El nacionalismo obtiene todas las ventajas de su actuaci¨®n
El pueblo vasco ha sido llamado a las urnas siete veces en menos de cuatro a?os. Tres de ellas -refer¨¦ndum constitucional, refer¨¦ndum del Estatuto, elecciones al Parlamento de Euskadi- marcaron los sucesivos pasos en la institucionalizaci¨®n de la comunidad vasca. A lo largo del proceso, los partidos nacionalistas y abertzales cambiaron varias veces de t¨¢ctica, sin que ello haya sido en detrimento de la fuerza nacionalista; mientras tanto, los partidos de ?¨¢mbito estatal?, defensores del s¨ª a la Constituci¨®n y al Estatuto, se han visto reducidos a la marginaci¨®n.
La posibilidad legal de la autonom¨ªa qued¨® abierta por la Constituci¨®n, como marco de la nueva organizaci¨®n del Estado; sin embargo, s¨®lo el 31% de los vascos votaron favorablemente el texto constitucional. Nacionalistas y abertzales propugnaron la abstenci¨®n o el no; el PNV organiz¨® su propio aparato de interventores con el exclusivo fin de controlar la exactitud de los resultados, y, en efecto, nada menos que el 55% de las personas incluidas en el centro de Euskadi permanecieron en sus casas el d¨ªa de la votaci¨®n.Esto era en diciembre de 1978. Ocurr¨ªa -dijeron entonces los nacionalistas- que el s¨ª a la Constituci¨®n representaba un ?espa?olismo? deseoso de aprobar el texto constitucional a toda costa, aunque conculcara los derechos hist¨®ricos del pueblo vasco; sin embargo, la abstenci¨®n era una forma de protestar contra dicha conculcaci¨®n y de mostrar la implantaci¨®n del vasquismo. El PNV y dem¨¢s fuerzas nacionalistas y abertzales ganaron as¨ª su primera batalla espec¨ªficamente autonomista.
Y la ganaron porque, rechazada moralmente la Constituci¨®n en el Pa¨ªs Vasco, pero aprobada formalmente para toda Espa?a en virtud del voto de otros pueblos, se abr¨ªa igualmente la v¨ªa de la autonom¨ªa. No hab¨ªa pasado un a?o de aquel refer¨¦ndum constitucional cuando los vascos fueron de nuevo llamados a las urnas para refrendar el Estatuto, trabajosamente elaborado durante los meses anteriores, con el PNV en situaci¨®n de fuerza, gracias a la demostraci¨®n de ?control sobre su electorado? hecho en el refer¨¦ndum de la Constituci¨®n. Ante el Estatuto, el PNV cambi¨® de ¨®ptica y se sum¨® con entusiasmo a la campa?a por el s¨ª, mientras que Herri Batasuna -formada pocos meses antes, como coalici¨®n de distintos partidos abertzales- ped¨ªa la abstenci¨®n.
Se plante¨® as¨ª la segunda batalla: en este caso, PNV y partidos ?de ¨¢mbito estatal? quedaban alineados en el mismo bando, el de los partidarios del s¨ª, mientras que Herri Batasuna y otros partidos minoritarios de la izquierda vasca propugnaban la abstenci¨®n e incluso el no en alg¨²n caso. La dial¨¦ctica espa?olismo-vasquismo qued¨® sustituida por una decisi¨®n entre vasquismo realista y no violento, como entonces dijeron destacados portavoces nacionalistas, o vasquismo violento, ut¨®pico e independentista, como se preocuparon de resaltar algunos dirigentes del PNV.
En virtud de la campa?a de este ¨²ltimo, en convergencia -entonces- con los partidos ?estatales?, el Estatuto de Guernica fue aprobado por el 53% de los vascos, con una participaci¨®n del 59% de la poblaci¨®n censada en Euskadi. ?Es una gran participaci¨®n, teniendo en cuenta todos los condicionamientos, tanto t¨¦cnicos como pol¨ªticos?, dijo en aquella ocasi¨®n el nacionalista Xav¨ªer Arzallus. ?M¨¢s del 60% hubiera sido escandaloso.?
Una valoraci¨®n similar, aunque m¨¢s espec¨ªficamente pol¨ªtica, fue hecha por Txiki Benegas, secretario general del PSOE vasco: ?Teniendo en cuenta la abstenci¨®n t¨¦cnica, la que corresponde a Herri Batasuna es realmente muy peque?a.? El propio Consejo de Ministros, por boca de su portavoz -Josep Meli¨¢-, consider¨® que, de acuerdo con un informe t¨¦cnico muy solvente, ?la incidencia de Herri Batasuna en la abstenci¨®n representa el 2,7% del total?.
Eso era el 25 de octubre pasado. Se ha llegado ahora al desarrollo pr¨¢ctico de uno de los puntos previstos en el Estatuto, que es la elecci¨®n del Parlamento aut¨®nomo; las fuerzas nacionalistas, y muy especialmente Herri Batasuna, han librado su tercera batalla auton¨®mica. Y de ella han salido malparados todos los partidos de ¨¢mbito estatal, con una relativa excepci¨®n en el caso de AP.
Al cabo del proceso iniciado simb¨®licamente con la aprobaci¨®n del texto constitucional, que, sin embargo, no obtuvo el refrendo mayoritario de los vascos, la situaci¨®n se ha tornado grave para UCD y PSOE, mientras el PNV ha completado una maniobra de resultados muy eficaces. Los estrategas del nacionalismo vasco han conseguido pr¨¢cticamente todo el poder, sin haberse comprometido en el origen del mismo.
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