dicos la lucha, seg¨²n sus tendencias; que sean cometidos por personas de asociaciones pol¨ªticas hoy legalmente reconocidas y en defensa de sus ideas.?
?Gloria, Jim¨¦nez Caravaca y todos los dem¨¢s?, continu¨® el letrado Quintana Aparicio, ?eran de Falange Espa?ola y de las JONS, hoy partido legalmente reconocido. En base a los principios del nacionalsindicalismo se sabe que quienes los profesan son enemigos del marxismo.?
El defensor pidi¨® igualdad ante la ley, ya que se concedi¨® la amnist¨ªa ?a los autores de los cr¨ªmenes, venganzas o asesinatos de la calle del Correo y de Carrero Blanco?.
Sobre la participaci¨®n en los hechos en calidad de encubridora de Gloria Herguedas aludi¨® al viaje a Almer¨ªa y a que ?cuando alguien quiere huir no se va a Almer¨ªa?. ?Gloria va a Almer¨ªa a consolar a su futuro esposo, a Fern¨¢ndez Cerr¨¢, que ha visto la terrible cat¨¢strofe moral; va a consolarle, a buscar una soluci¨®n a su alma herida, porque estaba tan muerto como los abogados, los compa?eros comunistas. Teniendo en cuenta que es -vamos a llamarle- su amante, para que sea m¨¢s duro todav¨ªa, el amor a Fern¨¢ndez Cerr¨¢ no puede obligarla a denunciar a Garc¨ªa Juli¨¢. ?
Tambi¨¦n afirm¨® el defensor que la pistola se la introdujo en el bolso de viaje Garc¨ªa Juli¨¢, y no era la portadora f¨ªsica cuando les detuvieron, ?porque si un hombre viaja con una mujer carga con el objeto m¨¢s pesado, aunque me llamen machista?.
Las pistolas eran de antes
En cuanto a Jim¨¦nez Caravaca, el letrado Quintana Aparicio dijo que ?no sabemos por qu¨¦ est¨¢ en este sumario?, ya que la entrega de las tres pistolas la hizo entre seis meses y un a?o antes de los hechos. Record¨® que, a los catorce a?os, siendo ya falangista, se alist¨® en la Legi¨®n en la guerra de Espa?a y fue herido tres veces, y que luego fue herido dos veces en Rusia, en la Divisi¨®n Azul. ?Las medallas que lleva se las dieron por defender a Espa?a contra el comunismo.? El abogado lo¨® largamente al anterior juez del sumario, se?or G¨®mez Chaparro, y cit¨® reiteradamente a Jos¨¦ Antonio, al tiempo que recordaba ?a la acusaci¨®n particular y a los abogados laboralistas que no han inventado el Derecho social, porque Jos¨¦ Antonio asumi¨® riesgos en defensa del trabajador?.
Tras breves intervenciones de la acusaci¨®n particular, habl¨® Jos¨¦ Mar¨ªa Stampa, en representaci¨®n del Colegio de Abogados, para explicar que las muertes de Atocha no eran equiparables a la de Mart¨ªn-Pe?a y que, no obstante, el Colegio hab¨ªa dado el p¨¦same a la familia y su decano asisti¨® al entierro.
Cuando el presidente del tribunal pregunt¨® a los acusados si ten¨ªan algo m¨¢s que declarar, se levant¨® Garc¨ªa Juli¨¢ y dijo: ?Ni yo ni mis camaradas pensamos que ¨ªbamos a hacer tal da?o en el piso clandestino del Partido Comunista. Opino que estos se?ores no ejerc¨ªan el derecho a la defensa de nadie, pues estaban en una reuni¨®n clandestina. Tambi¨¦n se ha dicho que hubo una reuni¨®n en la cafeteria D¨®lar, entre Prieto, Cueto y yo. Es verdad; pero no se han seguido los hechos y, aunque yo creo que no hay responsabilidades, deber¨ªa haberse hecho por si pudiera haberlas.?
A continuaci¨®n el p¨²blico empez¨® a cantar el Cara al Sol, mientras el padre de Fern¨¢ndez Cerr¨¢, con l¨¢grimas en los ojos, ped¨ªa que no se hiciera. El presidente del tribunal mand¨® desalojar la sala y dijo a los abogados y periodistas que se quedaran hasta que terminaran los incidentes.
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