Cyrus Vance: "Creo que los sovi¨¦ticos acabar¨¢n retir¨¢ndose de Afganist¨¢n"
Pregunta. Se?or Vance: ?cu¨¢les fueron las razones de su dimisi¨®n?Respuesta. Cuando el plan de rescate se dio a conocer, yo expres¨¦ mi punto de vista diciendo que esto no deber¨ªa llevarse a cabo y subray¨¦ mis razones en detalle. Cuando el presidente decidi¨® seguir adelante le dije que no pod¨ªa respaldar su decisi¨®n y que muy a mi pesar hab¨ªa decidido presentar mi dimisi¨®n dadas las circunstancias.
Dije que cre¨ªa que era un error para ¨¦l tener un secretario de Estado que no pod¨ªa defender su decisi¨®n en un asunto de tal importancia, y que cre¨ªa que era desastroso para ambos, para ¨¦l y para m¨ª, como secretario de Estado, seguir asumiendo mi cargo en estas circunstancias.
P. Hemos observado el asesoramiento del presidente de EE UU, por dos fuentes separadas y potencialmente conflictivas en materia de pol¨ªtica extranjera: el secretario de Estado y el Consejo de Seguridad Nacional. ?Es esto, por definici¨®n, negativo? ?C¨®mo deber¨ªa estar organizado el sistema y cu¨¢l deber¨ªa ser el papel del Consejo de Seguridad?
R. El presidente est¨¢ autorizado a tener el mejor asesoramiento por parte del conjunto de funcionarios que trabajan en el ¨¢rea de la seguridad pol¨ªtica, tanto extranjera como nacional. Ser¨ªa un gran problema si lo que ¨¦l recibiera de ¨¦stos fuera el m¨ªnimo com¨²n denominador de las opiniones de todos. Por lo que creo, de verdad, que cada consejero de pol¨ªtica extranjera tendr¨ªa que tomar la palabra en los asuntos de pol¨ªtica exterior, y tener la posibilidad de expresar sus puntos de vista al presidente en asuntos de importancia, para que pueda escuchar las diferentes opiniones y despu¨¦s tomar una decisi¨®n final.
De todas formas, creo que esto tendr¨ªa que hacerse durante las conversaciones privadas entre el presidente y sus consejeros. Creo que es un fallo para este tipo de intercambios el que se hagan durante un debate p¨²blico El presidente tendr¨ªa que tomar la decisi¨®n final, tomo es su obligaci¨®n, seg¨²n la Constituci¨®n, y este programa pol¨ªtico deber¨ªa ser formulado por el presidente o por el secretario de Estado, quien es su principal portavoz pol¨ªtico, y en ning¨²n caso por otros. Creo que esto tendr¨ªa que estar muy claro,
P. ?Cu¨¢l tendr¨ªa que ser el papel del consejero de Seguridad Nacional?
R. Tendr¨ªa que ser la persona que recibe los documentos para el presidente. El que se asegura de que todas estas recomendaciones llegan al presidente, y que act¨²a en este sentido como el coordinador de las distintas opiniones, pero este individuo no tendr¨ªa que ser de los que act¨²an en pol¨ªtica exterior o de los que explican la pol¨ªtica exterior al p¨²blico. Esta es la obligaci¨®n del presidente o del secretario de Estado.
P. ?Se necesita quiz¨¢ una revisi¨®n de los papeles desempe?ados por ambos?El consejero de Seguridad Nacional tiene despachos en la Casa Blanca, y una entrevista diaria con el presidente. El secretario de Estado est¨¢ m¨¢s desvinculado del presidente, por el mero hecho de residir en el Departamento de Estado.
R. En general, ve¨ªa al presidente una o dos veces al d¨ªa, pero, a veces, incluso cinco o seis, adem¨¢s de la entrega diaria de un informe y de varias llamadas telef¨®nicas. No creo que esto fuese el verdadero problema. Creo que la respuesta es la de tener funciones claramente definidas, para que no haya ning¨²n error y que el secretario de Estado sea el consejero principal. La funci¨®n del consejero de Seguridad Nacional ser¨ªa coordinar y ofrecer consejos privados, no defender posiciones en p¨²blico.
P. Hay una crisis de confianza con los aliados de Norteam¨¦rica sobre la direcci¨®n y consistencia de la pol¨ªtica estadounidense. Una confusi¨®n entre las necesidades y las intenciones de EE UU. ?Qu¨¦ se puede hacer para mejorar las consultas?
R. Se han mantenido numerosas consultas durante estos ¨²ltimos tres a?os y medio entre los miembros de la Alianza. Uno de los primeros pasos que dimos fue enviar al vicepresidente Mondale a Europa a conocer a los l¨ªderes y a discutir los m¨¦todos para mejorar los mecanismos de consulta.
De todas formas, siempre es dif¨ªcil consultar todo lo que uno quisiera. En cuanto a la OTAN, nos reun¨ªamos dos veces al a?o para una consulta a nivel ministerial, y mientras tanto hay conversaciones entre los ministros de Asuntos Exteriores. Hay tambi¨¦n conversaciones bilaterales. Entonces creo que, a pesar de que nuestro mecanismo es imperfecto, nos olvidamos, y a veces ignoramos, la gran cantidad de consultas que mantenemos ininterrumpidamente. Creo que esta forma de actuar ha sido reforzada durante los pasados tres a?os y medio. Aunque he de subrayar que en ¨¦pocas de crisis hay que intensificar las conversaciones, y nosotros hemos hecho esto durante la crisis iran¨ª.
Por ejemplo, cabe recordar que tras la captura de los rehenes, y varios meses despu¨¦s de esto, ha habido constantemente conversaciones, pr¨¢cticamente a diario en las Naciones Unidas, intercambio de mensajes entre jefes de Estado y visitas m¨ªas a Europa con el fin de consultar estos asuntos.
Cuando se produjo la invasi¨®n afgana, uno de los primeros pasos nuestros fue el de visitar Londres (por mister Christopher, entonces secretario de Estado adjunto) para reunirse con los dirigentes de varios pa¨ªses europeos y mantener, dos d¨ªas despu¨¦s, una reuni¨®n en la OTAN, donde tuvo lugar una conversaci¨®n sobre las medidas que ten¨ªan que ser tomadas.
Despu¨¦s de esto tuvimos conversaciones a nivel de ministros de Asuntos Exteriores, no con todos los pa¨ªses de Europa, pero s¨ª con algunos de ellos, y durante todo este tiempo, mister Christopher se desplaz¨® nuevamente a Londres, por lo que ha habido contactos continuos.
Yo pienso que nosotros podemos intensificar nuestras conversaciones en per¨ªodos de tensi¨®n, teniendo reuniones m¨¢s frecuentes de ministros de Asuntos Exteriores y directores pol¨ªticos.
P. Sobre Ir¨¢n, recientemente ha habido cierta confusi¨®n entre aliados europeos sobre el respaldo diplom¨¢tico que se les pidi¨® y lo que se entend¨ªa en Washington por acci¨®n militar.
R. En el tema afgano, una de las cosas que nosotros consideramos como absolutamente esencial era intentar ver si nosotros (Europa y EE UU) ten¨ªamos las mismas intenciones. Entonces fue a Europa a reunirme con varios jefes de Estado y con varios ministros de Asuntos Exteriores para pasar revista a los diferentes objetivos que ten¨ªamos en com¨²n con la situaci¨®n afgana.
Adem¨¢s de la revisi¨®n de estos objetivos, tratamos tambi¨¦n sobre la postura que habr¨ªa que tomar ante tales circunstancias.
Despu¨¦s de mi viaje pude comunicar al presidente que nuestros objetivos eran todos los mismos que los de nuestros aliados. Y tambi¨¦n que hab¨ªa algunas divergencias sobre la forma de actuar para alcanzar estos objetivos. Pero en la mayor¨ªa de los asuntos puedo decir que hubo acuerdo.
Ahora bien, nosotros somos todos independientes, naciones que sabemos a donde vamos y lo que hacemos, y estamos todos formando una alianza. No se debe esperar que en cada acci¨®n cada, uno de nosotros act¨²e de la misma forma. Pero es importante que al menos persigamos los mismos fines y lleguemos a los mismos acuerdos sobre los principales pasos que se deban dar.
P. Los aliados han sido criticados por no haberle dado el suficiente apoyo en Ir¨¢n y Afganist¨¢n. ?Qu¨¦ piensa usted sobre esto?
R. En lo que concierne a Afganist¨¢n, creo que los aliados nos han apoyado en general, ha habido algunas diferencias, como es natural. Creo que hay solidaridad en la Alianza y que esta solidaridad va creciendo por que nosotros percibimos un peligro com¨²n.
P. ?Cree usted que la URSS tiene un proyecto a largo plazo para poner un pie en el golfo P¨¦rsico, o hay simplemente un peligro de tercera guerra mundial?
R. No creo que alguno de nosotros sepa con precisi¨®n cu¨¢l es el motivo por el cual la URSS ha decidido esta brutal agresi¨®n contra Afganist¨¢n. Pero todos sabemos que esta agresi¨®n es cierta y que unos 85.000 soldados sovi¨¦ticos est¨¢n en Afganist¨¢n en este momento y que unos 35.000 m¨¢s se encuentran en la frontera sovi¨¦tico-afgana. La realidad es que la Uni¨®n Sovi¨¦tica est¨¢ en Afganist¨¢n. El peligro para los pa¨ªses cercanos a ¨¦ste es, por supuesto, enorme.
Es necesario que las naciones del mundo condenen tal acci¨®n y tambi¨¦n tendr¨ªan que presionarles para provocar una retirada de todas las tropas sovi¨¦ticas de Afganist¨¢n. Tambi¨¦n tendr¨ªan que dejar claro de que tal acci¨®n debe de ser penalizada y que todos se preocuparan en controlar cualquiera, el m¨¢s m¨ªnimo, de los movimientos sovi¨¦ticos.
P. Y hablando de alerta a los pa¨ªses vecinos de Afganist¨¢n contra este peligro expansionista; ?c¨®mo valora usted la necesidad de ayuda militar? ?C¨®mo mejorar¨ªan las condiciones interiores de estos pa¨ªses hasta el punto de que est¨¦n a salvo de todo tipo de infecci¨®n como la que condujo a la invasi¨®n de Afganist¨¢n?
R. En cuanto a la asistencia militar creo que nosotros estamos deseando de proveerla si las naciones de la regi¨®n lo desean. Estamos preparados para hacerlo, y creo que los Estados de la Alianza tambi¨¦n lo est¨¢n. Pero debe de ser una decisi¨®n del pa¨ªs interesado.
Estoy de acuerdo en que una asistencia econ¨®mica y otros tipos de ayudas para combatir problemas econ¨®micos y sociales son de vital importancia. Por ejemplo, creo que todos tenemos la obliga
ci¨®n de dar una ayuda econ¨®mica a Turqu¨ªa, uno de los pa¨ªses m¨¢s importantes de la regi¨®n.
P. ?Incluye esto el uso de las influencias, cuando es necesario, con vistas a una consolidaci¨®n de los derechos humanos?
R. S¨ª.
P. El presidente dijo que la presencia de las tropas sovi¨¦ticas en Afganist¨¢n nunca podr¨¢ convertirse en un statu quo aceptable. Algunas sanciones, tales como el boicoteo de los Juegos Ol¨ªmpicos, est¨¢n siendo aplicadas en este momento. ?Cree usted que esto y otras sanciones har¨¢n retroceder a los rusos?
R. Creo que los sovi¨¦ticos van a retroceder. Pero no creo que lo hagan en un futuro muy cercano, aunque yo lo desear¨ªa de verdad. Nosotros y la comunidad internacional debemos continuar presionando fuertemente para obtener una retirada total y para que los afganos ejerzan el derecho que tienen a determinar su propio destino y su propia forma de Gobierno.
P. ?Qu¨¦ confianza tiene usted en el boicoteo ol¨ªmpico?
R. Estoy seguro de que la inmensa mayor¨ªa de los pa¨ªses de Europa decidir¨¢n no ir a Mosc¨².
P. Hay una cr¨ªtica de los halcones que asegura que su postura -el problema de Ir¨¢n y Afganist¨¢n puede ser resuelto pac¨ªficamente equivale a prolongar la expiaci¨®n por los errores cometidos en Vietnam. ?Cree usted que es posible que toda la pol¨ªtica exterior norteamericana siga estando condicionada por las lecciones aprendidas en Vietnam?
R. Creo que esto es incorrecto. Las decisiones que hemos tomado, y mi propio punto de vista sobre el uso de la fuerza depende de las realidades con las que nos enfrentamos. En lo que se refiere a Ir¨¢n, mi opini¨®n personal es que el uso de la fuerza no permite encontrar una soluci¨®n. Al contrario, opino que dificultar¨¢ a¨²n m¨¢s conseguir solucionar el problema.
En cuanto a Afganist¨¢n, debemos de hacer todo lo posible para fortalecer los pa¨ªses de la regi¨®n.
Tenemos que dejar claro que si existiera una amenaza a nuestros intereses vitales, como un corte de los suministros de petr¨®leo del golfo P¨¦rsico, entonces nosotros estaremos preparados para hacer lo que sea necesario, incluso recurriendo a la fuerza militar, con el fin de proteger nuestros intereses vitales.
P. Una de las v¨ªctimas de Afganist¨¢n ha sido el tratado SALT II. En su opini¨®n, ?cree que el Senado debe de ratificar el tratado? ?Qu¨¦ esperanzas tiene de salvarlo? ?Qu¨¦ esperanzas hab¨ªa de llegar a un acuerdo con Mosc¨² sobre asuntos como la retirada de la presencia militar extranjera del oc¨¦ano ?ndico y de regular las ventas de armas al Tercer Mundo, antes de que las conversaciones fueran paradas?
R. Primero, creo que es imperativo que el tratado SALT II sea ratificado. Lo necesitamos ahora, incluso m¨¢s que antes, puesto que ha crecido la tensi¨®n del mundo. Es un buen tratado. Corresponde a nuestros intereses nacionales y tambi¨¦n al inter¨¦s de los sovi¨¦ticos. Y espero de verdad que se haga. Es una pena que no haya sido posible terminar el debate en el Congreso antes de lo de Afganist¨¢n. Sin embargo, si el SALT II hubiese sido ratificado, hubiese acaso afectado a lo que ha ocurrido en Afganist¨¢n.
Creo que sigue habiendo posibilidades para la ratificaci¨®n del SALT II. No creo que sea en un futuro inmediato, pero no deber¨ªa de dejarse a un lado. Creo que el presidente ha tenido raz¨®n al no apartar el tratado del calendario del Senado. Tiene raz¨®n tambi¨¦n al decir que a la primera oportunidad que tenga se encargar¨¢ de ello. Y apoyar¨¢ firmemente su ratificaci¨®n.
Sobre los asuntos de control de armas, creo que, especialmente en el per¨ªodo posafgano, debemos de continuar las negociaciones, tales como las conversaciones MBFR de Viena, por la reducci¨®n mutua de fuerzas en Europa central, el tratado de guerra qu¨ªmica que hemos estado negociando con la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Las medidas de distensi¨®n que hemos estado tratanto en la conferencia de Madrid y numerosas medidas m¨¢s. A mi juicio, no es en absoluto contradictorio el continuar aplicando sanciones, a consecuencia de la agresi¨®n sovi¨¦tica en Afganist¨¢n y, al mismo tiempo, progresar en unas negociaciones por un control de armas equilibrado que nos interesan a todos nosotros, sobre todo si llegan a una conclusi¨®n satisfactoria. Es una de estas cuestiones la que debe de ser preservada como parte de lo que yo llamar¨ªa el armaz¨®n de las relaciones Este-Oeste. Este armaz¨®n tiene que ser mantenido, a pesar de Afganist¨¢n, por que alg¨²n d¨ªa nosotros tendremos que abrimos camino a trav¨¦s de problemas creados por Afganist¨¢n, y tenemos que tener este marco donde podamos construir en el futuro, y comenzar a volver a poner los ladrillos y el cemento para hacer una estructura s¨®lida.
P. ?Qu¨¦ piensa de los acuerdos de Camp David? En funci¨®n de su experiencia, ?cree usted que es posible un arreglo duradero sin que la URSS tome parte?
R. Creo que los acuerdos de Camp David constituyen un paso importante para llevar una paz larga y duradera a Oriente Pr¨®ximo. Si miramos atr¨¢s y vemos lo que exist¨ªa antes de los acuerdos, y vemos ahora que hay un tratado de paz entre Israel y Egipto, y por el hecho de esta paz hay una mejor¨ªa y progresos muy grandes, vemos que s¨ª ha cambiado la situaci¨®n.
Estamos ahora trabajando sobre lo que es el segundo paso, intentando negociar el problema de una completa autonom¨ªa para los habitantes de Gaza y Cisjordania. No podremos tener una paz final y duradera hasta que el problema palestino no haya sido resuelto en todos sus aspectos. Pero este problema es muy complejo, sus ra¨ªces son muy profundas y est¨¢ basado en siglos de animosidad. Esto s¨ª que llevar¨¢ mucho tiempo antes de que sea solucionado.
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