Juan Pablo II incia ma?ana su gira por seis pa¨ªses africanos
En el Vaticano se ha tenido que trabajar a ritmo acelerado para traducir del polaco a las principales lenguas los discursos que el Papa pronunciar¨¢ en su viaje a Africa, del 2 al 12 de mayo. Son en total m¨¢s de cincuenta discursos, los m¨¢s importantes de los cuales los ha escrito de su pu?o y letra. Juan Pablo II visitar¨¢ seis pa¨ªses africanos: Zaire, Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, Kenia, Ghana, Alto Volta y Costa de Marfil. El mismo afirm¨®, cuando anunci¨® su viaje, que le hab¨ªa sido imposible aceptar la invitaci¨®n para visitar otros pa¨ªses de Africa. Y aqu¨ª surge la primera pregunta de los observadores que seguir¨¢n al Papa en este viaje: ?Con qu¨¦ criterio ha escogido el Papa estos pa¨ªses, y no otros?
Oficialmente no ha habido respuesta a esta pregunta. En los ambientes de la Santa Sede se afirma, sin embargo, que se han tenido presentes dos motivos: el religioso y el pol¨ªtico. En algunos casos, como, por ejemplo, Zaire, acude para celebrar el primer centenario de su evangelizaci¨®n.En lo que se refiere al aspecto pol¨ªtico del viaje, parece que se ha tratado de escoger los pa¨ªses que crean hoy menos problemas a la Iglesia. De hecho, de los seis pa¨ªses que el Papa visitar¨¢, cinco est¨¢n inmersos en la esfera occidental, y s¨®lo uno, la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, est¨¢ en el ¨¢rea socialista. En este pa¨ªs el Papa s¨®lo estar¨¢ unas horas. El Papa, en el anuncio de este viaje africano, afirm¨® que deseaba espiritualmente encontrarse ?con todo el continente?.
Precisamente reside en esto la importancia de este viaje del Papa a Africa. En los pa¨ªses que visitar¨¢ Wojtyla ning¨²n Papa hab¨ªa puesto antes los pies. Pablo VI s¨®lo visit¨® Uganda en julio de 1969, pero desde entonces han pasado muchos a?os. Ha corrido mucha sangre en aquel continente en lucha por la independencia y por la superviviencia; ha cambiado tambi¨¦n mucho la Iglesia; ha estallado en el catolicismo africano una conciencia de emancipaci¨®n con relaci¨®n al mundo occidental. Hoy se plantean precisamente a la Iglesia de Roma ciertos problemas en Africa que no son muy diferentes de los que tiene que afrontar, por ejemplo, en Holanda. Una sola es la diferencia: en Africa est¨¢n creciendo las vocaciones sacerdotales. El Vaticano ve en Africa una cantera de nuevos cat¨®licos.
Graves problemas humanos
Por lo dem¨¢s, Juan Pablo II deber¨¢ afrontar un continente que en el aspecto social no ha cambiado mucho desde la visita de Pablo VI. Es un continente con diez habitantes por kil¨®metro cuadrado, con 15 millones de kil¨®metros cuadrados de tierras sin habitar, mientras el 80% de la poblaci¨®n se concentra sobre una superficie que apenas llega al 23 %. Una poblaci¨®n que en su 50% no llega a vivir diez a?os, donde el 40% tiene menos de quince a?os y la mitad tiene menos de veinte a?os. Si no fuera por la mortalidad infantil y por las desastrosas condiciones higi¨¦nicas, la poblaci¨®n de Africa se duplicar¨ªa en menos de una generaci¨®n.De los 25 pa¨ªses m¨¢s pobres de la tierra, la gran mayor¨ªa son todos africanos. En veinte a?os ha habido sesenta golpes de Estado. La Iglesia, hasta ahora, a trav¨¦s de las misiones, adem¨¢s de llevar la fe, ha ayudado al desarrollo de la poblaci¨®n, pero s¨®lo a un nivel asistencial. Y al mismo tiempo no ha sabido contribuir a que el cristianismo africano descubriera su originalidad, su carta de identidad, sin tener que convertirse en un subproducto del cristianismo occidental.
Cuando Pablo VI visit¨® Uganda, en las iglesias todos los ¨¢ngeles eran blancos; en los escaparates, los maniqu¨ªes eran blancos; por las calles se ve¨ªan las fotograf¨ªas gigantes del entonces presidente Milton Obote, con una cara m¨¢s blanca que la del papa Montini. Cuando preguntamos a qu¨¦ se deb¨ªa esto, un anciano cat¨®lico respondi¨®: ?No os deb¨¦is sorprender, porque aqu¨ª los misioneros nos dec¨ªan que no nos preocup¨¢semos por el color de la piel, ya que en el cielo ser¨ªamos todos blancos?.
Por otra parte, el socialismo tampoco ha tenido mucho ¨¦xito, ya que no ha sabido todav¨ªa encontrar los caminos para implantar un socialismo aut¨¦nticamente ?africano?, sin que fuera otra cosa que una copia de los socialismos occidentales y, a veces, de lo peor de ¨¦stos. El Papa encontrar¨¢ en Africa un capitalismo de viejo estilo, con todos los defectos del peor colonialismo, o con el neocapitalismo en un Estado, como Costa de Marfil, que importa cada a?o m¨¢s de veinte millones de d¨®lares de objetos de lujo, o con socialismos autoritarios de un partido ¨²nico en el poder, en el caso de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo.
Nueva teolog¨ªa africana
?Cu¨¢l ser¨¢ el mensaje de Juan Pablo II a este gran continente, que est¨¢ despertando de su letargo colonial?Existe gran curiosidad por saber cu¨¢les ser¨¢n las l¨ªneas fundamentales de los mensajes del Papa a Africa, tanto en el campo religioso como en el pol¨ªtico-social. Son dos cosas inseparables y, m¨¢s a¨²n, en aquellas tierras ser¨¢ dif¨ªcil, por ejemplo, apoyar el movimiento teol¨®gico africano, que pide una gran independencia para expresar su fe sin renunciar a las ra¨ªces m¨¢s profundas de las costumbres del continente e impedir, al mismo tiempo, a los cristianos la b¨²squeda en el campo pol¨ªtico y social de caminos nuevos, m¨¢s en consonancia con su idiosincrasia y sin tener que copiar los modelos occidentales, sobre todo aquellos que empiezan ya a estar en crisis entre nosotros. Si le ser¨¢ dif¨ªcil al Papa oponerse al nacimiento de un cierto socialismo en un pa¨ªs explotado durante siglos por el capitalismo m¨¢s aberrante, tampoco le ser¨¢ f¨¢cil poner un freno a la nueva teolog¨ªa africana, que pide a Roma cosas muy concretas. No quiere que en Africa nazca un catolicismo ?romano?, no le basta con que se les permita a?adir el folklore africano a la liturgia occidental. Quieren que se les permita crear una liturgia propia, que pueda, por ejemplo, introducir el ritual de sus antepasados, o algunos elementos de la vieja mitolog¨ªa africana; el culto al dios bant¨² aseguran no pocos te¨®logos no est¨¢ en contradicci¨®n con las creencias cristianas, como no lo est¨¢n ciertas fiestas hoy consideradas paganas, y que podr¨ªan tener un profundo sentido cristiano africano.
Piden que se deje la Iglesia africana en manos del clero ind¨ªgena y que los misioneros blancos acepten un papel secundario de ayuda. Quieren que se reconsidere el problema de la poligamia. Se trata de una instituci¨®n que probablemente ir¨¢ desapareciendo por motivos sobre todo econ¨®micos, pero mientras dure los te¨®logos afirman que el cristianismo deber¨ªa respetarla como algo profundamente africano. Lo mismo ocurre en el problema del celibato sacerdotal. Un obispo ha afirmado hace poco en Roma, privadamente, que es dif¨ªcil hacer comprender a los occidentales que en Africa un hombre sin hijos es un hombre humillado, casi de segunda categor¨ªa, y que, por tanto, es pr¨¢cticamente imposible convencer a los africanos de ciertos valores relacionados con la continencia sexual.
Los africanos, como ha afirmado un te¨®logo de Costa de Marfil, aceptan por obediencia muchas cosas de la moral cat¨®lica, pero sin entenderlas y sin comprender qu¨¦ relaci¨®n puedan tener con la fe de Jesucristo.
La pregunta fundamental a la que deber¨¢ responder el viaje del Papa es si es posible ser cristiano sin renunciar a ser africano, con todas sus consecuencias de orden religioso, moral y pol¨ªtico.
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