El Instituto de Cooperaci¨®n Iberoamericana cambia de imagen y reafirma sus objetivos
Despu¨¦s de sucesivos cambios de denominaci¨®n, y a veces de transformaci¨®n de sus objetivos, el Instituto de Cooperaci¨®n Iberoamericana -antes, Instituto de Cultura Hisp¨¢nica; antes, Centro Iberoamericano de Cooperaci¨®n-, parece haber encontrado su verdadera definici¨®n y su nueva imagen. La historia de este remozamiento comenz¨® en octubre del pasado a?o, cuando fue establecida la nomenclatura actual y cuando fueron fijados los criterios que este organismo, dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores, debe seguir para responder a los fines de su fundaci¨®n.
Sobre pocas entidades p¨²blicas espa?olas gravita la idea del consenso de modo tan concreto como por encima de los objetivos de este Instituto de Cooperaci¨®n Iberoamericana. Un s¨ªmbolo de este consenso son los viajes que el rey Juan Carlos hace con cierta frecuencia a los pa¨ªses l¨¢tinoamericanos, donde las relaciones culturales de Espa?a son punto trascendental de los contactos que se establecen a ese nivel.La voluntad de cooperaci¨®n latinoamericana del instituto queda reflejada en un hecho que, en el fondo, es tambi¨¦n simb¨®lico: el presidente de la entidad, Manuel Prado Col¨®n de Carvajal, que estos d¨ªas acompa?a a los Reyes en su viaje a Ecuador, naci¨® en esta Rep¨²blica latinoamericana, de un matrimonio cuyos componentes son un chileno y una espa?ola.
El ¨²ltimo cambio de denominaci¨®n del instituto, que dej¨® de llamarse Centro Iberoamericano de Cooperaci¨®n, respondi¨®, seg¨²n se?ala ahora su secretario general, Fernando Castedo, de la necesidad de anular la posible asociaci¨®n que pudiera hacerse entre esa nomenclatura y la funci¨®n de la entidad, que pretend¨ªa ser din¨¢mica, siempre m¨¢s act¨ªva que pasiva, y nunca de car¨¢cter centralista.
En segundo lugar, se pretendi¨® cambiar la idea de que la sobria construcci¨®n que se alza en la avenida de los Reyes Cat¨®licos, de Madrid, era un centro latinoamericano, cuando, en realidad, se trat¨¢ba de constituirlo en una sede cultural cuya proyecci¨®n fuera precisamente hacia Latinoam¨¦rica.
Fernando Castedo, que es el que define de ese modo la nueva imagen que trata de obtener el Instituto de Cooperaci¨®n lberoamericana, explica que los conceptos contenidos en las denominaciones anteriores no se han perdido del todo, en lo que ten¨ªan de positivo. As¨ª, por ejemplo, la idea de cultura hisp¨¢nica se ha repescado, y dentro del instituto existe ahora un Centro de Altos Estudios Hisp¨¢nicos, que en teor¨ªa funciona desde octubre de 1979. pero cuya puesta en iiiarcha est¨¢ condicionada a¨²n por la fijaci¨®n de los presupuestos que permitan hacerla efectiva.
De acuerdo con el se?or Castedo, en la nueva definici¨®n de las funciones del Instituto de Cooperaci¨®n Iberoamericana ha jugado un papel importante el cambio de actitud de Espa?a hacia Am¨¦rica, significado por el Rey en suelo americano. En este plano, el secretitrio general del mencionado instituto se?ala la presencia de Espa?a en organisnios latinoamericanos tales como la CEPAL Y el Pacto Andino, entre otros.
Al se?or Castedo no le cabe duda de que esta presencia pol¨ªtica debe ligarse a,la comunidad cultural que une a Espa?a con los pa¨ªses latinoamericanos. Y por eso retlexiona sobre la importar exposici¨®n de Joan Mir¨®, que el vicepresidente del instituto, Jos¨¦ Luis L¨®pez Schummer, acaba de inaugurar en M¨¦xico con la asistencia del presidente de aquella Rep¨²blica, L¨®pez Portillo. Asimismo, el se?or Castedo recuerda que durante la ¨²ltima semana se ha celebrado, tambi¨¦n en M¨¦xico, un encuentro de escritores en cuya organizaci¨®n colabor¨® el instituto, y en el que participaron los espa?oles Camilo Jos¨¦ Cela, Carlos Barral, Caballero Bonald, Vaz de Soto, Jos¨¦ Esteban y J. J. Armas Marcelo, entre otros. Junto con esas actividades de cooperaci¨®n, Fernando Castedo cita la pr¨®xima celebraci¨®n del cuarto centenario de la fundaci¨®n de la ciudad de Buenos Aires.
El se?or Castedo considera que en el desarrollo de esa labor el instituto responde a las funciones que le atribuye la propia Constituci¨®n espa?ola, llevando a cabo una pol¨ªtica de Estado que no sirve a las tesis del Gobierno, de cuyo Ministerio de Asuntos Exteriores depende, ni a las de ning¨²n partido en concreto.
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