Cristo sin Cristo
Ahora que Moby Dick ha vuelto a surcar el mar de las pantallas espa?olas para solaz de chicos y admiraci¨®n de grandes, vuelve tambi¨¦n su viejo patr¨®n John Huston para mostrarnos, en su ¨²ltima pel¨ªcula, un mundo alucinado que entronca con antiguos mitos de la literatura americana. Desde Faulkner a Caldwell, desde Mientras agonizo a El predicador viajero, los profetas falsos o aut¨¦nticos, ascetas rigurosos o vividores sabios, han cruzado los caminos del Se?or en Am¨¦rica empujados por una especie de destino o frenes¨ª capaz de consumir a los elegidos con carisma de santos.Tal aparece el protagonista de esta historia, dispuesto a seguir las huellas de su abuelo, predicador tambi¨¦n, cuyo recuerdo acabar¨¢ por marcarle para siempre. Tras fundar una iglesia particular, totalmente distinta a las dem¨¢s, la de Cristo sin Cristo, una comunidad que no perdona los pecados, por la sencilla raz¨®n de que no los reconoce como tales, acabar¨¢ perpetrando su propia -destrucci¨®n. Su paso apresurado, siempre impaciente por los senderos de la fe, su vetusto autom¨®vil que debe funcionar por esa misma fe, m¨¢s all¨¢ de la edad o la mec¨¢nica, su rechazo de todo cuanto pueda apartarlo de la misi¨®n para la que se siente llamado de improviso, tras los azares de la guerra, hacen de su protagonista un personaje original e inolvidable. Los dem¨¢s valen en la medida en que le sirven: las tres mujeres que intentan adoptarle, el abuelo interpretado por el mismo Huston, la rivalidad puramente comercial entre colegas, el amigo particular y solitario tambi¨¦n, componen el coro de esta aventura que, seg¨²n la acci¨®n avanza, toma vuelos de aut¨¦ntica tragedia.
Sangre sabia
Gui¨®n de Benedict Fitzgerald, basado en la novela de Flannery O'Connor. Fotograf¨ªa: Gerald Fisher. M¨²sica: Alex North. Int¨¦rpretes: Brad Dourif, Ned Beatty, Harry Dean Stanton, Daniel Shor, Amy Wright, Mary Nell Santacroce, John Huston. Direcci¨®n: John Huston. Dram¨¢tico. EEUU. Local de estreno: Cine Luna 1
Para narrarnos esta vida, este retrato de un pa¨ªs ya viejo de tan joven, Huston no ha necesitado ni una t¨¦cnica complicada ni de efectos dram¨¢ticos. A sus setenta y pico a?os re¨²ne la agresividad de los j¨®venes y la sabidur¨ªa rigurosa de los cl¨¢sicos. Los actores, en sus manos, se transforman; Am¨¦rica se nos ofrece como la nueva cara de una luna oculta hasta hoy, lejos de las habituales im¨¢genes a que sus realizadores nos tienen acostumbrados. Su indagaci¨®n del hombre va m¨¢s all¨¢ de lo puramente individual a anecd¨®tico. Por ello es capaz de llamar a todas las puertas, o, lo que es lo mismo: interesar a todos los p¨²blicos, sobre todo cuando, como en este caso, tiene tras s¨ª un libro a la vez violento y sarc¨¢stico.
Concebido por Flannery O'Connor, rigurosa cat¨®lica, como ataque frontal a lo que consideraba indecente heterodoxia de falsos ciegos y muchachas perversas, su asceta capaz de someterse a cilicios y humillaciones, acaba convirti¨¦ndose a la postre en portador de fe y esperanza, elevado a la categor¨ªa de moderno m¨¢rtir.
Lejos de la ret¨®rica y lo pr¨¢ctico, Huston supone, aqu¨ª y ahora, en el cine universal uno de los pocos ejemplos vivos de lo que pudo ser un arte en los a?os gloriosos de pioneros como Griffith o Chaplin.
Babelia
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