Andr¨¦s V¨¢zquez cumpli¨® con torer¨ªa
Andr¨¦s V¨¢zquez no tuvo toros para hacer faena; es decir, para redondear la cl¨¢sica faena de los dos pases, con la necesaria brillantez que conduce al ¨¦xito grande. Los seis" toros se ven¨ªan abajo en la muleta; ninguno le embisti¨® pronto y boyante. Pero apenas si importa, porque resolvi¨® la papeleta con toreria y esto es cada vez m¨¢s dif¨ªcil de ver en estos tiempos. Andr¨¦s V¨¢zquez estuvo en maestro.Nadie podr¨¢ decir que sali¨® a liquidar la corrida como fuera, pues, por el contrario, se empleo con tes¨®n en todos los tercios, y principalmente en el ¨²ltimo. Sobrado de afici¨®n y de dominio, construy¨® seis faenas distintas, todas perfectamente acopladas a las condiciones de las reses. La elecci¨®n de terrenos, las distancias, los muletazos que iba administrando reposadamente, con sabor y ritmo, eran los adecuados en todo momento a los cambiantes estados de cada toro.
Plaza de Carabanchel
Toros de Manuel San Rom¨¢n, terciados, cornalones, con casta, y ninguno se cay¨®, aunque se ven¨ªan abajo en el ¨²ltimo tercio. Andr¨¦s V¨¢zquez, ¨²nico espada: bajonazo y descabello (aplausos). Dos pinchazos baj¨ªsimos y estocada corta (silencio). Pinchazo, buena estocada, rueda de peones, aviso y descabello (oreja). Cuatro pinchazos, aviso y dos descabellos (silencio). Media (divisi¨®n cuando saluda). Dos pinchazos y estocada corta baja (vuelta). Buena entrada.
Su defecto fue no medir los tiempos, y por ah¨ª le llegaron dos puntuales avisos. Pero a cambio consegu¨ªa sacar hasta el ¨²ltimo pase que ten¨ªa cada toro. Que no era, necesariamente, el derechazo o el natural, aunque de ¨¦stos tambi¨¦n hubo; sino todo el repertorio de la tauromaquia, aplicado con inteligencia a las circunstancias de la lidia.
Sobre este armaz¨®n de torer¨ªa, su faena m¨¢s variada fue la primera, en la que se suced¨ªan ayudados, trincherazos, pases de la firma, cambios de mano por delante y por detr¨¢s, redondos, por supuesto, y extraordinarios pases de pecho ech¨¢ndose todo el toro por delante. El segundo se conmocion¨® al estrellarse de salida contra un burladero -todos remataron en tablas y el ¨²ltimo tercio hubo de ser breve. En el tercero estuvo valiente de veras. No se trataba de un toro claro; por el contrario, probaba las embestidas, se quedaba en el viaje y al menor descuido ya estaba buscando las zapatillas del torero. Andr¨¦s V¨¢zquez tir¨® de ¨¦l, al natural. Exactamente: tiraba; lo prend¨ªa en los vuelos de la muleta, embarcaba con temple. A veces ten¨ªa que sortear el derrote rectificando terrenos, pero el diestro estaba siempre por encima, mandaba en el ruedo. Con la derecha mejor¨® la calidad del trasteo y hubo dos redondos de marca excepcional. Y m¨¢s, pases, desde los ayudados a las giraldillas, pasando por los molinetes con ambas manos. La- faena, quiz¨¢ no tan brillante como para merecer una oreja, hab¨ªa sido de verdadero m¨¦rito.
La del cuarto, otro reserv¨®n animal, que se cruzaba con feo estilo, fue dialogante con el toro y con el p¨²blico. El di¨¢logo con el toro debi¨® ser muy efectivo, pues llegaron a confraternizar y el diestro se complac¨ªa en acariciar los pitones.
En el di¨¢logo con el p¨²blico se cruzaron palabras amables y muchas risas. Hab¨ªa en el tendido carabanchelero una especial predisposici¨®n a decirle cosas al torero. En el sexto, a un espectador le entr¨® un capricho y pegaba tremendos bocinazos, en los que dec¨ªa: ??Qu¨¦ banderillee el maestrooo, que banderillee el maestrooo! ? La parienta, que le acompa?aba, se iba poniendo negra por momentos y temimos que de un momento a otro le iba a pegar un tortazo. Qu¨¦ valor le ech¨® el espectador; con lo pronto que se arrancan algunas parientas.Los derechazos, suaves, de mano alta, fueron los ¨²nicos pases que ten¨ªa ese cuarto toro, que confratemizaba pero se negaba a embestir. El quinto se aplom¨® tras unos buenos ayudados por alto y luego el aplomado fue Andr¨¦s V¨¢zquez, que perdi¨® pie y cay¨® al suelo. En el sexto, aquerenciado a tablas, machete¨®, traste¨® con eficacia de pit¨®n a pit¨®n y entr¨® a matar. Pero en ese toro, Andr¨¦s, que ya hab¨ªa dibujado ver¨®nicas a lo largo de la tarde, medias ver¨®nicas magn¨ªf¨ªcas, chicuelinas, navarras, gaoneras y serpentinas, dirigi¨® la lidia con toda la torer¨ªa, acumulada, que hab¨ªa llevado a la plaza. Aquella forma de recibir al toro, de llevarlo al caballo, hasta de permitir que recobrara fuerzas; la col¨®caci¨®n impecable de las cuadrillas, nos ten¨ªan admirados. Ese tercio supo a poco. Al acabar el festejo hubo, unanimidad: hab¨ªamos visto a un torero. Si tiene edad y forma f¨ªsica para continuar en la brecha, ese e otro cantar. En cualquier caso Andr¨¦s V¨¢zquez es quiz¨¢ el ¨²ltimo maestro en tauromaquia que queda en activo, y la fiesta no puede permitirse el lujo de perderlo.
Babelia
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