Dexedrina y jardiner¨ªa
ENVIADO ESPECIAL, El pasado fin de semana, Cannes sirvi¨® de escenario para constatar una vez m¨¢s el poder¨ªo del cine americano: un poder que se basa, de una parte, en la infraestructura comercial, pero, tambi¨¦n, en el talento y la capacidad visual de buena parte de sus realizadores. All that jazz, de Bob Fosse, y Ieng there, de Hal Ashby, son dos brillant¨ªsimos ejercicios de la comedia americana.El filme de Fosse, semiautobiogr¨¢fico, renueva esa larga y brillante tradici¨®n del musical, con unas coreograf¨ªas espl¨¦ndidas, un ritmo de montaje ejemplar y una s¨ªntesis narrativa que cada vez se aprecia m¨¢s en este tipo de cert¨¢menes, en los que el aficionado no puede por menos que ver dos o tres pel¨ªculas, por lo menos, al d¨ªa. Un bailar¨ªn, core¨®grafo y director de comedias musicales nos muestra su extraordinaria vida cotidiana. Ensayos, selecci¨®n de bailarines, de m¨²sica, presiones econ¨®micas y, en definitiva, todo lo que conlleva un montaje de una obra en Broadway, entremezclado con un previsible infarto de miocardio. Dexedrina y m¨²sica podr¨ªa ser el resumen de este filme galardonado con varios Oscar y que reafirma el talento de su director, demostrado ya sobradamente con Cabaret.
Being There, de Hal Ashby, con Peter Sellers y Shirley Mac Laine en los papeles principales, es una de las comedias m¨¢s sutiles y divertidas de cuantas ha mostrado el cine ¨²ltimamente. En la relaci¨®n de las personas responsables del ¨¦xito falta un nombre, a nuestro juicio fundamental: Jerzy Kosinsky, autor de la novela y del gui¨®n en que se basa el filme; sin duda, la base del brillante espect¨¢culo que ofrece la impecable realizaci¨®n de Ashby y la fant¨¢stica interpretaci¨®n de los actores mencionados, adem¨¢s de las de Jack Warden y Melvyn Doublas, por citar tan s¨®lo a unos pocos actores.
La an¨¦cdota es atractiva: un jardinero (Peter Sellers) vive totalmente apartado del mundanal ruido en un barrio pobre de Washington. No sabe leer ni escribir, jam¨¢s ha pisado la calle y su ¨²nica obsesi¨®n, adem¨¢s de la jardiner¨ªa, es la televisi¨®n, que ve constantemente. La muerte de su patr¨®n le lleva a la calle, al mundo que desconoce de manera directa. Una sucesi¨®n de acontecimientos absolutamente l¨®gicos le conduce a la mansi¨®n de uno de los hombres m¨¢s poderosos de Estados Unidos (Melvyn Douglas). Desde este momento todas sus apreciaciones (la mayor¨ªa referidas a problemas de plantas y flores) ser¨¢n interpretadas como razonamientos filos¨®ficos y anal¨ªticos de gran profundidad. En menos de veinticuatro horas se convierte en la conciencia de Norteam¨¦rica (apoyado por la televisi¨®n), sin ser consciente en ning¨²n momento de lo que le est¨¢ pasando.
Di¨¢logos con doble sentido, situaciones cl¨¢sicas de la alta comedia (hay hasta una Fiesta en la Embajada sovi¨¦tica, y ya se sabe que los rusos siempre han jugado un papel en las buenas comedias), el gui¨®n de Kosinsky nos va mostrando los mundos de las altas finanzas y de la Casa Blanca con una gran iron¨ªa. El jardinero, del que ni la CIA ni el FBI pueden encontrar el menor rastro de su pasado, reencarna de la gran esperanza, ese salvador que todos los pueblos parecen anhelar. La ¨²ltima imagen del filme es definitiva: Peter Sellers pasea sobre las aguas del lago particular del difunto financiero. El milagro est¨¢ hecho.
Cuando el festival entra ya en su ¨²ltimo tercio, los filmes de Kurosawa, Fosse y Ashby se convierten en los m¨¢s firmes candidatos para obtener la Palma de Oro. Quedan pel¨ªculas importantes por ver, entre ellas La ciudad de las mujeres, de Fellini, que se exhibe fuera de concurso, pero la proyecci¨®n de los tres filmes citados merece de por s¨ª el reconocimiento al Festival de Cannes.
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