Los diversos sectores de UCD pugnan por el control del partido
Durante toda la semana que ahora termina, los pol¨ªticos de Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico (UCD) han celebrado numerosas reuniones, sobre todo almuerzos y cenas, cuyas caracter¨ªsticas principales han sido dos: la diversidad de los asistentes y el tema a tratar, esto es, la cacareada crisis de su propio partido. Tambi¨¦n el diagn¨®stico de la situaci¨®n es semejante para todos: ?Nuestro partido no funciona democr¨¢ticamente.?
La tendencia del presidente del Gobierno a encerrarse en su, cuartel general de la Moncloa para hacer la pol¨ªtica hizo crisis cuando el refer¨¦ndum de iniciativa auton¨®mica en Andaluc¨ªa arroj¨® el saldo de una bofetada a UCD y la contestaci¨®n interna se dispar¨® cuando las elecciones vascas confirmaron que el electorado da la espalda a la actual pol¨ªtica gubernamental.?Claro, como no nos hacen caso... ?, es la respuesta com¨²n de todos los conocidos como barones de UCD, de los hombres que en su momento entraron en el barco que les ofrec¨ªa Su¨¢rez, para ganar las primeras elecciones democr¨¢ticas de la actual etapa. La circunstancia de que es Su¨¢rez quien tiene los votos lleva al presidente a su personalismo actual, y ¨¦ste produce la r¨¦plica de un exacerbado descontento entre los personajes ucedistas, privados de poder.
La actual debilidad del equipo gobernante, agravada por el olor a cuesti¨®n clerical del debate sobre el Estatuto de Centros Escolares, favorece la contestaci¨®n interna. El mismo debate, con las continuas amenazas de indisciplina por parte de los laicos de UCD, ha servido de cauce a esa contestaci¨®n, y no s¨®lo la protagonizada por los laicos. Otros sectores han jugado tambi¨¦n lo suyo.
Cuando, el pasado jueves, Fernando Abril reuni¨® a Jos¨¦ Luis Alvarez, Francisco Fern¨¢ndez Ordo?ez y Joaqu¨ªn Garrigues, para asegurarse que nadie faltar¨ªa a la votaci¨®n, Ord¨®?ez acus¨® a los cat¨®licos de hacer una ley contra la conciencia de los socialdem¨®cratas, y Alvarez respondi¨® que tampoco a ellos les gust¨® en su d¨ªa la reforma fiscal realizada por el ahora ex ministro de Hacienda. La an¨¦cdota es bien ilustradora del ser de UCD.
En su camino, UCD se ha encontrado con que, en lugar de reformar a esa derecha, ¨¦sta se ha infiltrado en sus filas hasta l¨ªmites insospechados, y amenaza con trag¨¢rsela. El valedor de la gran operaci¨®n, Su¨¢rez, caer¨ªa con este fracaso.
Aqu¨ª se sit¨²a el v¨¦rtice de la pugna ante el congreso que UCD debe celebrar en octubre, y que la debilidad pol¨ªtica del Gobierno ha adelantado inesperadamente Si el primer congreso centrista fue el del afianzamiento de Su¨¢rez sobre su partido, el segundo puede ser el del pase de factura al n¨²cleo dirigente.
El juego de los sectores
La constataci¨®n com¨²n de que el partido no funciona, porque el presidente y su equipo monopolizan la direcci¨®n pol¨ªtica, no da lugar a un frente com¨²n, dada la diversidad, y hasta el enfrentamiento, entre los objetivos de cada cual. En t¨¦rminos generales, el ala progresista diagnostica que el partido no tiene arreglo, mientras los conservadores afirman que hay uno: la apertura democr¨¢tica interna a fondoDentro de ¨¦stos est¨¢n los que se podr¨ªan englobar bajo la denominaci¨®n gen¨¦rica de independientes, que proceden del aparato del Estado, singularmente del sindicalismo vertical, y que tienen a Rodolfo Mart¨ªn Villa como l¨ªder natural. Estos reclaman el papel protagonista en la tarea de construir, de una vez, el aparato del partido, dejando a Su¨¢rez y su equipo la responsabilidad del Gobierno. Ello implicar¨ªa el nombramiento de Mart¨ªn Villa como secretario general.
Por otro lado est¨¢ el grupo cat¨®lico, que si bien es plural en su interior, tiene como nota uniformadora una misma posici¨®n ante temas ideol¨®gicos definitivos, y la constataci¨®n de una gran fuerza dentro y fuera del partido. Este grupo podr¨ªa no ver mal la ascensi¨®n de los martinvillistas al aparato, porque en este terreno no son competencia; pero no est¨¢ claro que pueda fraguar una alianza efectiva de ambos sectores, porque los ? independientes? presionar¨¢n con la posibilidad, pero se lo pensar¨ªan dos veces. Al fin y al cabo, se parecen m¨¢s a Su¨¢rez y los suyos que a los cat¨®licos.
El sector laico -liberales y socialdem¨®cratas- ha sido pr¨®digo en sus cr¨ªticas a la falta de democracia interna del partido, en su caso unidas a acusaciones de derechizaci¨®n. Sin embargo, sus quejas no desembocan en peticiones de una revisi¨®n democr¨¢tica, porque constatan que en una lucha abierta por el poder dentro de la organizaci¨®n son franca minor¨ªa, al menos hoy por hoy.
Ello les convierte, hasta cierto punto, en apoyos naturales del presidente frente a un presunto acoso conservador: se reedita la historia del primer congreso, donde los progresistas aparecieron formando bloque con Su¨¢rez, frente a los cat¨®licos, circunstancia que produjo como principal efecto el ya comentado afianzamiento de Su¨¢rez.
El inter¨¦s del entorno presidencial pasa por que ning¨²n grupo tenga el suficiente poder dentro del partido, por lo que no se ve con buenos ojos la marcha de los independientes hacia el aparato. Tampoco se har¨ªa una defensa a ultranza del actual secretario general, Rafael Arias-Salgado, pero si la crisis se precipita podr¨ªa intentarse su sustituci¨®n por otra persona fiel y sin problemas de protagonismo personal. El actual ministro de Trabajo, Rafael Calvo Ortega, re¨²ne las caracter¨ªsticas del retrato robot dibujado en la Moncloa.
De cualquier forma, la semana de crisis y reuniones no ha sido en sentido estricto un movimiento definido de sectores, preparatorio del largo per¨ªodo precongresual que se abre, sino que podr¨ªa interpretarse como un conjunto de tanteos previos.
Probablemente, el resultado de las elecciones catalanas sea la se?al de partida para la verdadera lucha. Vascos y catalanes -¨¦stos principalmente- buscan ante todo un interlocutor v¨¢lido en Madrid, y si el primer Parlament de Catalunya nace con un afianzamiento de la derecha, aunque UCD se hunda, son muchos los interesados en forzar un pacto hist¨®rico conservador -no se olvide a Camb¨®- al que Garaikoetxea podr¨ªa resistirse dif¨ªcilmente.
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