De Arniches a Jardiel

El primer acto como de Arniches, un segundo acto como de Jardiel Poncela: la tradici¨®n del teatro c¨®mico espa?ol descoyuntado, jugando con el equ¨ªvoco, llevando las situaciones hasta el desquiciamiento. Azor¨ªn crey¨® encontrar que el teatro de Mu?oz Seca entraba de lleno en el surrealismo -?superrealismo?, prefer¨ªa decir, sin duda con raz¨®n-; se puede aplicar perfectamente ese concepto, siempre desde tal punto de vista, a esta Sopa de mijo para cenar.Una farsa extravagante, con falsos embarazos transmigratorios, f¨¢bulas de un dinero hallado y salvador, bromas continuas sobre la actualidad y algunos de sus personajes t¨ªpicos: problemas de carest¨ªa de la vida, de expedientes de crisis, de subsidio de paro, de mujeres y maridos en casa de vecindad. Lo que aparece como un sainete va poco a poco dispar¨¢ndose hasta sobrepasar los l¨ªmites de una farsa extravagante. La compa?¨ªa act¨²a en ese tono. Es decir, sobreact¨²a, deliberadamente, componiendo los personajes, las situaciones, las frases, a base de recursos de los antiguos actores c¨®micos.

Interesa la gran sensibilidad del p¨²blico joven para esta forma de teatro, que recrea viejos moldes -naturalmente, con una burla mayor dentro, con una frescura y una espontaneidad nuevas- y que encuentran en ¨¦l motivos para volver al teatro que otras piezas no le dan.

Hay una aut¨¦ntica receptividad, que contrasta con el car¨¢cter fr¨ªo, distante y cr¨ªtico con que suele recibirse un teatro que aparentemente se propone mayor trascendencia. Aparte de que la sala Cadarso representa por s¨ª misma un fen¨®meno para su p¨²blico: hay confianza en ella una cierta seguridad de que lo que se ofrezca en su escenario -tantas veces clausurado, silenciado, utilizando para ello la autoridad ciertas normas de la ley de Espect¨¢culos, que est¨¢ anticuada y que habitualmente no se cumple en otras salas de Madrid- tiene una garant¨ªa.