La huelga del acero cost¨® a Gran Breta?a m¨¢s de 9.000 millones de pesetas
Tras catorce semanas de paro, los dirigentes sindicales del sector sider¨²rgico brit¨¢nico decidieron anoche poner fin a la huelga que paraliz¨® totalmente la producci¨®n de acero en la industria nacionalizada y ordenaron la inmediata vuelta al trabajo, a pesar de las violentas protestas de los piquetes obreros.
Los comit¨¦s negociadores de los trece sindicatos envueltos en la disputa, que se tradujo en el primer paro de la industria del acero brit¨¢nica desde la huelga general de 1926, acordaron aceptar los aumentos propuestos por una comisi¨®n independiente de encuesta establecida despu¨¦s de que las negociaciones con la patronal llegaron a un punto muerto.La comisi¨®n, presidida por el ex ministro laborista y asesor econ¨®mico del Gobierno Wilson, Lord Lever, e integrada por un representante de la confederaci¨®n de industrias brit¨¢nicas y otro del congreso sindical, recomend¨® un aumento del 11% del sueldo base, m¨¢s un 4,5% de plus, de productividad negociado a nivel local, a lo que hay que a?adir otro 1% en pluses de vacaciones y pensiones.
Las recomendaciones suponen poco m¨¢s del 1% de lo ofrecido por la industria nacionalizada, British Steel Corporation, y se traducir¨¢n en t¨¦rminos reales en un sueldo m¨ªnimo de unas 120 libras semanales (unas 18.000 pesetas).
La huelga ha supuesto un duro golpe para las esperanzas de recuperaci¨®n de la nacionalizada corporaci¨®n brit¨¢nica del acero, cuyas p¨¦rdidas se estiman en un mill¨®n de libras diarias (unos 150 millones de pesetas). La huelga le ha supuesto a la corporaci¨®n unas p¨¦rdidas de doscientos millones de libras y a sus trabajadores, una media de 1.300 (unas 195.000 pesetas), y, lo que es m¨¢s importante, la British Steel Corporation ha perdido un 10% del mercado en favor de los fabricantes privados de acero y de los extranjeros, que le ser¨¢ muy dif¨ªcil recuperar. Al mismo tiempo, ha confirmado la pol¨ªtica del Gobierno de no intervenir en las acciones industriales por muy serias que ¨¦stas sean, a costa de inyectar dinero del contribuyente en las industrias nacionalizadas para pagar aumentos de salarios no compensados por incrementos de productividad.
La irritaci¨®n y el descontento de los trabajadores de la industria qued¨® ayer expl¨ªcito en la violenta recepci¨®n dispensada a los negociadores sindicales a su salida de la sede de la British Steel Corporation, por los piquetes de obreros venidos de todas las partes del pa¨ªs para defender sus pretensiones de conseguir un aumento total del 20%.
Cuando los piquetes se enteraron del acuerdo empezaron a gritar ?iVendidos, vendidos! ?, e intentaron agredir a golpes a los negociadores sindicales, cuando aparecieron en la puerta. Algunos de ¨¦stos tuvieron que aguantar pu?etazos y patadas de sus enfurecidos compa?eros hasta que fueron rescatados por los refuerzos policiales enviados apresuradamente. Para los piquetes este acuerdo supone una ?entrega? y ?una traici¨®n?. ?Hemos aguantado catorce semanas y ahora nos han vendido por un pu?ado de cacahuetes?, declar¨® uno de ellos.
En realidad, la huelga ha constituido un verdadero fracaso para el principal sindicato sider¨²rgico, la Confederaci¨®n de Trabajadores del Hierro y el Acero, cuyo secretario general, Bill Sirs, parad¨®jicamente, es uno de los dirigentes m¨¢s moderados del movimiento sindical brit¨¢nico. Aparentemente, Sirs cometi¨® un error de c¨¢lculo may¨²sculo al pensar que la huelga del acero iba a contar con el apoyo total de los sindicatos brit¨¢nicos.
A pesar de las manifestaciones en favor de la huelga por parte de la Confederaci¨®n Internacional Sider¨²rgica, la verdad es que el acero extranjero ha continuado afluyendo al mercado brit¨¢nico. Si a esto se a?ade que la huelga convocada en el sector sider¨²rgico privado constituy¨® un fracaso, el resultado ha sido que el mercado no ha quedado desabastecido.
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