Aspectos sociol¨®gicos del divorcio
La frecuencia del divorcio en la sociedad moderna no puede verse como reflejo deja crisis del matrimonio, sino, por el contrario, como un signo de la gran importancia que el matrimonio ha adquirido. El divorcio aumenta porque la mayor¨ªa de los individuos son m¨¢s exigentes en sus demandas de satisfacci¨®n matrimonial que lo son en sociedades m¨¢s tradicionales. En la actualidad las parejas se divorcian porque, al dar una importancia enorme al matrimonio en su vida, no pueden soportar una relaci¨®n fracasada. Del matrimonio se exige que sea una fuente de satisfacci¨®n y de entendimiento mutuo, y si no lo es, se rompe. Es evidente que a una pareja que quiera compartir, no s¨®lo la convivencia, sino tambi¨¦n las aficiones, las ideas pol¨ªticas, las creencias, el amor, etc¨¦tera, le ser¨¢ mucho m¨¢s dif¨ªcil lograr la armon¨ªa a lo largo de toda la vida.Adem¨¢s, al ser libremente asumido, este matrimonio es mucho m¨¢s inestable. El matrimonio acordado por los padres de la pareja lleva a una familia mucho m¨¢s estable que aquel decidido libremente por el novio y la novia. Es natural que as¨ª sea. La mujer (o el hombre) que se casa con la persona que le busca su padre, muchas veces sin conocerla de antemano, va tan dispuesta a aceptar el destino, tan resignada a respetar la tradici¨®n, que se conformar¨¢ a lo largo de su vida con lo que se le presente. No entrar¨¢ en sus c¨¢lculos la libertad individual y no recurrir¨¢ a ella cuando se le planteen conflictos dom¨¦sticos o extramatrimoniales. Seguir¨¢, como lo hizo a la hora de casarse, sujeta a la tradici¨®n y a las normas sociales. Este matrimonio que nos parece tan disparatado desde nuestra ¨®ptica occidental, es una realidad en numerosas sociedades actuales.
Desde este matrimonio forzado y tradicional podemos ir viendo la variaci¨®n, poco a poco, hasta sociedades donde la libertad individual del contrato civil es total: el matrimonio es un acuerdo voluntario entre dos individuos que definen sus cl¨¢usulas y que igualmente. pueden acordar disolverlo, siempre dentro de los l¨ªmites de la ley. La contradicci¨®n en la que ha vivido la sociedad espa?ola en los ¨²ltimos a?os es que con un tipo de selecci¨®n individual Ubre. se iba a un matrimomo de estructura r¨ªgidamente definida y sin ninguna soluci¨®n alternativa al fracaso. En Espa?a, al matrimonio se iba, como a la guerra, donde incluso los voluntarios, una vez enrolados, no pueden retirarse.
El divorcio civilizado
La situaci¨®n ideal de ruptura matrimonial ser¨ªa aquella en la que ambos c¨®nyuges desean divorciarse, llegan a un acuerdo personal sobre los hijos y sobre los bienes y no necesitan ir a pelearse delante de un juez, ni tan siquiera airear p¨²blicamente las razones que les han llevado a una decisi¨®n tan grave. Pero no siempre ocurre as¨ª; desgraciadamente, la ruptura va unida muchas veces a tensiones. y desacuerdos sobres los hijos, sobre ellmodo de repa¨ªtir la renta, los bienes e incluso los muebles. Por ello se necesita una ley que, aunque contemple el divorcio por mutuo acuerdo, ampare los derechos de ambos c¨®nyuges y unos tribuna
Una ley ha de servir para solucionar el conflicto, ho para crearlo, y si no hay culpabilidad no hay que buscarla. Las f¨®rmulas de divorcio que determine una futura ley van a ser muy importantes para las parejas que la usen. Si la ley exige un culpable y unas pruebas de ello, vamos a ver repetirse ante los tribunales civiles la misma infame representaci¨®n de acusaciones que se han dado ante los tribunales eclesi¨¢sticos. Las leyes que recompensan la hostilidad acaban provoc¨¢ndola. Eljuez puede reconocer la culpabilidad cuando aparece en un pleito de divorcio, pero no tiene por qu¨¦ la para concederlo. Se necesita una ley que anime a las parejas a negociar, no a pelearse. Los pleitos de divorcio deterioran las relaciones de la pareja que se separa y esto no s¨®lo lo sufren ellos, sino tambi¨¦n los hijos que esta pareja puede tener en com¨²n. Cuando,hay hijos, ¨¦stos suelen ser los m¨¢s afectados por la lucha entre los padres. Una ley de divorcio ha de servir a la negociaci¨®n de un matrimonio que se rompe, no para aumentar las hostilidades.
El divorcio en Espa?a, aunque es una cuesti¨®n que interesa a hombres y mujeres, es un tema fundamentalmente femenino. Porque las leyes han beneficiado tradicionalmente el papel domi¨ªnante del hombre en la familia y, a la hora del conflicto y de la ruptura, el marido usa de todas las prerrogativas que la ley le concede. Un marido espa?ol puede vivir al margen de su familia sin acudir al divorcio, y la esposa, no. Por esto muchas mujeres separadas est¨¢n interesadas en contar r¨¢pidamente con una ley de divorcio sensata. Los derechos de las mujeres y su situaci¨®n econ¨®mica son mucho m¨¢s vulnerables que los de los hombres y esto tiene que tenerlo en cuenta una ley de divorcio. Al contemplar estos aspectos es cuando una ley de divorcio ser¨¢ feminista. La situaci¨®n legal y consuetudinaria de la familia espa?ola fa vorece la prepotencia masculina; por eso muchos hombres no se apuran por las reformas, no les va tan mal con las leyes actuales. Las Cortes, tan aplastantemente masculinas, no sienten urgencia por las reformas que van, a cambiar el papel social de la mujer y su situaci¨®n dentro de la familia. ?Habr¨¢ que ser mujer para ser progresista en estos temas? En principio, no; pero, en concreto, en, una sociedad machista, s¨ª. Si las,C¨®rtes tuvieran una composici¨®n por sexo algo m¨¢s equilibra d¨¢ no habr¨ªa que hablar tanto de ello la legislaci¨®n ir¨ªa cambiando a un ritmo m¨¢s r¨¢pido.
Con la ruptura del matrimo dio te plantean tres problemas fundamentales: la situaci¨®n afectiva de la pareja, la custodia de los hijos y la divisi¨®n de los bienes y de la renta. Una ley de divorcio no puede evitar estos problemas, pero s¨ª puede ayudar a resolverlos. El sufrimiento personal que produce la ruptura matrimonial no hay quien lo evite, pero si se reconoce legal y socialmente. la situaci¨®n de los divorciados se pueden suavizar las tensiones familiares y las situaciones de soledad de los c¨®nyuges y de sus hijos. Adem¨¢s, aumentan las posibilidades de establecer nuevas relaciones afectivas estables que pueden ser origen de otras familias. Al fin y al cabo, hasta ahora, la soluci¨®n m¨¢s popular al divorcio ha sido un nuevo matrimonio.
Una ley de divorcio tiene mucha importancia en cuanto a los hijos y al reparto de los bienes. La ley ha de plantearse con realismo las responsabilidades de ambos c¨®nyuges, entre ellos y con respecto a los hijos. Hay que tener en cuenta la situaci¨®n real de muchas mujeres que han abandonado el mundo laboral al casarse o al tener hijos. Las situaciones de ruptura vienen a incidir dram¨¢ticamente en las precarias condiciones econ¨®micas de muchas mujeres casadas. Tan solo el 20% de las mujeres casadas trabaja remuneradamente; el resto depende de los ingresos del marido. Esto va a condicionar su postura ante el divorcio. Una mujer sin recursos propios acudir¨¢ al divorcio en situaciones extremas, y aun en ese caso tiene poca capacidad de maniobra, a no ser que las leyes y los tribunales amparen sus derechos econ¨®micos despu¨¦s del divorcio. No vamos a defender las pensiones de divorcio a priori; es mejor defender el derecho de las mujeres a una educaci¨®n integral, a un puesto de trabajo y a una remuneraci¨®n equivalente a la de sus colegas masculinos. Pero esto no esrealidad todav¨ªa y por ello, actualmente, las pensiones o alimentos son necesarios dada la situaci¨®n de hecho de la mayor¨ªa de las mujeres casadas que han dedicado su vida a cuidar su casa, cr¨ªar a sus hijos y ayudar a su marido. Las pensiones de divorcio han de tener en cuenta la edad de las mujeres al ocurrir el divorcio y el n¨²mero de a?os que haya durado el matrimonio, pues la capacidad laboral de una mujer est¨¢ muy condicionada por estos dos factores. En funci¨®n de ellos se pueden contemplar pensiones temporales durante los a?os que la mujer se prepara para incorporarse de nuevo al trabajo. Adem¨¢s los tribunales han. de tener fuerza para hacer efectivas estas pensiones, pues es una realidad que muchas veces no se cobran.
La propuesta de la Coordinadora de: Organizaciones Feministas de que el Estado pase una pensi¨®n a las divorciadas sin recursos econ¨®micos propios es tan disparatada que podr¨ªa resultar contraproducente su popularizaci¨®n como bandera feminista. Una pensi¨®n de tal tipo, aunque aliviar¨¢ la suerte de algunas mujeres, vendria a reforzar la inferioridad social de la mujer. Exigir un subsidio legal para las divorciadas equivale a reconocer como aceptable que las mujeres no pueden valerse por s¨ª mismas, que necesitan un hombre que las ampare y que cuando ¨¦ste se va acuden al Estado para buscar la protecci¨®n. La ley de divorcio ha de tener en cuenta la situaci¨®n econ¨®mica de la pareja y las posibilidades laborales de ambos, pero dejar a los maridos abandonar el matrimonio con la alegr¨ªa de que el Estado proveer¨¢ es una soluci¨®n moralmente inaceptable y econ¨®micamente inviable. La mujer y el marido son responsables mutuamente de la familia y esta responsabilidad no puede acabarse en forma de ruptura; el acuerdo econ¨®mico es fundamental a¨²n en familias con recursos muy escasos. Respecto a sus propuestas laborales igual, hay que conseguir la formaci¨®n profesional de la mujer, pero no s¨®lo de la divorciada; todas las mujeres tienen derecho a un puesto de trabajo y no hay que esperar a divorciarse para conseguirlo. En cuanto a los hijos, preferir siempre la custodia materna es injusto y tiene dos aspectos contradictorios. Por una parte, beneficia a las mujeres, pues, en la mayor¨ªa de las separaciones, tanto el padre como la madre desean quedarse con los hijos. Pero, por otra parte, tener a los hijos puede ser una carga que impida que la mujer divorciada encuentre nuevas oportunidades de trabajo, de relaciones sociales, de participaci¨®n pol¨ªtica, etc¨¦tera. Entregar siempre los hijos a la mujer viene a reforzar el estereotipo femenino que asigna a las mujeres la maternidad como ¨²nico fin de su vida y en funci¨®n de este rol les niega la participaci¨®n igualitaria en la vida social. En esto, discriminar siempre en favor de las mujeres puede volverse en contra de ellas.
La futura ley del divorcio
El n¨²mero de matrimonios separados en Espa?a es muy reducido, si lo comparamos con otros pa¨ªses europeos, pero el aumento de separaciones es enorme apartir de 1965. Representando gr¨¢ficamente tan s¨®lo las causas de separaci¨®n y nulidad introducidas ante los tribunales eclesi¨¢sticos, la curva se hace exponencial a partir de 1970. Por ello es importante que se acelere la ley del divorcio, porque el problema existe.
Desde un punto de vista social, el aspecto m¨¢s importante de la futura ley es la repercusi¨®n que el divorcio pueda tener en la instituci¨®n familiar, su utilidad e?n t¨¦rminos de bienestar familiar. La no existencia del divorcio es destructiva para la familia, Pues, al no existir ninguna salida posible al conflicto y al fracaso, los individuos enfocan el matrimonio con fatalismo, desconfiando de sus propios recursos para cambiar y mejorar sus relaciones familiares.
La mejor ley de divorcio ser¨¢ la que ayude a suavizar la ruptura, es decir, la que favorezca la negociaci¨®n y la reconstituci¨®n de la familia. Para ello,el mejor camin¨® es no dejarse guiar tan s¨®lo por criterios legales y analizar tambi¨¦n las consecuencias familiares de las modalidades del divorcio. Los tribunales han de ser el ¨²ltimo recurso, necesario cuando no haya acuerdo entre las partes. Se podr¨ªa pensar tambi¨¦n en soluciones intermedias entre el acuerdo mutuo de la pareja y el litigio ante los tribunales. Unos tribunales civiles que entiendan de los asuntos familiares sin dejarse guiar ¨²nicamente por el concepto del c¨®nyuge culpable y que planteen un procedimiento sencillo de tal forma que no discriminen a aquellos que tienen menos recursos econ¨®micos, pueden ser los m¨¢s acu¨¢nimes en sus decisiones y favorecer mejor el bienestar de los hijos y de la pareja disuelta.
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