El secuestro de la democracia
Para cualquier espa?ol que haya seguido de cerca la campa?a del refer¨¦ndum andaluz, el 28 de febrero es una fecha a retener, no tanto por el resultado que arrojen las urnas como porque ese d¨ªa culmina todo un proceso de degradaci¨®n de la democracia, apenas transcurrido un a?o de la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n.Al margen del resultado de la consulta, gane quien gane y pierda quien pierda, el partido en el Gobierno saldar¨¢ ese d¨ªa con una derrota para la democracia, porque a los ojos de los espa?oles habr¨¢ hecho malas opciones perfectamente constitucionales, y buenos, procedimientos incompatibles con la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos, la libre circulaci¨®n de las ideas y la prohibici¨®n de la competencia desleal, principios informadores de todo sistema democr¨¢tico y, por supuesto el nuestro.
Da la impresi¨®n que UCD se sinti¨® con las manos libres cuando el 16 de enero muchos espa?oles de buena fe dieron por v¨¢lido el calificativo de raz¨®n de Estado para los argumentos con los que justific¨® su decisi¨®n de reconducir todos los procesos auton¨®micos en marcha. Pero ni la raz¨®n de Estado es una patente de corso para gobernantes ni se puede perder de vista que su sublimaci¨®n conduce a sistemas pol¨ªticos conocidos en los tiempos modernos bajo un mismo nombre: totalitarismo. Tantas veces la raz¨®n de Estado ha sido invocada en vano, que as¨ª nos ha dejado la historia llena de atropellos, cr¨ªmenes y cornudos.
La raz¨®n de Estado, si es tal, suele tener suficiente fuerza moral como para imponerse por s¨ª misma con procedimientos propios de la pol¨ªtica, sin necesidad de recurrir a otros que parecen importados del reino de los tah¨²res; pero el Gobierno, o no lo ha entendido as¨ª o es que ten¨ªa muy poca convicci¨®n en la validez de sus argumentos, ya que los ha intentado imponer silenciando los del contrario.
Valientes y osados
La valent¨ªa con que UCD abord¨®, en enero de este a?o, la cuesti¨®n auton¨®mica y el fervor penitente que sus l¨ªderes pon¨ªan para confesar ?nos hemos equivocado, de sabios es rectificar?, merece, en cualquier caso, el aplauso y hasta puede hacer olvidar pecados mayores para un partido en el Gobierno, como es la improvisaci¨®n en materia tan importante para la estabilidad de la democracia y la funcionalidad del Estado, como son las autonom¨ªas.Pero esa valent¨ªa de UCD se ha trocado en osad¨ªa en manos del Gobierno, que no contento con haberse ca¨ªdo del caballo del 151, alcanzado por el rayo de la raz¨®n de Estado, ha intentado derribar del mismo a los que siguen subidos en ¨¦l, a base de Bolet¨ªn Oficial del Estado, restricciones de la campa?a de propaganda, dificultades econ¨®micas a la campa?a institucional de la Junta de Andaluc¨ªa, limitaci¨®n de la propaganda y la informaci¨®n en los medios de comunicaci¨®n del Estado, y mediante presiones sobre los medios privados de la regi¨®n, hecho que, en conversaci¨®n restringida, reconoci¨® estar sufriendo el gerente de un importante diario andaluz.
Ser¨ªa muy largo analizar los costes que para la democracia puede tener el car¨¢cter vergonzante que se atribuye a la autonom¨ªa, cuando el t¨¦rmino queda proscrito en la pregunta que se formula a los andaluces -42 palabras- y en toda la normativa complementaria que regula la consulta, y que ocupa nada menos que tres p¨¢ginas del BOE. Merecer¨ªan ser analizadas las consecuencias que para la constituci¨®n de las autonom¨ªas pueda acarrear el intento de UCD de descalificar una de las v¨ªas, las mismas que defendi¨® para Catalu?a, Euskadi y Galicia, y que aqu¨ª es presentada como peligrosa, comunista y marxista, que todo le han llamado.
Cuestiones de procedimiento
Pero no es preciso entrar en los temas de fondo y basta quedarse en los procedimientos para poder afirmar algo tan grave como que la democracia est¨¢ siendo secuestrada en Espa?a. Se podr¨ªa enumerar de nuevo la larga serie de arbitrariedades y discriminaciones que han cometido con Andaluc¨ªa, pero basta con referirse a dos hechos menos conocidos.En la sede de UCD de una capital andaluza, planta tercera, amplio mirador y bello panorama, el pasado martes se amontonaban unos 5.000 panfletos tirados a multicopia, escritos a mano, sin pie de imprenta ni signo alguno de identificaci¨®n -ilegalidad manifiesta-, en los que se dec¨ªa: ?Si quieres un gobierno comunista, vota 151 andalucista?. En el momento de escribir este comentario, horas despu¨¦s del incidente en el Congreso entre Soledad Becerril y Adolfo Su¨¢rez, tales panfletos no hab¨ªan aparecido en la calle. Habr¨¢ que pensar que se trataba de un ejercicio de redacci¨®n para militantes o el castigo que se le impon¨ªa a alg¨²n d¨ªscolo defensor de las bondades del 151, al que se le oblig¨® a presenciar c¨®mo la rankxerox repet¨ªa 5.000 veces el mensaje.
Hay finalmente otro hecho ilustrativo de todo lo que ha estado pasando: un d¨ªa de enero, en una de las reuniones de ministros y notables de UCD, precisamente en la que se dio por visto el tema de la reconversi¨®n del proceso auton¨®mico andaluz, un cargo del Gobierno, alto cargo por m¨¢s se?as y lento en la dicci¨®n, afirm¨® textualmente: ? Las guerras, cuando se plantean, hay que ganarlas con medios leales y desleales; por tanto, esta ser¨¢ una guerra sucia. ? Sobran los comentarios. Como no se trataba de una reuni¨®n estatutaria es probable que ning¨²n secretario del partido haya levantado acta de estas palabras, pero alguien que asist¨ªa a la reuni¨®n s¨ª lo ha hecho.
S¨®lo resta una reflexi¨®n final sobre el tipo de oposici¨®n que har¨ªa un partido que desde el Gobierno se atreve a jugar tan irresponsablemente con la democracia. Es de temer que, si ese d¨ªa llega, en Espa?a pasaremos de una democracia parlamentaria a un ?parlamento de las cacerolas en la calle?, similar al que acab¨® con la democracia chilena.
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