Todav¨ªa es tiempo
Las elecciones al Parlamento Vasco han servido para clarificar num¨¦ricamente muchas cosas. Cosas que, por otra parte, no son novedades recientes, sino verdades antiguas para quien quisiera haberse enterado. Que una fuerte mayor¨ªa del electorado activo del Pa¨ªs Vasco se inclina hoy d¨ªa al nacionalismo en sus formaciones m¨¢s conocidas -PNV, HB y EE- era lugar com¨²n para los conocedores de la pol¨ªtica euskeldun. Los sondeos aut¨¦nticos realizados daban entre veinte y veinticinco diputados para el PNV, y entre diez y doce para HB, y entre cinco y siete para EE. Otra cuesti¨®n es que estos muestreos fueran cuidadosamente ocultados y alterados por algunos medios de comunicaci¨®n de nuestra capital madrile?a. Tengo recortados en mi archivo, m¨¢s de media docena de ellos, publicados en el curso de la reciente campa?a electoral cuya manipulaci¨®n salta a la vista. ?A qui¨¦n se quer¨ªa enga?ar? ?Por qu¨¦ ese af¨¢n de confundir a la opini¨®n espa?ola con falsedades deliberadas, en vez de informar sinceramente sobre el grave problema? A Garaicoechea se le ha llamado ?Robespierre?; al PNV, ?hatajo de tah¨²res?; a HB, ?hitlerianos nazis?; a EE, ?terroristas jesu¨ªticos?. Parec¨ªa necesario colocar una etiqueta peyorativa sobre los diversos sectores del nacionalismo para conjurar su indiscutible fuerza, en un intento infantil de distraer la atenci¨®n p¨²blica de la situaci¨®n real a trav¨¦s del tremendismo verbal.El 65% del voto emitido ha ido a los partidos nacionalistas. Cuarenta y dos esca?os, de sesenta -el 70% del Parlamento- est¨¢ en manos de esos sectores. Llamar a esa realidad estad¨ªstica ?frente abertzale? es otra necedad que a nada conduce. Las elecciones sirven para elegir representantes, pero, sobre todo, para reflejar tendencias. La tendencia est¨¢ ah¨ª, a la vista de todos, con sus matizaciones, sus contradicciones y su diversidad. Tan est¨²pido ser¨ªa llamar ?frente centralista? a los dieciocho diputados restantes, que demuestran la existencia activa de centenares de miles de votos no nacionalistas, pero s¨ª vascos, en el espectro votante de Euskal-herr¨ªa.
Sorpresa para muchos ha sido el alto porcentaje de votos obtenido por las dos formaciones m¨¢s radicales del nacionalismo: Herri Batasuna y Euskadiko Ezkerra. Entre ambas totalizan casi 250.000 votos; HB se revela como la segunda fuerza pol¨ªtica del pa¨ªs; como el primero de los partidos de la izquierda vasca, adem¨¢s de su consabida conexi¨®n con otros poder¨ªos f¨¢cticos irregulares y clandestinos. La repetida cantinela del desmoronamiento y total desarticulaci¨®n de esas fuerzas, que desde hace casi diez a?os se anuncia desde Madrid, sin que ello responda a ning¨²n hecho real, ha terminado en esta espectacular aparici¨®n de las cifras verdaderas que configuran un problema pol¨ªtico de primer orden cuya ra¨ªz hist¨®rica, econ¨®mica y sociol¨®gica hab¨ªa que analizar alg¨²n d¨ªa en profundidad, en vez de despacharlo con f¨®rmulas polic¨ªacas o anuncios de invasiones militares, que tan gratos resultan a nuestros estrategas de cafeter¨ªa.
El socialismo ha perdido en un a?o 60.000 votos. UCD, 90.000. Pienso que parte de los primeros han podido ir a la izquierda abertzale. Y que los votos centristas se habr¨¢n derretido en direcci¨®n del PNV y de Alianza Popular, que ha obtenido 43.000 votos y dos esca?os, en notable resultado y ganancia. Tambi¨¦n el PC logr¨® un esca?o, aunque perdiera, en el conjunto de los tres distritos, algunos votos.
La abstenci¨®n fue alta: un 41% del censo. De ah¨ª han empezado a sacar los profesionales de la confusi¨®n consecuencias favorables a sus tesis de ficci¨®n. ?Los vascos tienen tal terror, que no votan.? ?La abstenci¨®n es el aran partido mayoritario que no quiere autonom¨ªa ni Parlamento vasco.? ?La abstenci¨®n es la que ha triunfado?, hemos le¨ªdo y escuchado con reiteraci¨®n en estos d¨ªas. Dentro de unas jornadas tendr¨¢n lugar las elecciones al Parlamento catal¨¢n. Me atrevo a predecir que la abstenci¨®n catalana ser¨¢, en porcentaje, semejante a la vasca, con lo que el argumento de la coerci¨®n caer¨ªa por su base. Mi punto de vista es que en la abstenci¨®n -que es un fen¨®meno general de los pa¨ªses democr¨¢ticos- incide en lugar preferente el desencanto o si se quiere la falta de capacidad de los grupos pol¨ªticos, para ofrecer opciones que interesen a esa gran parte de la masa votante. Hay alto grado de escepticismo en Espa?a y una cierta orfandad en el liderazgo moral del pa¨ªs. No hay un rumbo claro y los problemas no parecen tener adecuado tratamiento. Todo ello conduce a la indiferencia, al alejamiento, al desinter¨¦s c¨ªvico. Creo que fue Malraux el que llam¨® a la abstenci¨®n electoral ?la silenciosa voz de los defraudados?.
El PNV, triunfador indiscutible con sus 350.000 votos y el 37,5% de los votantes, asume ahora la hist¨®rica responsabilidad de poner en marcha el Estatuto en forma eficaz y moderna. El pr¨®ximo presidente del Gobierno vasco ha definido con sobriedad las tareas; primordiales que incumben a ¨¦ste, resumi¨¦ndolas en tres puntos: Dar contenido aut¨¦ntico a la autonom¨ªa. Desarrollar un ambicioso programa que se enfrente con los graves problemas que hoy atenazan a la vida econ¨®mico-social de Vasconia y que van desde el paro y la inflaci¨®n hasta el des¨¢nimo generalizado y la necesidad de planificar una reconversi¨®n. Y, por supuesto, la pacificaci¨®n.
Sin la reconciliaci¨®n, sin el final definitivo de la violencia, sin el cese de la lucha armada, sin acordar el alto el fuego, no existir¨¢n las condiciones m¨ªnimas necesarias para que el Gobierno vasco cumpla su trascendente misi¨®n, y los mejores planes acabar¨¢n en papel mojado, arrastrados por el irracional torbellino que hasta ahora ha sido all¨ª preponderante. Carlos Garaicoechea ha dejado bastante claro que es preciso escuchar a todos los grupos pol¨ªticos, sin excepci¨®n, para resolver los problemas planteados. Y de ah¨ª a la negociaci¨®n no hay sino un paso. Durante mucho tiempo ha sido la doctrina oficial que ello no era posible por falta de interlocutor v¨¢lido y por ausencia de voluntad dialogante. Las fuerzas pol¨ªticas vascas saben que esa afirmaci¨®n no estaba basada en la realidad.
El Pa¨ªs Vasco espera. Ha durado demasiado tiempo el t¨²nel de los malentendidos y el di¨¢logo de sordos, cuando no las actitudes de frontal, mutuo y violento rechazo. Mucho se ha perdido en ese camino de la insolidaridad creciente y del recelo y de la sospecha y aun del odio rec¨ªprocos. Hoy nos encontramos all¨ª con una fuerte y encrespada corriente popular que lleva al radicalismo extremo sus aspiraciones. El Estatuto aprobado puede ser, si se le dota de los poderes y facultades que contienen sus normas, una opci¨®n suficientemente atractiva, que sea capaz de satisfacer lo que la gran mayor¨ªa de los vascos desea: autogobierno, trabajo y paz. Sin Vasconia, Espa?a se ver¨ªa amputada de su progreso industrial, de su tecnolog¨ªa de punta, de sus empresarios ejemplares, de su soberbio ej¨¦rcito laboral, de una comunidad fuertemente asentada sobre su cultura vital y popular.
Todav¨ªa es tiempo. Todav¨ªa se puede superar el hondo desgarr¨®n y hablar con ruda franqueza de lo que nos ata?e a todos. Todav¨ªa se debe afrontar este problema sin habilidades ni juegos de palabras. Lo que viene ahora s¨®lo puede ser obra de colaboraci¨®n plenaria, aunque, l¨®gicamente, la responsabilidad dirigente recaiga sobre el partido vencedor. Nadie debe quedar ausente en el largo empe?o de levantar el edificio de la autonom¨ªa vasca, que es tambi¨¦n parte importante y decisiva del edificio del nuevo Estado democr¨¢tico espa?ol, cuya configuraci¨®n se va definiendo gradualmente a lo largo de estos a?os. El ejemplo de lo que se haga y se logre en el Pa¨ªs Vasco y en Catalu?a repercutir¨¢ en la entera formulaci¨®n auton¨®mica de la Monarqu¨ªa constitucional. Tal es la honda trascendencia de la cuesti¨®n.
Jos¨¦ Mar¨ªa de Areilza es diputado de Coalici¨®n Democr¨¢tica por Madrid.
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