Jud¨ªos y sv¨¢sticos
Paso unos d¨ªas en B¨¦lgica dando unas conferencias universitarias sobre m¨ª mismo, puesto que soy el ¨²nico individuo de quien no lo ignoro absolutamente todo. Baudelaire ve¨ªa el final del escritor con las u?as rotas, dando conferencias en B¨¦lgica. Creo que la hermosa y ordenada B¨¦lgica de hoy no le habr¨ªa quebrado tanto las u?as del vivir. Me hospedo en el barrio jud¨ªo de Amberes. Hay dos sinagogas en la ciudad y una pululaci¨®n constante de jud¨ªos vestidos de tales, como violinistas sobre el tejado, con el peculiar hongo o el gran gorro plano y circular, de piel, la barba usuraria, el abrigo negro, los pantalones negros, anchos, feos, y los negros zapatones. Tambi¨¦n hay ni?os disfrazados.En seguida relaciono esta imagen, entre la niebla rococ¨® de Amberes, con la imagen madrile?a de las sv¨¢sticas y las pintadas nazis e incluso antijud¨ªas que tat¨²an nuestras tapias. Y hago esta relaci¨®n de im¨¢genes porque uno lo remite todo a Madrid, como cierto personaje de Fern¨¢ndez-Fl¨®rez lo remit¨ªa todo, comparativamente, a su pueblo, ya fuese Manhattan lo comparado, y, principalmente, claro, porque uno tiene cierta facilidad para la relaci¨®n o contraposici¨®n de im¨¢genes, que de eso vive uno. Jud¨ªos en Amberes y sv¨¢sticas en Madrid. Jud¨ªos vestidos de jud¨ªos, quiero decir, y neonazis espa?oles vestidos de neonazis. Disfrazados, unos y otros. Dec¨ªa Ortega que cuando una comunidad (generalmente agraria) se pone sus trajes regionales, seculares, aut¨®ctonos, en fiestas, por ejemplo, no es m¨¢s ella, sino menos. Con su traje m¨¢s peculiar est¨¢ ya disfrazada, anacr¨®nica. Los jud¨ªos de Amberes (no hab¨ªa visto cosa igual, y tengo muy recorrida la Europa) y las sv¨¢sticas de Madrid son dos fen¨®menos superados por la Historia desde 1945. Son anacronismo, folklore, representaci¨®n. Los dos extremos de un mismo trauma hist¨®rico. Los jud¨ªos de Amberes, que sufrieron tanta persecuci¨®n en esta ciudad (gloria a Le¨®n Degrelle y sus Almas ardiendo en la Espa?a franquista), hacen hoy la ostentaci¨®n ritual, indumentaria y folkl¨®rica que consagra su libertad ciudadana. El nazismo espa?ol, frustrado por el propio Franco, hostigado/ arrinconado hoy por la democracia, monta en Madrid el ruido visual de sus pintadas, corrigiendo su inactualidad con su asiduidad. Me paseo entre los jud¨ªos de Amberes, entre las sv¨¢sticas de Madrid, y me digo que ambos alardes, contrapuestos e id¨¦nticos, son representaci¨®n y folklore, no s¨®lo por anacr¨®nicos, pero por exteriores e ingenuos.
Los jud¨ªos que hoy puedan negociar Wall Street, el d¨®lar o el marco fuerte, la abstracci¨®n sonriente del oro, ¨¦sos no se visten de jud¨ªo, no van por la vida de comparsas de El violinista en el tejado. Los fascistas, los nazis, los nacional/ nacionalistas espa?oles que negocian una Espa?a para ellos solos, con coto privado de caza y pesca para sus hijos, ¨¦sos no hacen pintadas, no se pasan la noche con un spray en la mano y en lo alto los luceros.
Dec¨ªa tambi¨¦n Ortega (y perd¨®n por tanta cita orteguiana, pero en el extranjero se acuerda uno m¨¢s de los escritores espa?oles) que el pasado jam¨¢s vuelve, salvo de forma ir¨®nica. Los jud¨ªos de Amberes (parecen buenas y pobres gentes) y las sv¨¢sticas de Madrid ni siquiera son ir¨®nicos. Lo son para nosotros, que asistimos a su reflorecimiento como a un revival retrocamp (que puede tornarse tr¨¢gico, eso es otra cuesti¨®n). Yo no creo que el dinero del mundo sea exclusivamente jud¨ªo. El dinero es el dinero. Escribe Ezra Pound que ?Tiberio pasa y su moneda perdura?. La usura est¨¢ ya en culturas muy remotas de la hebrea. Tampoco creo que la violencia humana sea exclusivamente nazi. En el avi¨®n de vuelta, una azafata de Iberia, Virginia, me homenajea con un ponche y me da conversaci¨®n sobre el tema, con citas de Freud y Cooper. M¨¢s all¨¢ de jud¨ªos, anacronismos y sv¨¢sticas, he aqu¨ª un signo vivo del presente: ha mejorado mucho el nivel cultural de las azafatas.
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