Nacionalidades: los ber¨¦beres
Los graves incidentes que se han producido en la Universidad de Argel vienen a recordamos a los europeos que el problema actual de los pueblos que con su lengua y cultura propias reclaman entidad pol¨ªtica no es espec¨ªficamente europeo.En el Africa del Norte, por lo mismo que m¨¢s adelantada, en general, que el resto del continente, tenemos un claro ejemplo en las reclamaciones de los estudiantes de Argel frente al Gobierno argelino, como representantes de la Kabylia, en nombre de derechos que bien se pueden llamar nacionales.
La opini¨®n mundial de nuestro tiempo est¨¢ montada sobre el principio de que los pa¨ªses se dividen en buenos y malos. Seg¨²n se piense, o se est¨¦ situado e influido, en un lado o en otro, todo lo que milita del lado negro es malo, y lo del blanco es bueno. Pero, al contrario, si uno piensa o est¨¢ en el lado negro, los malos son los otros.
Conocida es la afici¨®n de los pa¨ªses m¨¢s intransigentes de Africa del Norte a proteger y ayudar a los grupos nacionales que reclaman en los pa¨ªses europeos, y es cosa p¨²blica que argelinos y libios dedican parte del dinero de su petr¨®leo a los terroristas que ensangrientan diferentes pa¨ªses europeos.
La famosa distensi¨®n con que los pol¨ªticos juegan en medio de crecientes peligros de guerra mundial debiera comenzar por desactivar informaciones falsas e ideas en blanco y negro, que acumulan los problemas para unos, mientras que los encubren y disimulan para otros.
Estamos de acuerdo en que los grandes pa¨ªses europeos han sido imperialistas, y en ¨¦pocas sucesivas y con diferentes modos, se fueron repartiendo los otros continentes. Pero si recordamos las r¨¢pidas conquistas de los ¨¢rabes en los primeros siglos despu¨¦s de Mahoma, nos encontramos con un gran imperio que se extend¨ªa desde los confines de la India hasta las monta?as de Asturias, con imposici¨®n violenta de religi¨®n, cultura y lengua. El ¨¢rabe, que se hablaba ¨²nicamente en la remota pen¨ªnsula de Arabia, se convirti¨® en lengua de medio mundo de entonces. Hispanos (los ¨²nicos que se libraron, en largu¨ªsima lucha, de perder su cultura y su religi¨®n), persas, sirios, egipcios, gentes de la viej¨ªsima Mesopotamia, fueron arabizados. Ulteriores conquistas llevar¨ªan el Islam a la India y m¨¢s all¨¢, dominar¨ªan en los Balcanes y en Grecia... Y tambi¨¦n los africanos del Norte fueron incorporados en el imperialismo ¨¢rabe.
La cosa, naturalmente, no es tan sencilla como necesitar¨ªan los simplificadores actuales. El Africa del Norte que conquistaron los ¨¢rabes en el siglo VII era algo muy complejo. Cartago, destruida en1a conquista, y sustituida por T¨²nez, era todav¨ªa una de las ciudades m¨¢s grandes del mundo de entonces, en la que la gente hablaba en lat¨ªn, desaparecido ya el p¨²nico o cartagin¨¦s, que hab¨ªa sido la lengua tra¨ªda por el imperio anterior.
Pero en las monta?as y en los desiertos, no reducidos por la civilizaci¨®n romana, rebeldes en cuanto pod¨ªan, estaban los africanos del pa¨ªs, los ber¨¦beres y los tuaregs. Hablaban en el Atlas y en el Sahara sus diferentes dialectos; antes de ser sometidos por los romanos se hab¨ªan organizado en reinos, como el de Numidia, al Este, o el de Mauritania, al Oeste, que hab¨ªan alcanzado, bajo una capa civilizada cartaginesa, una personalidad cultural que se reflej¨® en alfabeto propio, la escritura l¨ªbica, conservada hasta ayer para usos casi m¨¢gicos en la tifinag de los tuaregs.
Esos dialectos de Marruecos, de Argelia, de T¨²nez, del sur de Libia y de las monta?as y mesetas del Sahara forman una lengua o familia de lenguas que se considera la rama occidental del camitico, la oriental del cual llega hasta Somalia. Chelja, tamazigt, susi, rife?o, senhayi, tamahak, chauia, zenata, baamarani y muchas m¨¢s son las variantes del cam¨ªtico occidental, que han resistido durante trece siglos a la imposici¨®n del ¨¢rabe.
Los ber¨¦beres de Marruecos, Argelia y T¨²nez, y tambi¨¦n los habitantes, al Sur, del desierto, son musulmanes, pero mantienen sus costumbres y supersticiones, y, lo mismo que las mujeres, se niegan a cubrirse el rostro con el velo, en ciertas regiones conservaban para la agricultura los meses romanos, que permiten organizar la siembra y la cosecha mejor que el lunar mes isl¨¢mico, bueno para los n¨®madas de Arabia.
Los franceses, en su ¨¦poca de colonizaci¨®n del norte de Africa, estudiaron estos dialectos, y, como un ejemplo admirable, recordamos que la Imprim¨¦rie Nationale de France publicaba todav¨ªa en 1951-1952 el diccionario tuareg-franc¨¦s del P. Charles de Foucauld, que dedic¨® su vida a los ind¨ªgenas del Ahagar, en pleno Sahara. El cuidadoso manuscrito original del misionero, m¨¢s de 2.000 p¨¢ginas, fue simplemente fotocopiado, en lo que la decadente tipograf¨ªa de nuestra ¨¦poca se ahorr¨® correcciones y erratas, y se tiene casi una reliquia del que dej¨® fama de sabio y, a la vez, de santo cristiano. Pero este y otros valiosos estudios, a los que contribuyeron para Marruecos franciscanos espa?oles, como Sarrionand¨ªa e Ib¨¢?ez, que son la clave para entrar en el alma del pueblo ber¨¦ber, no parecen hasta ahora haber hallado respuesta en el reservado car¨¢cter de estas gentes. A trav¨¦s de los cantos ¨¦picos y amorosos de la Kabylia argelina registrados en unos discos hechos en Par¨ªs he podido acercarme un poco. All¨ª habla un alma fugitiva, remota, inadaptable, surgida como de un continente perdido. Esa quiz¨¢ empieza a hablar en los estudiantes de Argel venidos de la Kabylia, los primeros que en el mundo actual, de un modo comprensible al fin, hablan para expresar esa grande y dividida nacionalidad, que desde los tiempos de Massinissa y Yugurta, los reyes de Numidia, de la Kahena, la guerrera mujer que se sosten¨ªa contra los ¨¢rabes en el borde del desierto, no se hab¨ªa expresado nunca, excepto acaso con Abd-el-Krim, en el Rif.
Vascos, bretones, irlandeses del Ulster, cuando se vuelven terroristas para apoyar las lenguas peculiares o las antiguas tradiciones, encuentran apoyo en el fan¨¢tico Gadafi de Libia o en los izquierdistas jefes de Argelia, los cuales no hab¨ªan tenido hasta ahora noticia de esa naci¨®n encubierta y negada que son los ber¨¦beres.
Cuando los estudiantes de la Kabylia han llamado la atenci¨®n de la opini¨®n mundial contra la imposici¨®n dominante en su pa¨ªs, son la vanguardia de un mundo que tiene ra¨ªces profundas en todo el norte de Africa. Lo que sus dominadores, esos que se disputan en sangrienta lucha la tierra y las minas del Sahara occidental, llaman colonialismo no parece vaya a terminar tan pronto en las monta?as y desiertos donde subsisten los ber¨¦beres.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.