Un Gobierno de antes
HACE ESCASAS fechas el presidente Su¨¢rez declaraba a este peri¨®dico que no pensaba dar un giro a la derecha. Acaba de darlo con su nuevo Gobierno. Si este Gabinete se hubiera formado con los tiempos y m¨¦todos normales, la derechizaci¨®n a¨²n habr¨ªa sido m¨¢s evidente. Pero como en el palacio de la Moncloa se ha representado en las tres ¨²ltimas semanas una especie de vodevil con muchos portazos, carreras, espantadas y situaciones tragic¨®micas, se puede aliviar al presidente suponiendo que ha formado el Gobierno que ha podido. No se ha hurtado al pa¨ªs ni siquiera la sorpresa de ¨²ltima hora con la defecci¨®n del general S¨¢enz de Santamar¨ªa, que ha preferido el escalaf¨®n profesional al ministerio, abriendo el camino hacia la cartera del Interior a Juan Jos¨¦ Ros¨®n. Poco ha faltado para que Su¨¢rez tuviera que aplazar su viaje a Siria y Arabia Saud¨ª ante la imposibilidad de formar Gobierno.En cualquier caso, la derechizaci¨®n objetiva del Gobierno est¨¢ ah¨ª, con el refuerzo ministerial de democristianos (Jos¨¦ Luis Alvarez aspira al liderzgo del ala derecha de UCD), de fieles a Mart¨ªn Villa, la defenestraci¨®n de los liberales (Font¨¢n y Garrigues) y de los socialdem¨®cratas (Bustelo y Garcia D¨ªez). La derecha de UCD y hombres del presidente, unidos a la irresistible ascensi¨®n de Abril Martorell, significan este Gobierno destinado, en el mejor de los casos, a ser salvado de las cuerdas por el gong del verano.
Pueden aducirse biograf¨ªas individuales que en otro contexto resultar¨ªan pol¨ªticamente atractivas. El democristiano Ortega y D¨ªaz-Ambrona tiene una buena preparaci¨®n para los asuntos constitucionales, G¨¢mir cuenta con una joven biografia democr¨¢tica, y Ros¨®n ha dado muestras de flexibilidad y capacidad de di¨¢logo en los dificiles a?os que ha regido el Gobierno Civil de Madrid.
Pero, como se han cansado de afirmar los l¨ªderes de la oposici¨®n, y hasta Fernando Abril, los problemas del pa¨ªs no son cuesti¨®n de personas, sino de programas pol¨ªticos. Y si este Gobierno tuviera alg¨²n programa definido no podr¨¢ cumplirlo naciendo de la divisi¨®n y el desencanto. No se le puede exigir mucha fe en su propio papel a un hombre como P¨¦rez-Llorca, que ha rechazado el rango de vicepresidente y que aspira abiertamente a tener las menos responsabilidades posibles, o a un Arias-Salgado, al que los dos ministros adjuntos a Su¨¢rez le van a desguazar la Presidencia en el tiempo que falta para que sea relevado por Calvo Ortega (otro hombre del presidente) en la secretar¨ªa general de UCD. Por otra parte, la tesis de que la comisi¨®n permanente de UCD marcar¨¢ las l¨ªneas pol¨ªticas del Gobierno s¨®lo puede ser cre¨ªda por un hombre de la inmensa buena fe de Fern¨¢ndez Ord¨®?ez. Si el anterior Gobierno se distingui¨® por la calidad y n¨²mero de ministros maniacodepresivos, ¨¦ste puede provocar una epidemia de neurosis obsesivas entre ministros y barones del partido.
Su¨¢rez, Abril Martorell y los fontaneros de la Moncloahan elaborado un Gobierno que va a hacer muy amargo para el presidente el trance del debate parlamentario del
d¨ªa 13 y que aumentar¨¢ la divisi¨®n ucedista en los meses que faltan para el pr¨®ximo congreso del partido. Es el Gobierno del desencanto que puede acompa?ar a Su¨¢rez en el descenso a los inflemos de la impopularidad entre su partido y entre la naci¨®n. Un Gobierno como los de antes lleno de falangistas, tecn¨®cratas y democristianos. O sea, el t¨²nel del tiempo.
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