"Don Juan", entre el infierno y el purgatorio
ENRIQUE FRANCOLas actuaciones de la ?pera de Estado de Berl¨ªn, de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana, dentro de una t¨®nica general de calidad han ido descendiendo del primer espect¨¢culo (Tannh?user) al ¨²ltimo (Don Giovanni). La ¨®pera de Mozart, sobre el tema del Burlador, hab¨ªa sido representada en los festivales de 1964 y 1968 y no creo que la versi¨®n actual supere a las anteriores. ?He dicho actual? No tanto, ya que la producci¨®n presentada en la Zarzuela por la troupe alemana data de casi treinta a?os atr¨¢s. ?Excelente montaje, entonces! Hoy las cosas se hacen de diversos modos, pero acaso el escenario de la calle de Jovellanos no es el mejor ni el m¨¢s adecuado para recibirlas.Don Juan es tema l¨®gicamente querido por el p¨²blico espa?ol Incluso me parece que se retrasa el estreno entre nosotros de la ¨®pera de Da Ponte y Mozart. El tan citado cat¨¢logo de Alfred Loewenberg (Cambridge, 1943) anota la primera madrile?a en el teatro de la Cruz, 1834, y la barcelonesa, en 1849. Lo cierto es que la capital catalana conoci¨®, en 1790, el Don Giovanni, de Gazzaniga-Bertati, cuyo estreno mundial se efectu¨® tres a?os antes, con unos meses de anticipaci¨®n al de Mozart. ?Por qu¨¦ ¨¦ste deb¨ªa esperar tanto? En cualquier caso, y a pesar de las docenas y docenas de versiones oper¨ªsticas sobre Don Juan, ninguna ha superado, jam¨¢s la del m¨²sico de Salzburgo. Con raz¨®n escribe Goethe a Schiller, en 1797, en respuesta,a las ideas y esperanzas que el autor del Himno a la alegr¨ªa pon¨ªa en la ¨®pera como forma dram¨¢tica que ?semejantes esperanzas se encuentran plenamente realizadas en Don Giovanni, un fen¨®meno ¨²nico sin posibilidad de nada que se le asemeje?. En cuanto a las interpretaciones -desde todos los puntos de vista-, los criterios han sido muchos y diversos. Desde el de un especialista en el tema como Dent que lo ve, sobre todo, como una suerte de farsa para marionetas, ?donde nada es real y ni siquiera la moral juega papel importante?, hasta los que ahondan en significaciones psicol¨®gicas.
Teatro de la Zarzuela
Compa?¨ªa de la ?pera de Berl¨ªn Este. Director esc¨¦nico: H. Arnold. Director musical: O. Suitner.Don Juan, de Da Ponte y Mozart. Int¨¦rpretes: T. Adam, F. Hubner, M. Hajossyova, K. Griffel, S. Vogel, E. Buchner, P. Olesch y R. Hoff. Escenarios y Figurines: G. Richter. Coreograf¨ªa: D. Spies. Coro: C. Weber. 11 de mayo.
Sin mayor trascendencia, con evidente brillantez, no poco convencionalismo pero deseosos de dar de lado cualquier trascendentalismo, los alemanes que nos visitan se acercan al gusto de Edward Dent. Lo malo es que el decoro anticuado en la escena no qued¨® compenisado por unas calidades musicales de m¨¦rito especial y hasta sufrimos descuidos como el de la sustituci¨®n del clave por un piano en los recitativos. Y esto en una formaci¨®n que dirige un excelente clavecinista. Mantienen su belleza los figurines de Richter y alguno de sus decorados parec¨ªa inspirarse, tal el del cementerio, en la conocida vi?eta de M¨¹ller, que figura en la edici¨®n vienesa de 1810.
Teo Adam, la principal figura del reparto, defiende muy bien su voz y su arte de los 54 a?os ya cumplidos, pero ni la dicci¨®n italiana ni la parte vocal de Don Juan son id¨®neas para un tan gran creador de Wotan, Sachs o el Rey Marke. Adam no es Don Juan, y s¨®lo su gran arte, su experiencia y su inteligencia pudieron defenderlo. En cambio, el bajo Siegfried Vogel hizo mucho mejor Leporello que Ochs, en tanto Magdalena Hajossyova prest¨® atractivo a Do?a Ana y Kay Griffel cant¨® y compuso una muy plausible Do?a Elvira. Adecuado al tipo y a su parte musical, el tenor Eberhard Buchner Octavio l¨ªrico y flexible; noble de medios y estilo el Comendador, encarnado -o fantasmagoreado- por Fritz Hubner. Masetto qued¨® mucho mejor que su pareja, Zerlina (Peter Olesch y Renate Hoff), y la direcci¨®n de Suitner, sobre mantenerse en la t¨®nica indiferente que conocimos en el Rosenkavalier, no pudo dominar algunas imprecisiones y decalages con la escena. Sucede que Mozart es mucho Mozart, y el p¨²blico sigui¨® la representaci¨®n con agrado.
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